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G. B.
Martes, 30 de agosto 2011, 02:04
«Escribir era la parte más esencial de sí misma». Susana Aldecoa, la hija de la autora de 'El enigma' y 'La casa gris', a la que acompañó hasta su muerte, recordó en el testimonio sencillo y emotivo que cerraba el acto, que su madre «vivió la educación como una pasión y la literatura como una devoción». Además, resaltó la «elegancia interna y externa que le acompañaron hasta el final de su vida». La hija de Josefina Aldecoa comenzó y concluyó sus palabras aludiendo a la casa de Mazcuerras. «Era su lugar en el mundo, aquí escribió todas sus novelas, vivió con sus hijos, recibió a sus amigos y murió».
En el trayecto vital y creativo de la defensora de las ideas y significado de la Institución Libre de Enseñanza, Cantabria asoma con profusión. La mujer, la sensibilidad femenina, la enseñanza, la memoria y la lectura vertebran su huella creativa. De la autora de 'Confesiones de una abuela', Susana Aldecoa apuntó que «Nueva York era su ciudad favorita»,a la que la familia viajó reiteradamente y recordó el tiempo que vivió junto a su marido, Ignacio Aldecoa, cuya muerte nunca superó. Sólo tres días antes de fallecer, madre e hija ambas se encontraban en el jardín de la casa de Mazcuerras, y la escritora le preguntó: «y tú y yo, ¿cuándo volvemos a Nueva York?».
Por su parte, Soledad Puértolas recordó su amistad con la escritora y trazó una geografía de viajes, gustos estéticos, coloquios y lecturas compartidas: Ese «inmenso don» que para ella fue «disfrutar de la amistad de una mujer que siempre fue escritora», que se caracterizó por ser una «gran inconformista» y cuyas obras reflejaban un «estilo limpio y una prosa elegante».
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