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Encuentro de talentos
MÚSICA

Encuentro de talentos

Procedentes de las escuelas más prestigiosas, siete jóvenes intérpretes escriben en sus pentagramas vitales y profesionales las notas de una nueva experiencia gracias a la XI edición del Encuentro Música y AcademiaSantander se convierte este mes en el laboratorio del futuro de la música europea

GEMA MARTÍNEZ

Domingo, 3 de julio 2011, 11:47

Asumen la música como el centro de su experiencia vital. Se mueven a través de compases y corcheas y, mientras el mundo parece moverse a cámara lenta en los paseos de Pereda y Castelar, dentro del Palacio de Festivales todo son prisas, pequeñas charlas y nervios. Prácticamente recién llegados a Santander, los jóvenes que forman parte de la undécima edición del Encuentro Música y Academia no denotan cansancio pero sí irradian ganas de comenzar los ensayos y las clases magistrales. Aunque el día invita a caminar por el paseo, ellos prefieren encerrarse en la sala Argenta y repetir una y otra vez cada nota, cada compás, del programa de conciertos. Incluso ignoran el radiante sol que calienta la capital cántabra y se niegan a posar al aire libre por temor a que se dañen sus instrumentos.

Son jóvenes pero, por encima de todo, son músicos, y siete de ellos -cargados con sus instrumentos- desvelan a EL DIARIO MONTAÑÉS sus motivaciones, preocupaciones y sus expectativas ante esta veterana cita organizada por la Fundación Albéniz. Rui Borges, Juan Manuel García-Cano Ruiz, Kristian Kaztnberger, Lydia Pantzier, Kim Jae Hyung, Ana María Carvalho y Adolfo Cabrerizo rondan (y superan) los veinte y, pese a su juventud, tienen a sus espaldas brillantes trayectorias. Estos siete jóvenes sirven de claro exponente del futuro musical europeo; un porvenir que, durante este mes de julio, repite su cita ineludible con la capital cántabra.

Como si siguiesen una melodía escrita en un pentagrama, estos siete chicos -llegados de diferentes partes del mundo- han compaginado juguetes, peluches y puzles, libros de Matemáticas o Lenguaje con corcheas, clases de solfeo y horas de práctica con sus respectivos instrumentos para conseguir superar exámenes y acceder así a las escuelas más prestigiosas del viejo continente. Centros como la Universidad de las Artes y la Escuela Superior de Música Hanns Eisler de Berlín o la Escuela Superior de Música Reina Sofía de Madrid han sido testigo de la progresión de estos jóvenes talentos.

Sin embargo, el camino que han seguido ha sido de rosas, pero también ha tenido alguna que otra espina. Lydia Pantzier (Leipzig, Alemania, 1989. Fagot) apunta que, aunque existe cierto sacrificio, «es la vida que me gusta, estoy haciendo lo que quiero, mi pasión, pero tampoco es fácil. Hay mucha presión porque no sólo se trata de hacer lo que te gusta, sino que tienes que ser el mejor». Por su parte, Ana María Carvalho (Lisboa, Portugal, 1981. Clarinete) está de acuerdo con ese planteamiento y explica que es un mundo difícil pues «necesitas organizarte muy bien el tiempo. La formación instrumental requiere muchas horas y tienes que hacer también el resto, cuando estás en época de exámenes, te agobias pero es algo posible». Sin embargo, también reconoce que «un músico no puede aprender sólo a tocar muy bien, sino que necesita de otros conocimientos complementarios».

Su compañero en el quinteto 'Orfeo', Juan Manuel García-Cano Ruiz (Madrid, España, 1985. Oboe) parece haber seguido al pie de la letra esa necesidad de ampliar la formación. Realizó el primer ciclo de Periodismo, ha estudiado Musicología y ahora se está doctorando en esta disciplina. El músico madrileño apunta que es complicado compatibilizar los estudios con la vida profesional ya que «es un estadio entre dos mundos y, a veces, no sabemos muy bien por dónde tenemos que ir».

Formación y diversión

Su camino realiza ahora una parada en Santander y su estancia en la capital cántabra les servirá para seguir formándose en un entorno distinto. También podrán poner en práctica sus conocimientos a través de clases magistrales y conciertos. Todos ellos coinciden en que el Encuentro de Música y Academia es un evento distinto y especial pues les permite tocar con maestros, algo que en otros festivales análogos no sucede. Rui Borges (Oporto, Portugal, 1983. Flauta) ya es veterano en esta iniciativa de la Fundación Albéniz y comenta que «tocar con los profesores es algo muy grato al igual que el hecho de que en 20 días tengamos diversos conciertos, porque nos hace adquirir más experiencia». Así, las lecciones vienen de la mano de maestros en diferentes cátedras musicales -como, entre otros, Zahkar Bron (violín), Felix Renggli (flauta) o Klaus Thunemann (fagot)- y los recitales se desarrollarán durante estas semanas tanto en Santander como en más de una veintena de municipios de la comunidad.

