Álvaro Arizcun Sánchez-Morate
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Álvaro Arizcun Sánchez-Morate
Álvaro Arizcun Sánchez-Morate (Madrid, 65 años) acaba de colgar las alas tras 36 años volando como comandante de Iberia, donde aterrizó procedente del Ejército del Aire. Arizcun ha pasado más de 21.500 horas a los mandos de aviones de la principal aerolínea española ( ... y otras 3.200 como militar), el equivalente a tres años y pico volando sin parar o a «muchísimas vueltas al mundo», como él dice para quitar importancia a que son más de 250 circunnavegaciones. Empezó en 1987 con los Boeing 727 y los 747 (los famosos Jumbos), siguió con los McDonnell Douglas y ha concluido su carrera, que incluye el Falcon, pilotando los Airbus 340, 330 y el 350, el último que Iberia ha incorporado a su flota. Eso de «señores pasajeros les habla el comandante» lo pronunció Álvaro por última vez hace solo unos días rumbo a Washington en la travesía que puso punto final a toda una vida en los cielos. A partir de ahora disfrutará de la abogacía (es letrado en ejercicio), el golf, el mar y de sus dos nietos... y si se tercia hará una escapada a Boston, su ciudad favorita. «Aunque lo que realmente me apetece es recorrerme España en coche. Luego ya veremos si me subo a otro avión porque ya estoy muy viajado».
-¿Los pilotos tienen los pies en la tierra?
-¡Hombre yo creo que sí! Hasta que despegamos, sí. Cuando estamos en el aire, la cosa cambia.
-¿Cómo se vive en las nubes?
-Pues con una sensación muy peculiar. Una vez que despegas, arriba se está a muy a gusto la verdad.
-Y allá en los cielos, ¿se siente uno más cerca de Dios?
-Pues sí. Yo soy católico practicante y allí arriba me siento mucho más cerca de Dios. Hay veces que el espectáculo es tan grande que sientes que hay algo más trascendente que nosotros.
-¿Cuál es el aeropuerto donde uno siempre quiere aterrizar?
-El que está en casa, el de Madrid, jajajaja.
-¿Y en cuál hay que santiguarse para hacerlo?
-Hombre hay algunos en los que en cierto modo sí que hay que santiguarse, sobre todo en Centroamérica. Y en España en la cornisa cantábrica también hay alguno complicado.
-Y de los bonitos, de los que merece la pena aterrizar por su belleza o las vistas que ofrece… ¿con cuál se queda?
-Con el de Guatemala. Es imponente, está rodeado de volcanes, es muy verde… aunque con la meteorología adversa es de los difíciles.
-Antes los pasajeros reconocían un larga travesía o un aterrizaje suave con aplausos, ¿continúa esa tradición o va a menos?
-Va a menos, pero de vez en cuando sí se animan, sobre todo cuando ha habido turbulencias y el avión se ha movido. En los vuelos de largo recorrido los aplausos no se escuchan desde la cabina porque está muy separada, pero te lo transmite la tripulación.
-¿Cuál es el amanecer más bello que se puede ver desde allí arriba?
-Los Alpes. Ver ese amanecer es increíble.
-Hablando de los Alpes, ¿qué pensó en aquella tragedia del Germanwings?
-Que lamentablemente algo había fallado. Pero la industria ha aprendido de aquello.
-¿Se atreve a pronosticar cómo volaremos dentro de 20 años? ¿Habrá alguien en la cabina?
-Siempre habrá alguien en la cabina. Por muy automatizados que estén los sistemas el factor humano es imprescindible. Hay ciertas condiciones en la meteorología que no admiten un control automático porque pueden evolucionar de manera imprevisible en el corto plazo.
-¿Se volará más rápido?
-Más rápido sí, pero la industria tiene que evolucionar para que sea más eficiente desde el punto de vista de la contaminación. Y también se acortarán los tiempos muertos en los aeropuertos, por ejemplo en los sistemas de embarque para hacerlos más rápidos y sencillos y poder competir con el tren.
-¿Verá vuelos comerciales a Marte?
-¡Noooo! A la humanidad le queda bastante para ver esos vuelos.
-¿Se compadece del cáterin que sirven a los pasajeros en algunas líneas aéreas?
