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Agus Ruiz y Carlos García protagonizan la obra 'La isla', de Athol Fugard. Dm
TEATRO

La compañía Teatro sin Red aborda el papel liberador de la cultura en 'La isla'

La sala Bonifaz retoma mañana el ciclo Hecho en Cantabria con el clásico del dramaturgo e intelectual sudáfricano Athol Fugard

MARTA SAN MIGUEL

Domingo, 22 de julio 2012, 18:40

Hay dos formas de prisión posibles; la que encierra la libertad de movimiento y la que encarcela la libertad de pensamiento. En la celda que recrea la obra de teatro 'La isla', de Athol Fugard, se ven ambas coacciones. En esa claustrofóbica situación salen a la luz las necesidades del alma más profundas y difíciles de satisfacer, como también emergen las pasiones más puras del ser humano, sus anhelos y sus miedos. Esas brechas liberadoras o terribles que puede llegar a abrir en él la cultura se pondrán en escena mañana lunes en la sala Bonifaz.

La ambiciosa propuesta de la compañía cántabra Teatro sin Red retoma el ciclo Hecho en Cantabria con una única función a las 21.00 horas. Los actores Agus Ruiz y Carlos García interpretan a dos presos políticos que comparten celda en la prisión de Robben Island en un montaje que dirigen Jorge Serra y Cristian Magaloni.

La obra aborda la supervivencia de dos hombres encerrados que sufren las constantes amenazas y castigos de su guardián, Hodoshe. En ese contexto, los carceleros han ordenado a los presos que preparen una serie de actuaciones teatrales para representar en la cárcel. John quiere hacer una versión para dos actores del clásico Antígona que, al igual que los dos encarcelados, fue condenada por actuar de acuerdo con sus principios morales y culturales. John interpretará a Creonte, pero Winston se muestra reticente a encarnar a la mujer protagonista. Finalmente accede, pero en mitad de los ensayos algo ocurre que hace cambiar todo radicalmente, poniendo a prueba la amistad de los dos hombres.

El encierro físico no exime de la libertad intelectual que a través de las artes y a la literatura ataba a la vida a los presos de Robben Island. Precisamente en aquella cárcel donde se consumaban los encierros del apartheid hunde sus raíces esta historia. La obra está basada en la vida de Norman Entinga, un actor negro que pertenecía a la compañía del propio Athol Fugard. Durante una de las redadas del apartheid, Norman fue detenido y condenado a pasar diez años en la prisión de alta seguridad de la isla.

Para Nelson Mandela, también allí encerrado, la lectura fue el hilo que le conectó a la vida a través de los libros que de forma clandestina le sirvieron tanto a él como a otros presos encerrados por sus ideas, a sobrevivir a su encierro. Fugard se sirve de Antígona para sumergirse en la vida de dos presos anónimos privados de todo contacto con el exterior, para desvelar los grandes conflictos de la condición humana: amor, rabia, imaginación, desesperanza, justicia, represión, en una celda de apenas ocho metros cuadrados.

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