De esta forma, hasta el próximo día 27, los 70 jóvenes que participan en este Encuentro aprenderán y convivirán en pos de un mismo objetivo: que su música suene a lo largo y ancho de toda Cantabria. Y, además, si pueden divertirse, mejor y así lo explica Kristian Kaztnberger (Oldenburg, Alemania, 1991. Trompa): «Creo que nos vamos a divertir. Aquí conoces a gente y si encima hace bueno... estupendo. Estoy deseando que empiece todo esto». A su lado, Kim Jae Hyung (Seúl, Corea del Sur, 1988. Trompa) se muestra práctico y afirma que quiere disfrutar «del buen tiempo, del verano, de la gente que conoceré aquí y, por supuesto, de la música porque tenemos un programa y unos profesores estupendos».

Lydia Pantzier está inquieta y pregunta si la entrevista puede ser breve porque quiere empezar cuanto antes a ensayar. En sus ojos azules se asoma la responsabilidad, un rasgo común a todos ellos: saber lo que quieren es el motor de su dedicación y sus esfuerzos extra. Adolfo Cabrerizo (Granada, España, 1992) comenta que ese empeño puede hacer que ciertas cosas se pierdan, su compañero Juan Manuel se muestra más categórico y afirma que, a veces, se dejan «amistades o incluso parejas, todo se resiente porque hay momentos en los que tienes que priorizar». Por su parte, la intérprete alemana de fagot explica que «con este trabajo puedo ser creativa las 24 horas del día y, aunque hay cosas que pueden fastidiarte, tienes que estar muy centrado y más si luchas para conseguir lo que quieres». Por el contrario, Katznberger se expresa más en la línea de los dos intérpretes españoles: «A veces tienes que dejar a un lado el salir de fiesta porque hay que practicar todos los días, es una especie de handicap porque a veces quieres irte un fin de semana y, aunque puedes, en cierto sentido, no te lo puedes permitir»; su compañero, Jae Hyung matiza su declaración afirmando que «es difícil, porque a veces tu vida es muy diferente a la de un estudiante normal».

La emoción de la música

Sin embargo, esos pequeños sinsabores tienen su recompensa. O así lo ven los alumnos del centro Reina Sofía, cuyos profesores les han elegido para estar presentes en este Encuentro de Música y Academia por su buen trabajo en las aulas. Por su parte, Pantzier, Katznberger y Jae Hyung han superado una serie de pruebas en sus centros de formación y también ven en la iniciativa de la Fundación dirigida por Paloma O'Shea un paso adelante en sus carreras.

La música es su medio natural y la utilizan para expresar sus emociones y sus sentimientos. Pantzier considera su oficio «una forma de expresión y es más importante que la perfección pues es como otro mundo lleno de emociones». Katzenberger reafirma esa idea «la música puede hacerte llorar o reír, tiene mucho que ver con los sentimientos y es algo maravilloso». Carvalho sigue a sus compañeros y afirma que «a veces estoy tan enfadada que no puedo tocar, pero hay otras que lo necesitas para olvidar lo que te pasa».

Su compañero de agrupación y compatriota, Borges, afirma que, con el paso del tiempo, se aprende a aprovechar las virtudes que brinda la música: «Con ella te creces cada vez más, subes al escenario y ves que, con tu evolución profesional y personal, las cosas son cada vez más fáciles». Adolfo Cabrerizo le da la razón y afirma que «es lo mejor que puede pasarte, dar un concierto en público y demostrar que lo tienes todo preparado y que lo dominas» y Juan Manuel, el intérprete de oboe madrileño, explica que «llega un momento que empiezas a disfrutar lo que haces, la comunicación con el público, con los compañeros... En esta profesión disfrutamos y eso no siempre es así porque, a veces, el trabajo es sólo un medio para sobrevivir».

Ni la crisis ni la competitividad que rodea el mundo de la música -y que todos afirman que existe, en mayor o menor grado-, parecen enturbiar un futuro que todos auguran prometedor. Basan su confianza en el talento, como explica Jae Hyung: «Si tocas bien y tienes talento, seguro que tienes una oportunidad». La clarinetista portuguesa apela a luchar por lo que quieren conseguir, al igual que Adolfo Cabrerizo, quien afirma que «es algo que podemos lograr, creo que si de verdad quieres algo y le pones esfuerzo, terminará saliendo». Por su parte, Kristian Katznberger cree que, por ahora, no debe preocuparse ya que quiere «estudiar unos años más, pero seguro que será complicado porque las cosas ya no son tan fáciles como en años precedentes».

El sol ya ha cogido altura suficiente pero el viento nordeste amaina su fuerza. Los santanderinos que caminan con paso lento por la zona de Gamazo disfrutan del buen tiempo. Todos ellos ignoran que, dentro del Palacio de Festivales -en la sala Argenta-, el mundo se mueve deprisa, a la velocidad de los dedos de estos jóvenes músicos que, enfrascados en sus ensayos, se preparan para disfrutar al máximo de este Encuentro y sueñan con tener un futuro que se pinte a través de notas musicales.

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