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Isaac Asenjo
Madrid
Viernes, 9 de septiembre 2022, 00:02
Este 'tiempo loco', como se dice, estos fenómenos meteorológicos adversos que están ocurriendo en los últimos meses en España están acostumbrando a nuestro vocabulario a nuevos términos. En el ascensor se siegue hablando del tiempo, sí, pero no solo de si va a llover o ... no. Ahora se habla del reventón cálido, de las danas... José Miguel Viñas, experto de Meteored y autor del libro 'Conocer la meteorología' nos explica de manera sencilla estos fenómenos, que cada vez ocurren con menos excepcionalidad.
Este fenómeno ha sido el causante de la tragedia del Medusa Festival de Cullera (Valencia), que provocó un muerto este verano y también estuvo en el origen del derribo de una noria en Gandía el año pasado. «Hace referencia a una corriente descendente de aire que, al llegar al suelo, se expande de forma violenta, provocando rachas de viento intensas de consecuencias devastadoras, originada en el seno de una nube de tormenta, que baja rápidamente y se mueve horizontalmente sobre el suelo a largo de varios kilómetros«, explica José Miguel Viñas. El reventón se clasifica como húmedo o seco dependiendo de si la precipitación llega al suelo o no. Al ser un fenómeno local, es difícil de prever con suficiente antelación. «Se puede predecir un entorno tormentoso favorable a la formación de reventones cálidos, pero es imposible precisar en qué zonas concretas se producirán», ahonda el especialista.
Es difícil hasta de pronunciar, pero ya nos vamos acostumbrando. Se trata de la nube de tormenta por antonomasia, muy compacta, de forma redondeada y grandes dimensiones. Durante el invierno se asocia al paso de los frentes fríos, mientras que en verano es el resultado del calor, la humedad y la fuerte convección que hace que el vapor de agua se eleve hasta los niveles superiores de la atmósfera y se enfríe por las bajas temperaturas en esta capa y se condense. Dentro de estas nubes hay corrientes de aire que suben en la parte central y bajan en la lateral. Su presencia está asociada, en ocasiones, con granizadas, fuertes descargas de lluvia y enormes rachas de viento, como la que costó la vida en agosto a un bebé de veinte meses en Girona, con la caída de forma «excepcional» de piedras de hielo de hasta diez centímetros de diámetro. Las altas temperaturas del Mediterráneo favorecen el desarrollo de tormentas fuertes.
Término contradictorio que hace referencia a aquellas con lluvias «escasas o inexistentes», rachas fuertes de viento o caída de rayos y que pueden dar lugar a un riesgo «muy alto» de incendios forestales, explica el experto de Meteored. Ocurre, sobre, todo en lugares de gran sequedad ambiental.
En cuanto hace mucho frío, o mucho calor, le añadimos por delante la palabra ola. Sin embargo, no es lo mismo frío que ola de frío en términos meteorológicos. Para hablar con propiedad tenemos que tener en cuenta una serie de criterios técnicos, que en España establece la AEMET. Las olas se diferencian de los episodios de altas temperaturas en que las primeras «duran más (al menos tres días consecutivos) afectan a zonas más extensas y alcanzan valores por encima de los normales», resume Viñas. Las de este verano han traído consigo noches tropicales o cálidas (se llaman así a las noches en las que las temperaturas que superan los 20 grados) y tórridas (si el termómetro no baja de los 25.
Hablamos de una entrada de polvo en suspensión procedente del Sáhara que hace que el cielo adquiera un color terroso (ocre, parduzco, amarillento, naranja, rojizo). Lo más llamativo es que se reduce la visibilidad por la presencia de partículas secas y puede causar problemas respiratorios. José Miguel Viñas explica que en los últimos años parece observarse un aumento de la frecuencia de intrusiones de polvo sahariano que alcanzan la Península y Baleares, extendiéndose en algunos casos a otras zonas del continente europeo, «aunque aún no disponemos de estudios que atribuyan de forma clara ese cambio de comportamiento con el cambio climático».
Cada vez son más familiares las «depresiones aisladas en niveles altos» para contrarrestar el «uso abusivo» de la expresión «gota fría». El fenómeno describe «una bolsa de aire frío anclada y aislada cuyos efectos repercuten sobre el tiempo en la superficie terrestre», normalmente «recrudeciendo» la situación de calor, con un alivio de las temperaturas, acompañado de tormentas y lluvias. Pueden formarse en cualquier época del año, aunque son poco frecuentes en verano. No confundir, advierte el meteorólogo, con 'dorsal anticiclónica', un patrón atmosférico que tiende a traer calor en verano, mientras que en invierno favorece la caída en picado de las temperaturas por la noche.
Conocidas como 'meteotsunamis', son fenómenos provocados por variaciones en la presión atmosférica y se traducen en subidas y bajadas bruscas de la marea en cuestión de segundos. Lo habitual son oscilaciones de entre 60 y 120 centímetros, con un período de oscilación de unos diez minutos.
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