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Fermín Apezteguia
Lunes, 25 de septiembre 2017
El consumo durante la gestación de medicamentos contra la enfermedad mental resulta mucho más seguro que su completa retirada. Tres especialistas vascos –los psiquiatras María José Zardoya, Luis Pacheco y Juan Medrano– acaban de publicar una revisión de su libro de 2007 sobre 'Uso de psicofármacos en el embarazo y la lactancia', donde se apuesta abiertamente por mantener la medicación, cuando se trata de pacientes con enfermedades graves. La suspensión total de la terapia, como se venía recomendando tradicionalmente –sobre todo a través de pediatras y especialistas de Atención Primaria–, podría causar en algunos casos daños más graves, tanto para la madre como para su bebé.
«Lo importante es que sepamos ajustar la terapia a las necesidades de cada paciente. Cuando se trata de enfermedades mentales menores, como ansiedad y depresión leve, es posible que podamos quitar la medicación y tratar a la mujer con psicoterapia. Pero si hablamos de lo que denominamos como patología mayor, como psicosis o trastorno bipolar, la situación cambia», argumentan los expertos. «El trastorno no tratado de la madre puede influir de manera negativa en la evolución de la gestación», explican.
El trabajo editado por Zardoya, Pacheco y Medrano, disponible sólo para profesionales sanitarios a través de la web de Osakidetza, constituye uno de los dos únicos manuales sobre esta cuestión existentes en la literatura médica latina, junto con otra publicación de origen argentino. Tradicionalmente, había dos razones fundamentales por las que los especialistas apostaban por retirar toda medicación durante el embarazo. Existía, por un lado, la creencia de que los psicofármacos provocaban malformaciones congénitas y, por otro, se pensaba que los cambios emocionales y hormonales de la gestación permitían una mejoría de la salud de la mujer.
Ni una ni otra son ciertas. La evidencia científica demuestra que entre un 3% y un 5% de todos los niños nace con algún tipo de malformación. La mayoría de esas complicaciones, más de la mitad, hasta un 60%, se deben a causas desconocidas y sólo una mínima parte, el 3%, que suele manifestarse por lo general con trastornos como espina bífida y labio leporino, están directamente relacionadas por la exposición a medicamentos del bebé.
Entre una y otra quedan muchas razones más. La principal, los factores hereditarios (entre un 20% y un 25%), pero también tienen un peso importante las anomalías cromosómicas (hasta un 10%), la mutación de genes y los factores ambientales. «La obesidad y el consumo de tabaco y alcohol resultan mucho más nocivos para la salud del feto de su madre que la medicación psiquiátrica», advirtieron los autores en una entrevista con El Correo.
Evaluar riesgos. La toma de fármacos durante el embarazo resulta más segura que el abandono de la terapia
Evidencia científica. Un 5% de los niños nace con alguna malformación y de todos ellos sólo el 3% se debe alos medicamentos
Lactancia. Existen psicofármacos que permiten dar pecho al bebé, pero el psiquiatra debe controlar el proceso
La experiencia ha puesto de manifiesto que dejar de medicar a las pacientes les coloca en riesgo de sufrir episodios de crisis fuera de control. Los bebés, por su parte, se exponen a nacer con bajo peso, menos capacidades adaptativas y a venir al mundo de manera prematura y con más posibilidades de que en el alumbramiento sea necesario el uso de fórceps. Los fórceps son una especie de tenazas en forma de cucharones de ensalada, que se utilizan para ayudar a nacer al bebé, cogiéndolo de la cabeza. Tienen para la madre el riesgo de que sufra desgarros; y para la criatura, por lo general, peligro de moratones y lesiones leves, que son graves en muy raras ocasiones.
La aparición de nuevas medicaciones y la evidencia científica de la última década ha permitido a los especialistas cambiar los criterios de atención a las gestantes con enfermedad psiquiátrica. «Lo ideal –detalla Pacheco– sería programar el embarazo con tiempo para evitar el consumo de todo tipo de tóxicos y ajustar a tiempo la medicación. Pero eso no siempre es posible», añade Medrano. «Casi uno de cada tres embarazos (30%) se produce de manera inesperada en la población general. Ocurriendo así, el feto podría estar expuesto en ese primer mes no sólo a todo tipo de fármacos, sino también a tóxicos mucho peores, como el tabaco y el alcohol».
El cuidado del primer trimestre es fundamental en toda gestante, porque en ese tiempo es cuando se forman los órganos. La retirada de la medicación en trastornos leves de ansiedad o depresión no suele ser problema, porque puede resolverse con la implantación de una terapia psicológica. Por el contrario, el control y manejo de patologías de carácter grave, como la psicosis, esquizofrenia y trastorno bipolar, exigen el uso ineludible de psicofármacos. «Lo ideal es que el embarazo se haga de forma programada», recalca Zardoya, porque el actual arsenal terapéutico, que es bastante amplio, permite a los especialistas recurrir a medicamentos compatibles con el embarazo. La elección de uno u otro fármaco depende de la situación de cada paciente.
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