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Todos tenemos un hijo favorito, aunque no queramos admitirlo. Por mucho que pensemos que repartimos los afectos de manera equitativa, no es verdad. Quizá no ... seamos del todo conscientes –ocurre en la mayoría de los casos–, pero en el fondo se nos ve un poco el plumero. Lo reconoce hasta la ciencia. En 2023 un estudio publicado en 'Frontiers of Psychology' le puso cifras: esta situación se vive en un 65% de las familias. Y este enero otra investigación ha ahondado en los detalles del fenómeno e incluso ha elaborado algo parecido a un retrato robot para determinar quién es el hijo favorito.
El informe, elaborado por la Universidad de Brigham Young de Utah (EE UU), detectó tres tendencias: las niñas suelen convertirse en las favoritas, los hijos mayores lo son más que los menores y ser responsable y amable predispone también a estar en lo alto del podium. Las combinaciones de estos factores determinan hacia dónde se inclina la balanza paterna. El estudio, en el que participaron 19.000 personas, da pistas, por tanto, de cómo funciona el proceso inconsciente por el que un hijo se gana ese rincón especial en nuestro corazón.
Es fácil de entender en el último caso: si el crío es menos conflictivo, nuestra labor es más sencilla. «Cuando un padre se siente más confiado en sus competencias parentales afloja más las normas y se muestra más afectuoso», explica Mónica Rodríguez Enríquez, doctora y profesora de Psicología en la Universidad de Vigo. En el caso de preferir a las chicas antes que a los chicos se trata de motivaciones mucho más sutiles y, de hecho, los participantes no se daban cuenta de que hacían esta diferencia entre géneros.
En algunos casos, hasta los propios hijos sospechan que existe un favoritismo. Por ejemplo, los hermanos pequeños sí aprecian que los mayores tienen más libertades y que estas, además, a ellos les llegan más tarde en edad.
Las familias quieren que sus hijos se críen en igualdad de condiciones, obviamente. Pero esto es algo «complejo», advierte la psicóloga Alicia Banderas. «La realidad es que cada niño tiene necesidades y características únicas, por lo que el trato puede variar de acuerdo con ellas. Ser justos no siempre es dar lo mismo a cada hijo», añade.
Y, en ocasiones, puede que ese trato distinto huela, sí, a favoritismo. Algo que si no se ataja tiene un «impacto negativo en el desarrollo emocional» de los críos, prosigue Banderas. Diversos estudios señalan que los 'no favoritos' presentan más probabilidades de sufrir depresión, su autoestima decrece y sufren más alteraciones de la conducta. También puede ser el detonante de problemas futuros: tanto Banderas como Rodríguez reconocen que es habitual descubrir en las consultas que ciertos comportamientos y dificultades de niños y adultos están relacionadas con no haber sido el favorito de los padres.
Llegados a este punto no cabe otra que preguntarse cómo frenar el favoritismo. Cuando es consciente y deliberado, por supuesto, pero sobre todo cuando lo ejercemos de una manera en la que ni nos damos cuenta. «No existen los padres perfectos. Hay que tomar conciencia y analizar la situación», recomienda la docente de la Universidad de Vigo. «Es el primer paso», apoya Banderas. ¿Y si detectamos nuestro propio sesgo? «Reconozcámoslo sin culpas, pero comprometiéndonos a cambiar».
Y, para ello, nada mejor que quedarse con esta idea de Rodríguez: «La familia es un equipo, no una competición. Imaginemos un equipo de rugby: hay jugadores muy diferentes y con roles distintos. Pues en la familia, lo mismo. Cada uno hace su función y no todos tenemos la misma».
Tips para evitar favoritismos
Evita las comparaciones entre hermanos «Mejor celebra los logros de cada uno».
Adiós a la reglas del «más/menos» No utilices estas palabras para describir a tus hijos.
Necesidades diferentes Reconoce que cada uno necesita cosas distintas y no pongas la etiqueta de «niño problemático».
Disciplina justa Aplica las mimas reglas y consecuencias para todos «sin importar si uno es más rebelde que otro».
No distingas por género «Cada hijo o hija debe recibir el mismo apoyo, afecto, independencia...».
Tiempo individual para cada hijo Hay que hacer cosas en familia, pero también quedar con cada hermano por separado para hacer planes.
Transparencia «Habla con tus hijos sobre el amor incondicional que sientes por ellos y explícales que aunque cada uno puede necesitar diferente atención, todos son importantes y queridos».
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