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Los servicios sanitarios atienden a Chente García Acosta, que se fracturó el cúbito, el radio y una vértebra al salir de Valdepeñas. :: E. C.
'Gracias' a Chente
VUELTA A ESPAÑA 2010

'Gracias' a Chente

El veterano ciclista del Movistar se retira con varias fracturas tras caerse ayer en la que era su 27 gran vuelta

J. GÓMEZ PEÑA

Jueves, 25 de agosto 2011, 01:59

«Mi premio es que un líder me diga 'gracias'». Hay frases que contienen una biografía deportiva. La de Chente García Acosta (San Sebastián, 39 años, aunque vive en Tafalla). El gregario de tantos líderes. El que siempre está a su lado. «De niño ganaba todas las carreras», cuenta. Claro, jugaba con ventaja. Había crecido deprisa. «Con doce años medía ya 1,70 metros. A los 16, ya tenía 1,86». Doblaba a los otros chavales. En la talla y en las carreras. «Una vez doblé en un circuito a todos los participantes y mi padre me echó la bronca por abusón», recuerda con una sonrisa tan amplia como su pasado ciclista. Así empezó. Y ayer, quizá, se le acabó: una caída le apartó de su decimoquinta Vuelta a España con fracturas en el cúbito y el radio (brazo) y una vértebra. ¿La última carrera? Eso parece. Aunque tratan de convencerle para que corra una temporada más, la de 2012, la que arrancará desde su casa, Navarra.

Era la hora de comer. Pero en Valdepeñas de Jaén, todos los vecinos dejaron la cuchara en el plato para ver el primero de los dos pasos de la Vuelta por el pueblo. La ristra de ciclistas, jadeante. En tres minutos habían cruzado todos. A la mesa otra vez. No vieron caer a Chente García Acosta, apenas 500 metros más allá de Valdepeñas. En la segunda curva del descenso. Un giro hacia la derecha, quizá hacia el final de una carrera deportiva. Chente patinó. Iba descolgado y quería enlazar, retomar su oficio de gregario. Y acabó en una camilla, a lomos de una ambulancia con una muñeca triturada y grava por toda la cara. Era su vigesimoséptima gran vuelta: doce Tours y quince Vueltas.

Chente es hijo del Reynolds, la factoría navarra. Llegó al ciclismo profesional cuando a Induráin le faltaba un año para irse. Siempre ha sido fiel a ese maillot, llamado luego Banesto y ahora Movistar. Muda la piel; permanece el espíritu. «¿Cuál es mi secreto para ser tanto tiempo ciclista? Me gusta esto y sigo teniendo ganas para salir a entrenarme». Ha sido gregario durante 17 temporadas. «Ése es mi sitio», zanja. Tuvo, eso sí, algunos días de disfrute privado. Sobre todo el 14 de julio de 2000, fiesta nacional francesa en pleno Tour. El Banesto había ido a ganar aquella edición con Zulle. Pero el suizo, otra vez, se perdió solo. La fuerza más torpe. Liberado de su condición de escudero, Chente salió a por la etapa que iba de Avignon a Draguignan. «Es lo más grande que me ha pasado». Era el día 14, llevaba el dorsal 14 y en el coche le animaba José Miguel Echávarri, el creador de un modelo de ciclismo. Ganaron juntos aquella etapa. Echávarri no volvió a seguir a ningún otro ciclista.

La sombra de Valverde

El de Chente era uno de los rostros del Tour. Desde su debut, en 1997. Aunque ese año, la Grande Boucle le dio su primera lección: le tiró en el puente de Saint Nazaire y le envió a casa casi en la salida. Sin subir siquiera un puerto. En 1999 fue testigo del patinazo de Zulle en el Paso de Gois; estaba en aquella montonera que le costó al suizo el que luego fue primer Tour de Armstrong. Pero tuvo un consuelo: subió al podio con sus compañeros para recoger el premio al mejor equipo. «Me dieron una medalla». La guarda. Como el recuerdo el Tour de 2003, el último del Banesto, el final de una forma de entender este deporte. Chente fue clave para fusionar al grupo, para abrir la puerta a la llegada de otro patrocinador. Lastras y Flecha ganaron etapas. Y el proyecto siguió, ya con el nombre de Islas Baleares. Chente, con ellos. Tras Olano, el Chaba, Mancebo y Zulle, llegaba el tiempo de Valverde. El depredador. El que casi todo lo podía ganar. Chente se convirtió en su sombra, su conductor en los tramos llanos. Su quitavientos.

Y el caso es que el navarro no ganó el Tour con Valverde, sino con Pereiro en 2006. Era el enlace con la época de su inicio, la de Induráin. En 2012, cumplida la sanción, regresará Valverde al equipo de Chente. El murciano le quiere a su lado. El navarro no sabe. Tiene edad de jubilado ciclista, pero mantiene el ánimo. Y, sobre todo, sabe correr las grandes vueltas.

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