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Estudió Periodismo, pero no por vocación. «Yo lo que quería era escribir», confiesa Victoria Martín (Madrid, 1989). Guionista, cómica y actriz sin pelos en la lengua, su popularidad ha explotado gracias a sus jugosas intervenciones en 'Yu: no te pierdas nada', en las que ... disecciona a los pijos que trufan las portadas del '¡Hola!' y coleccionan seguidores en Instagram; el podcast 'Estirando el chicle', que conduce junto a Carolina Iglesias, y 'Válidas', la serie que coprotagoniza.
-¿Cómo le ha tratado la covid?
-La verdad es que lo he pasado bastante mal. No he necesitado hospitalización, pero no es ninguna broma, por eso lo dije en redes sociales. En mi caso, para nada ha sido como un resfriado. Es una cosa súper seria y todavía estoy con dolores de espalda y un cansancio absoluto. Solo me había puesto una dosis y me infecté en un rodaje la misma semana, una faena.
-¿De pija se sale?
-A mí es que me apasiona ese mundo. No lo soy, pero sí que lo he tocado un poco íntimamente por los colegios a los que he ido, a pesar de proceder de una familia normal. Y es verdad que es un mundo que me gusta mucho parodiar, me gusta mucho cómo viven los ricos, la forma absolutamente narcisista que tienen de mirar, y siempre hago la crítica desde ese personaje porque me divierte mucho más. Pero sí, yo creo que no se sale. Nunca hay que salir de ser pijo.
-¿Marca mucho educarse en un colegio del Opus? ¿Se lo ha perdonado a sus padres?
-(Ríe) Se lo he perdonado porque ahora estoy contando todas las historias que me han traumatizado. Yo les digo que ahora me estoy cobrando lo que me han hecho pasar. Marcó un antes y un después en la forma de relacionarme con mi sexualidad, con los chicos... Al final te relacionas de una manera súper poco sana. Te inyectan la culpa desde que eres súper pequeña y es muy peligroso. Yo, la verdad, no lo recomiendo (ríe).
Un bebé llorón en el maletero. «El otro día le compré a mi sobrina un bebé llorón. Iba ya con las pilas y lo metí en el maletero. Paré a echar gasolina y comenzaron a oirse sus gritos. Cuando me miró el señor de la gasolinera, le dije que no era un bebé de juguete, que era de verdad. Se angustió tanto que le tuve que enseñar el muñeco. Pero es comprensible que se lo creyera porque sería capaz de secuestrar un bebé, en plan Ricky Martin, aunque él solo lo compró».
-¿Por qué estudió periodismo?
-Porque, realmente, soy una persona muy vaga (ríe). Simplemente fue porque me encantaba escribir y como estaba entre Filología y Periodismo, dije: «A ver qué tiene menos salidas... Pues vamos a por Periodismo».
-¿Y cuándo se dio cuenta de que valía para el humor?
-Pues es que todavía no me he dado cuenta (ríe). No sé qué decirte. Siempre he sido muy payasa con mis amigos, mi familia y era como el rol que yo tenía para aportar algo. Siempre he sido una niña con poca autoestima y pensaba ¿cúal es la única cosa que se hacer bien? Pues hacer reír a la gente. Era como mi forma de tener alguna habilidad social y me cuesta mucho quitármela. Hablar en serio me cuesta muchísimo porque me supone ansiedad, es como mi máscara para que la gente no vea el ser despreciable que soy.
-Las anécdotas que cuenta sobre su vida son desternillantes pero ¿ha perdido alguna amiga por el camino?
-(Ríe). Un poco. Mi amiga Araceli, que es de quien hablo muchísimo y es mi mejor amiga, es médico y me dice que ya va por el hospital y van diciendo que hizo esto y lo otro. Ahora solo digo iniciales, pero todo el mundo sabe de quien hablo. Yo creo que hay más problemas con mi padre, cuando cuento que se hacía pajas a dos manos. Pero luego se ríen y se lo pasan bien porque ¿qué van a hacer? Por lo menos su hija hace algo.
-Han superado a espacios como 'Nadie sabe nada' o 'La vida moderna'.
