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De toda la vida, el ser humano ha buscado sustancias o mezclas extrañas para experimentar subidones o ciertas sensaciones que se suponen gratificantes. Incluso en la más tierna infancia. Los niños, allá por los 80, echábamos a los refrescos de cola unas chuches de regaliz ... llamadas torpedos porque 'así pegaba más' (¿más qué?, ahora nos da una mezcla de pena y risa). Y los más 'atrevidos' agregaban a su bebida aspirinas en lugar de torpedos... Había quien aseguraba que eso te transportaba a otra dimensión de la que algunos no habían logrado salir, ¡ni que fuese peyote...! Para colmo, siempre había algún toxicómano del barrio al que citar como ejemplo.
El caso era probar qué le pasaba al cuerpo. Al llegar a la adolescencia se refinaban las 'sustancias': medicamentos veterinarios –quienes viven en pueblos lo saben bien–, pegamento para esnifar, setas alucinógenas... en fin, lo barato. Lo que ocurre ahora mismo es que los chavales ya no necesitan ponerse creativos (plataformas como TikTok lo hacen por ellos): en casa suelen encontrar todo tipo de fármacos, de los que usan sus padres, con los que hacer sus experimentos. Los tranquilizantes que papá usa para dormir, los analgésicos para las migrañas de mamá, la medicación para el riego cerebral de la abuela (como lo oyen, que algunos jóvenes lo toman en la creencia de que les ayudará en época de exámenes)... Algunos acaban viéndole atractivo a casi todo.
Por eso, los expertos alertan de que no es buena idea que el botiquín familiar esté al alcance de los chavales, que a veces no pueden evitar asaltarlo y tomar lo que encuentran en busca de algunos efectos.
«En primer lugar, el consumo de medicamentos sin supervisión médica puede provocar intoxicaciones graves debido a dosis inadecuadas o a combinaciones peligrosas. Además, el abuso de ciertos medicamentos, como ansiolíticos o analgésicos opioides, puede derivar en sobredosis, daños orgánicos irreversibles y trastornos mentales como ansiedad o depresión», detalla María del Carmen Mañas Padilla, profesora del Máster Universitario en Atención Educativa y Prevención de Conductas Adictivas en Niños y Adolescentes de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Asimismo, alerta de que esta práctica puede ser un paso hacia el consumo de drogas más potentes, «al buscar efectos similares, pero de mayor intensidad».
Según la experta, los medicamentos más comúnmente asociados con efectos intoxicantes entre los adolescentes que los toman por su cuenta –bien por automedicarse, bien por drogarse– son los opioides (como el tramadol o la codeína), las benzodiacepinas (como el diazepam o el lorazepam) y ciertos antihistamínicos con propiedades sedantes. «Estos fármacos pueden producir efectos como somnolencia extrema, euforia o relajación, que los adolescentes pueden interpretar erróneamente como recreativos –lamenta–. Sin embargo, incluso una sola dosis elevada puede tener efectos secundarios graves, como problemas respiratorios, pérdida de conciencia o daños a largo plazo en órganos vitales». Y ojo con ciertos medicamentos para la tos –una 'droga' popularizada por el raperos de Atlanta– que contienen codeína, porque, aunque parecen inofensivos, «también son susceptibles de abuso por sus efectos similares a los opioides», alerta.
Además de dar sustos porque el cuerpo y el cerebro de un adolescente no reaccionan igual a las medicaciones que los de los adultos, existe el problema de que se enganchen. Tal y como explica la experta, los opioides, como la codeína y el tramadol, generan rápidamente tolerancia y dependencia, lo que significa que el cuerpo necesita cada vez dosis mayores para obtener el mismo efecto. Las benzodiacepinas también son altamente adictivas y su abstinencia puede ser peligrosa, provocando convulsiones o crisis de ansiedad severa. Incluso algunos antihistamínicos, cuando se abusa de ellos, pueden generar una especie de dependencia psicológica. «Este potencial adictivo es preocupante en adolescentes, ya que sus cerebros están en pleno desarrollo y son más vulnerables a desarrollar hábitos y conductas compulsivas», advierte.
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