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Iratxe López
Domingo, 9 de octubre 2022, 00:04
Hagamos un paralelismo entre libros y personas. La portada podría traducirse como el rostro; la sinopsis incluida en la contraportada como la primera conversación. Ambas necesitan proyectar buena imagen porque en esa toma de contacto importa el físico e importa evitar palabrería hueca. Normalmente es ... la editora o editor quien se encarga de escribirla. La cuestión es qué sucede cuando quieres acompañar tu manuscrito con ese texto antes de enviarlo a una editorial o si pretendes autoeditarte. Y cuáles son las claves a la hora de redactarlo para un trabajo de clase.
Lo primero que debemos tener claro es qué no es. No se trata de un resumen sino de un texto mediante el que dar a conocer parte del contenido de un libro sin desvelarlo. «Un resumen se entiende como un texto objetivo, indica que vamos a encontrar 'esto, esto y esto'; una sinopsis anima a seguir leyendo», distingue Florentino Paredes, doctor en Filología Hispánica y profesor de la Universidad de Alcalá. En ese mismo sentido se expresa Raquel Gisbert, responsable del área de autores españoles e iberoamericanos de la editorial Planeta. «Subraya lo más destacable en cuanto a argumento y puntos fuertes».
Sin duda. Esencial porque supone «el primer encuentro del lector con el contenido, por eso se trata de atraparle, siempre siendo fiel a ese contenido», afirma Gisbert. La sinopsis materializa la cita a ciegas con el volumen, el paso previo a la hora de escoger una determinada lectura o de desecharla. «Como parte del objeto físico, ayuda a su difusión; como texto, sirve para enganchar al lector potencial», apunta Florentino Paredes.
No hay un manual que funcione de guía para la redacción perfecta. No existe un párrafo tipo A y otrotipo B, solo una serie de consejos a los que, además, aplicar la lógica. Como la obviedad de que debe ser breve. «Incluirá una parte descriptiva y sucinta del contenido, además de otra parte de sugerencia e incitación a la lectura. Y un estilo acorde al trabajo. Si se trata de una obra sesuda no podemos escribir una sinopsis liviana y al contrario. Obra y sinopsis han de resultar concordantes», comenta Paredes.
Como no hay una fórmula mágica, el hechizo lo tendrá que encontrar quien reciba el encargo de pertrecharla. Brevedad respecto a la extensión y claridad en cuanto al lenguaje se convierten en norma. «Lo más importante es que sea concisa y expresiva, que cuente lo más destacable y funcione como aperitivo en cuanto a trama y sensaciones de lectura», dice Gisbert. Al registro afectivo se refiere también el profesor. «La sinopsis es más subjetiva, apela a la emoción del lector no a la razón, como hace un resumen. No cuenta todo, sugiere. Y emplea elementos valorativos como adjetivos».
La tercera persona es la más utilizada, aunque tampoco se imponen reglas estrictas en esto. La apelación al destinatario para incitarle puede inducir a usar la segunda persona de la mano de un imperativo «que no indique mandato sino sugerencia, propuesta», según especifica el doctor en Filología. «En cuanto al tiempo verbal, dependerá del propio libro. Si está en presente normalmente la sinopsis elegirá el presente; si está escrito en pasado, el pasado. Normalmente, insisto, no obligatoriamente».
Nunca desvelará ningún elemento esencial de la trama, nada de 'spoilers'. «Tampoco incluirá otros que puedan generar rechazo en el lector», añade Paredes. Obviamente, es preciso evitar aspectos que dificulten la comprensión, lenguaje complicado que enrede las frases y convierta en laberinto lo que se pretende expresar. Aun así, la experta de Planeta señala que «no hay líneas rojas, es importante no destripar la novela y hacerla atractiva; poner en valor aquellos elementos por los que se contrató la obra».
Suma notoriedad. Que la contraportada de un libro incluya no solo la sinopsis sino opiniones favorables publicadas en medios de comunicación o firmados por personas relevantes favorece. Otorga prestancia y hace que el libro destaque por su buena acogida. «Si una novela, por ejemplo, ya ha cosechado buenas críticas, es interesante ponerlas», asegura Gisbert.
No es necesario, aunque si el autor o autora lo considera pertinente y aporta datos a la lectura resulta interesante. «Una novela gustará por su contenido y forma de estar contada; si además tiene prólogo, estupendo, pero no es fundamental», defiende Raquel Gisbert, de Planeta. El doctor en Filología Hispánica Florentino Paredes recuerda que hablamos de un género. «Lo escribe el autor o se encarga a otra persona. Dependiendo de eso, es radicalmente distinto. Cuando lo hace otro, glosa la importancia de quien firma el libro o de la obra; cuando lo escribe el autor, dispone de plena libertad». A pesar de emplearse especialmente en ensayos, Cervantes rubricó uno de los más famosos en su 'Don Quijote'. «Cuenta una historia preciosa, pero no tiene nada que ver con la trama. Es llamativo porque hasta el siglo XVIII solían dedicarse al mecenas».
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