-La verdad es que es bastante subidón. No nos lo esperábamos porque como es un podcast que no va de nada, y trata sobre nuestra visión de las cosas... Lo hacíamos por divertirnos, pero ha surgido todo de forma orgánica que es como funcionan las cosas. Por eso ha conectado tanto con la gente. También hemos hecho mucha compañía a lo largo del confinamiento y la gente nos ha cogido cariño aunque somos dos ratas. Creo que la gente quería oír también otros discursos y no solo las mujeres. Nos escriben señores de 70 años diciendo que ojalá hubieran tenido estas referencias con quince años.
-Con esta explosión de popularidad, ¿cómo va el asunto de los dinerillos? ¿Han conseguido monetizar la propuesta?
-Pues es que somos muy pringadas. Al final siempre nos engañan. Es verdad que lo hemos conseguido monetizar con el 'show' que hacemos en los teatros, porque no tienes intermediarios, da igual si te llama tal plataforma o no porque realmente es el público el que compra la entrada y va a verte. A mí, de todo lo que hacemos lo que más me gusta es el directo.
-Hace unos meses, en el programa en el que Gakian acudió como invitada, hablaron de la toxicidad en las relaciones laborales y en el trabajo. ¿Le ha tocado situaciones así de cerca? ¿Y surgen casi siempre de un ámbito masculino y machista?
-No, también femenino, porque todos hemos crecido en el mismo sistema absolutamente patriarcal, que nos empuja a competir. Yo creo que una de las cosas buenas que intentamos hacer en el programa, invitando a todas estas mujeres maravillosas y de éxito, es dejar claro que no hay que competir, que si nos unimos las cosas van muchísimo mejor. Yo he tenido experiencias con jefas que me han tratado muy mal, el periodismo es complicado y la forma de trabajar es súper precaria. Por eso intentamos hacer ver en 'Estirando el chicle' que si nos cuidamos y nos ensalzamos, nos va mejor.
-En ese mismo programa, dijo que no se veía haciendo esto durante muchos años. ¿Es muy agotador hacer comedia o ser ingenioso siempre?
-No es tanto por eso. A mí lo que más me gusta es escribir, pero es verdad que me genera mucha ansiedad este mundo y la exposición que conlleva, que es una cosa que no me gusta nada. Yo tenía una cuenta de Instagram en la que subía mis gilipolleces y mis pensamientos, no tenía tanta respuesta y era mucho más libre. Ahora me doy cuenta de que cada cosa que digo está súper marcada, se saca punta de las cosas porque es comprensible, te ven más y opinan más. Me genera mucha ansiedad ser un personaje que la gente empieza a conocer y eso me supera muchas veces. Pero luego tiene otra parte que es maravillosa y no la cambio por nada.
-Hace guiones, presenta, actúa, ha hecho monólogos. ¿Qué es lo que menos le gusta?
-No me gustan nada los monólogos ni el 'stand up'. No sé si en algún momento de mi vida lo repetiré alguna vez, pero no me gusta encorsetarme con el texto. Acostumbrada a hacer secciones y podccast y a escribir mucho, enseguida me empiezan a aburrir los textos y no soy buena. Ahora, me encanta ver monólogos, pero lo que más me gusta es escribir guiones de ficción, pero es imposible. Hemos intentado vender 'Válidas 2', porque la primera la vio mucha gente y creíamos que podía haber una oportunidad al ser autoproducida, pero es muy complicado porque a pesar de estar en esta posición yo no tengo hueco todavía.
-Creía que con el subidón del programa sería más fácil...
-Es que es un mundo con un acceso muy complicado, pero sí es verdad que mi sueño de pequeña siempre ha sido escribir series de ficción, de comedia, es lo que más me llena y con lo que más disfruto.
-¿Qué le pareció la ausencia de cómicas en la programación de La Chocita del Loro? ¿La sala madrileña huele a cerrado?
-Hombre, por favor, huele a esmegma. Es que yo creo que no se enteran de nada. Nosotras a veces pensamos que vivimos en una burbuja porque la gente con la que nos relacionamos evidentemente no es LGTBIfóbica, no es machista, pero es que lo que está empezando a ser una burbuja es lo suyo. Creo que el hecho de ser rancio, machista y decir que las mujeres no tenemos gracia y todas estas gilipolleces que me parecen del siglo pasado es ya la burbuja, la burbuja de los señores que tienen a Cristiano Ronaldo en la foto de perfil y te llaman puta y zorra. Esa es la burbuja, creo que los jóvenes están en otra onda. Yo lo miro con positividad, que luego a lo mejor no tengo razón en esto, pero yo creo que están viviendo en los márgenes y me alegra muchísimo.
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