Planeta Verano
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Fue entrar en el transbordador y encontrarme con todos los cantautores que triunfaban en aquella época con sus baladas de amor al planeta agonizantePABLO ZARRACINA
Domingo, 31 de julio 2022, 00:12
Es como lo cuentas. Imagínatelo. En el Gran Éxodo no las tenía todas conmigo. Me evacuaron de milagro en el módulo 'Robert Zimmerman' destinado a «intérpretes y autores musicales a título individual». Fue entrar en el transbordador y encontrarme con todos los cantautores que triunfaban ... en aquella época con sus baladas de amor al planeta agonizante y sus himnos de solidaridad pandémicos. ¿Qué habrá sido de ellos? Entonces eran famosos. Yo no. Si durante el viaje alguno llegó a mirarme fue para preguntarse qué hacía allí. Qué hacía además con aquella camisa floreada. Es que había oído que en lo que entonces llamábamos Nuevo Destino hacía calor.
No, sabes que de eso no hablo. Somos muy amigos, nada más. ¿Parejas híbridas? No tengo el menor problema. En serio, ¿en qué biocrón vivimos?
Exacto, es increíble. Antes del Gran Éxodo yo solo había tenido un pequeño éxito. Una canción que sonó algo durante la Crisis de la Superbacteria: 'Daiquiri Siesta'. El resto de lo que ahora se llama mi producción terrestre pasó desapercibido. No me iba bien. Estaba desubicado. Como pasado de moda sin haber estado de moda. La época era dramática y mis canciones no lo son. Y eso que hice cosas interesantes. 'Con maracuyá', por ejemplo. Es una versión de un clásico de nuestro siglo XX, 'Ne me quitte pas', un tema de un suizo, un belga o algo así. No, eran como razas de la Tierra. Yo lo llevé a la cumbia y adapté la letra metiéndole temperatura. Con maracuyaaá, con ma-ra-cu-yá' (canta). Los artistas funcionamos por instinto.
Voy a serte sincero: lo peor de la fama es no poder atender a todo el mundo. Yo sé lo que es que nadie te haga caso y me duele que un solo fan se quede sin una sonrisa y un holograma. El problema son las multitudes y vuestro sistema de transferencia de pensamiento. No sabes lo que es cuando una multitud te sintoniza y te pide cosas locas, como que les enseñes las ventosas. ¡Pero si no tengo! (ríe).
¿Cuánto tardé? Nada. Sucedió en la misma escalerilla del transbordador. En cuanto noté el calor de la atmósfera acondicionada y me deslumbró el brillo de los tres soles. En cuanto respiré el aroma a nitratos, tan marino, del oxígeno artificial. ¿Sabes lo que pensé? Es una isla. Y me sentí en casa. Cuando me pusieron el collar de flores ni siquiera vi que era un dispositivo telemático de extrainmigración. ¡Creí que era un lei hawaiano! Esa felicidad de encajar al instante está en mi primer disco aquí, 'Hamaca para dos… o tres'.
Puedes preguntarme lo que quieras, ya lo sabes. A esos críticos nativos que me acusan de no estar haciendo siempre lo mismo, solo les diré que se limpien un poco el vello sensorial y escuchen mis discos con atención. Si no ves que todas mis canciones son la misma canción, igual no entiendes nada.
Era justo al revés. La fiesta allí era la excepción: un paréntesis entre el esfuerzo y la producción. Parece increíble, ¿verdad? Pero es que el verano ni siquiera era perpetuo. Una cosa enfermiza. Había sitios en los que hacía frío. Y había un tipo de música que se llamaba clásica y no se bailaba. Sé que hay quien idealiza un pasado que en realidad no era así y a mí me da igual. Pero hay que ser más agradecido con este planeta. Me dirán que lo que pasa es que yo aquí soy número uno, pero no tiene que ver con eso. Tiene que ver con el sentido de la vida. Lo digo en 'Planeta Verano'. Deja de hacerte el sor-do, tú añoras el invier-no, pero es porque estás gor-do (canta).
¿Los Anfitriones? Qué te voy a decir. Me lo habéis dado todo. Me encanta la mezcla entre la inteligencia superior y la debilidad por los ritmos simples, esa manera vuestra de enloquecer con un compás de cuatro tiempos, el modo en que se os eriza el segmento antenal del cefalón si suena una trompeta caliente y marca el bongó un ritmo irresistible. Tenéis una forma de ser fantástica. Conectamos. Vuestra necesidad biológica de dormitar bajo el sol, la necesidad metabólica del alcohol, vuestro celo constante e indiscriminado. Qué suerte haberos encontrado. Lo canto en 'Mi gente extraterrestre' y me emociono. Mira, se me pone la piel de gallina, es una cosa humana. (Le tiemblan los ojos y se le llenan de una sustancia líquida, respira hondo.) Las palmas con tentáculos suenan mucho mejor, suenan mucho mejor —mejor, mejor— las palmas con tentáculos (canta susurrando).
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