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YEXUS
Lunes, 16 de abril 2012, 02:05
La peruana Melina Ramírez permaneció secuestrada en Lima tres días mientras su familia intentaba reunir el dinero para rescatarla. Fue liberada por la policía pero los criminales apenas permanecieron seis años en la cárcel, por lo que tuvo que trasladarse a Europa y es allí donde conocería a su actual marido, el escritor, cineasta y guionista de cómic Hernán Migoya. Doce años después de acaecidos los hechos, el leonés transforma la traumática experiencia en una novela gráfica de 247 páginas titulada 'Plagio', dibujada por Joan Marín y publicada por Norma Editorial. A punto de llegar a las librerías, un informal coloquio permitió recoger las impresiones personales de sus autores y de la propia protagonista.
Un mundo diferente
'Plagio' es el coloquialismo peruano para definir un rapto y la novela gráfica describe con detalle los hechos desde que la protagonista es retenida en un taxi cuando se dirigía a la Universidad hasta la detención y proceso de los culpables.
Hernán Migoya (Ponferrada, 1971) ha escrito cómics como 'Desalmado', 'El hombre con miedo', 'Olimpita', 'Kung Fu Kiyo' o 'Nuevas Hazañas Bélicas' y novelas como 'Todas putas', 'Quítame tus sucias manos de encima' o 'Una, grande y zombi', amén de dirigir cortometrajes y resultar seleccionado en Sitges por su largometraje '¡Soy un pelele!'.
Inicialmente planteada como novela, 'Plagio' halló su ideal acomodo en las viñetas. «Aunque no sea el medio más habitual para este tipo de historias», admite Melina, «me parece una buena elección, sobre todo para representar las escenas de acción». Obviamente, la implicación emocional del guionista fue decisiva: «me dio la motivación necesaria para encarar el periodo de tres años que supuso realizar el álbum y para conocer de primera mano el proceso emocional de Melina y su familia durante el secuestro». Para Hernán quedó clara la intención de describir con propiedad ese mundo tan 'ajeno' sin limitarse a realizar «una anécdota de buenos y malos susceptible de una visión simplista». Por ello el relato se desarrolla mostrando el punto de vista de todos los personajes que intervinieron en el suceso: la familia, la policía, los secuestradores y la propia Melina. No extraña que el argumento también asuma gran parte de las claves del género negro, del que se confiesa un adicto, aunque puntualice que «si bien puede encajar en los parámetros del thriller criminal, intento que sea mucho más; Joan y yo quisimos que fuera un trozo de vida que cautive y emocione a cualquier lector, provenga de la tradición literaria o ficcional que sea».
El ritmo del relato
El valenciano Joan Marín (1975) ha trabajado con Migoya en obras como 'Olimpita', 'Con los pies por delante' o 'Latinópolis'. También ha formado parte del Estudio Mariscal y mantiene una sólida carrera como fotógrafo profesional. 'Plagio' ha supuesto en primer lugar un arduo trabajo de documentación, que el dibujante ha obtenido de la familia de Melina y de un estancia de diez días en Lima, tras los cuales reconoció que la propia ciudad era una personaje más de la trama. «El viaje permitió que mi percepción no fuera superficial a partir de fotos o películas, sino que la pudiera retratar con todos sus aromas y sonidos, con toda la pasión que despertó en mí esa ciudad fabulosa». Su compenetración con Hernán le permite trabajar a partir de un storyboard abocetado en papel, reconociendo que «hemos llegado a un punto en el que yo confío plenamente en sus decisiones como guionista igual que el confía en mis decisiones como dibujante, lo cual hace que sea muy cómodo trabajar juntos». Dicha sinergia es el origen de interesantes y eficaces recursos expresivos a lo largo de un vibrante relato elaborado con un estilo muy fluido y directo.
El dibujante ha sido especialmente cuidadoso con el ritmo y asume su deuda narrativa con el cómic japonés: «hemos querido contar la historia con la misma serenidad, sin prisas, con detalles, sin preocuparnos por la extensión y sí por la significación dramática de la narración exhaustiva».
Marín se ha preocupado por «plasmarlo todo fielmente, con garra y con nervio, para que no perdiera intensidad», consciente de que «contamos la historia de una joven que ha vivido muy poquito y que está a punto de morir en un secuestro sin sentido, y eso es muy duro.».
El guionista tenía especial interés en mostrar la idiosincrasia local, «cómo vive y respira un mundo muy sencillo y complejo a la vez, de mentalidad diferente a la europea». Para lo cual era esencial, entre otras cosas, mantener «el color y la viveza del habla peruana», sin que dejara de ser inteligible para el lector español, una labor donde resultó inestimable la ayuda del escritor Rafo León.
Todo ello sin perder de vista el sentido del entretenimiento o, en palabras de Migoya, «proporcionar a los lectores el viaje emocional más intenso de sus vidas».
Intensidad vital
¿La experiencia en otros medios puede influir en el desarrollo del cómic? No en el caso de Hernán Migoya, que más bien detecta la huella de la historieta en sus novelas o filmes. Joan Marín reconoce que la fotografía le ha enseñado «a seguir unos procesos y respetar unos tiempos, a ser disciplinado, limpio y responsable, porque los dibujantes a veces somos muy caóticos». Y, en definitiva, entiende que «ayuda mucho ser fotógrafo para entender cómo se forman en realidad las imágenes, pero hay que olvidarlo también para que los trazos tengan expresividad y alma por sí mismos, alcanzando el campo que hay más allá de aquello que representan».
No se pretende con esta novela gráfica extraer ninguna moraleja ni «convertir una cruda historia real en un libro de autoayuda para urbanitas con hastío», según Hernán. Tampoco quiere ofrecer «una visión del mal llamado Tercer Mundo edulcorada por el idealismo simplón o el afán de denuncia maniquea». Reivindica la vida en países como Perú con una intensidad vital imposible de experimentar en Europa. Habla de la 'imprevisibilidad de una sociedad más espontánea', donde «a mayor sensación de aventura y menor control, mayor riesgo». Melina, por su parte, admite que «Lima es una ciudad vibrante, por eso volvemos allí cada año». Aunque lo cierto es que no ha mejorado sensiblemente el tema de la seguridad en Perú desde el secuestro, ya que, según ella, «actualmente se vive un momento de prosperidad económica y, en este tipo de país, la bonanza implica un incremento de la delincuencia». Y, de hecho, la pareja ha sido atracada a punta de pistola a la puerta de la casa de sus padres.
Hoy por hoy, Melina se siente a salvo en Barcelona y las secuelas psicológicas se han difuminado con el paso de los años. Pero lo cierto es que todavía no ha sido capaz de asomarse a las páginas de esta novela gráfica. «Creo que lo leeré dentro de unos meses», afirma, aunque Hernán Migoya duda de que llegue a hacerlo alguna vez.
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