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RAFA TORRE POO
Sábado, 23 de marzo 2013, 01:21
28 de febrero de 1993. El líder de la Segunda División, el Racing dirigido por Paquito, cogía el autobús en Santander para jugar frente al colista de la categoría. Dieciséis horas después conseguía llegar a Lugo tras un viaje infernal, donde la nieve acumulada en la carretera se convirtió, a la postre, en gran protagonista. El partido estuvo a punto de suspenderse, pero la insistencia de uno de los verdiblancos, Quique Setién, ahora entrenador del conjunto lucense, lo impidió. Ese día el Lugo pasó por encima al Racing y le endosó tres tantos en lo que aún es recordado como una de las mayores 'papardas' de la historia racinguista. Ha sido la única vez que ambos equipos se han medido en la competición liguera, en el estadio Anxo Carro.
«El colista borra del campo al líder», titularon los periódicos al día siguiente. El Lugo sólo había sido capaz de ganar tres encuentros de veintitrés jugados. Era su primera incursión en la división de plata, un hito que no podido igualar hasta la presente temporada, curiosamente, ahora con Setién en el banquillo. «Aquel día fui yo el principal instigador de que se jugara», aseguró Setién. «Quique ya tenía muchos años y no quería volver», explica Jesús Merino, otro de los que estuvo ese día sobre el nevado terreno de juego.
Barrenechea Montero, colegiado del encuentro, se reunió con Setién y jugadores del Lugo y, entre todos, decidieron finalmente jugar el encuentro. «Yo, particularmente, también estaba a favor, ya que por mis características este tipo de partidos duros me venía muy bien. Pero había otros compañeros que preferían no hacerlo», explica Tuto Sañudo. «Pensé que la nieve iba a ser igual para los dos equipos», puntualiza Setién. Pero no fue así. El Lugo se adaptó mejor y enseguida encontró el ritmo del partido que le permitió superar con facilidad al equipo cántabro.
En la memoria de todos los aficionados lucenses dormirá para siempre el 3-0 ante un Racing en el que Quique Setién hincó la rodilla en un campo nevado. El gol del surinamés Brian Grampon, tras un paso en falso de Ceballos, forma parte de la épica del club. Los cántabros no pudieron hacer nada. «Grampon nos metió un gol y después no marcó nunca más. Después nos marcaron otro que el rival incluso celebró antes de que el balón entrara en la portería», recuerda Merino.
Fue un mal trago. «Un partido que nunca deberíamos haber perdido, teníamos que ganar para seguir lo más arriba posible en el tabla, pero no salió nada bien», insiste el jugador tudelano. Sin embargo, Sañudo va un poco más allá y aporta otros detalles. «Íbamos en cabeza de la tabla y luchábamos con el Valladolid por una de las dos plazas de ascenso directo. Los vallisoletanos tenían un partido aplazado y nosotros queríamos hacer lo mismo para jugar con ese factor psicológico. No fuera que llegáramos a final de temporada y ya se sabe lo que puede suceder sin un equipo tiene un partido menos y se juega algo...», explica el zaguero cántabro. «La cosa es que por votación decidimos disputar el encuentro y salió como salió», recuerda. Como nadie en Lugo contaba con la posibilidad de que el encuentro pudiera jugarse, ni siquiera el trío arbitral, no había balones naranjas en el estadio. Aunque al utillero lucense, Cabo, enseguida encontró el remedio. Cogió uno de color blanco y con pintura lo tiño de rojo. «Empezamos así, pero de tanto darle patadas se fue destiñendo y al final acabó del mismo color que la nieve. Tampoco fue un impedimento ni una justificación para la derrota», explica Sañudo.
Esa temporada, tras el duro golpe recibido en Lugo, que se acrecentó a la jornada siguiente con la derrota ante el Athletic en El Sardinero, el Racing consiguió subir a Primera División. El equipo gallego, que sólo había estado cuatro jornadas fuera de los puestos de descenso, regresó a Segunda B donde ha residido habitualmente a lo largo de su historia, a excepción de las tres temporadas (entre 2003 y 2006), que buceó en la Tercera División.
Con este precedente, hoy Lugo y Racing volverán a verse las caras en un encuentro liguero. El último disputado fue en Copa del Rey en septiembre del año pasado, con Fabri y Setién en los banquillos. Kaludjerovic marcó el solitario gol que permitió a los cántabros pasar a la siguiente eliminatoria.
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