-En algunas líneas sí, pero el nuestro es magnífico, lo digo de verdad.
-¿Es de esos pilotos divulgativos a los que le gusta ir dando explicaciones a los pasajeros?
-Hombre depende del momento. Cada piloto desarrolla una rutina. Yo siempre me dirijo a los pasajeros en circunstancias normales y también si hay algo que se sale de lo normal. Hace poco, concretamente, empezamos el rodaje y tuvimos un problema técnico y hubo que parar. Si le explicas al pasajero lo que ha ocurrido y le das información, se queda tranquilo y con confíanza. Al principio me gusta explicarles lo que se puede esperar de la meteorología y por dónde vamos a pasar. Y luego les dejo tranquilos, que seguro que quieren descansar. Si son las siete de la mañana y van durmiendo, no te vas a poner a contarles que estamos cruzando los Pirineos. Al pasajero no le puedes dar mucho la tabarra.
-¿Un piloto duerme en el trayecto o se lo deja todo al automático?
-La normativa te obliga a descansar a partir de unas determinadas horas de vuelo. Somos tres pilotos y si el vuelo dura por ejemplo nueve horas tenemos un compartimento, el 'crew rest', con una especie de litera donde descansamos dos o tres horas. Y además, el manual también contempla otra figura que se llama 'descanso controlado en vuelo', que es una especie de cabezada que no puede durar más de 40 minutos… como casi todo en la vida, esa siesta también está regulada, jajaja.
-Y si un niño le pide ver la cabina...
-En vuelo tenemos una normativa muy restrictiva, pero en tierra me encanta que se pasen por la cabina. Lo que no dejo es que me hagan fotos, eso también te lo digo. Pero a la cabina sí, me gusta mucho que vengan, y normalmente también se apunta el padre o la madre.
-Cuente alguna curiosidad que seguro que en 36 años algún parto en vuelo ya le habrá tocado…
-Pues parto no, pero una vez aproximándonos a Vigo, el avión se movía muchísimo la verdad. Estaba incomodísimo. Tras dos aproximaciones frustradas en Vigo nos fuimos a Santiago de Compostela y al aterrizar una señora mayor me dio dos besos y un billete de mil pesetas, jajaja. Lo debió de pasar mal y quiso agradecerlo así.
-¡Qué bueno! ¿Qué hizo con las mil pelas?
-Nos tomamos unas cervezas.
-¿Los pasajeros de primera son tiquismiquis?
-Normalmente no. Son gente que paga más por descansar. De vez en cuando sí aparece alguna familia muy pesadita que por aquello de que tienen dinero se creen que pueden dar la lata a todo el mundo.
-Y en general, ¿cómo nos comportamos los españoles?
-Bastante más educados que los nórdicos, por ejemplo. He tenido incidentes serios con pasajeros nórdicos, hasta de llamar a la Policía. No sé si vienen ya bebidos o qué. Con pasajeros españoles, jamás.
-¿Se liga más cuando dice que pilota aviones?
-Eso es una fake news como la catedral de Burgos, jajaja. Forma parte de la leyenda. Yo llevo casado con mi mujer 37 años, jajaja.
-¿En verano ve más caras de felicidad?
-Sí, sí, por supuesto. Sobre todo cuando vuelas a las islas. Cuando lo haces en invierno a Nueva York o a Chicago, donde hace un frío polar, la gente normalmente no va con esa cara de felicidad.
-¿Hay que tener nervios de acero para ser piloto o eso se lo dejamos a los controladores?
-Hay que ser templado y hay que saber controlar el estrés. Eso es fundamental. El que no controle el estrés más vale que no se meta en esta profesión.
-Si pilotara el Falcon, ¿qué diría a sus ocupantes?
-¡Lo piloté hace años!… Les diría que se pongan de acuerdo, jajaja.
-Tantos aeropuertos y ciudades... ¿le queda algún país del mundo por visitar?
-El sudeste asiático… pero no tengo ganas de ir. Está muy lejos y ya estoy muy viajado. Lo que me apetece es pasearme por España con el coche y luego ya veremos si me subo a un avión por placer.
-Y una ciudad para perderse
-Boston. Me encanta.
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