Nos vamos al pueblo
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El pueblo soriano que cambia merinas por veraneantesOncala fue uno de los tres municipios de Soria que José Luis Cuerda eligió para rodar hace cuarenta años su película 'Total', el inicio de la trilogía de 'Amanece que no es poco' y 'Así en el cielo como en la tierra'. El máximo exponente ... del cine surrealista español situó en esta localidad de las Tierras Altas un Londres apocalíptico en el que un pastor interpretado por Agustín González narra cómo sucedió la gran catástrofe del fin del mundo en 2598.
No sabemos qué deparará el futuro de este municipio dentro de 575 años. Pero, por el momento, esta pequeña localidad de poco más de 70 habitantes multiplica casi por diez su población en la época estival. Lo hace gracias a los hijos del pueblo que viven en localidades cercanas como Soria, Logroño, Calahorra, Estella o Tudela y que no desaprovechan la ocasión para inyectar de vida sus calles los fines de semana y en verano.
La historia de este pueblo castellano no se entiende sin su pasado trashumante. Así lo explica su alcalde, Urbano Arancón, que nació en Oncala hace 75 años. Al igual que la mayoría de los hombres del pueblo, hizo durante años la trashumancia con su rebaño de ovejas merinas por las dehesas de Extremadura y Andalucía. «En invierno se quedaban las mujeres, los niños, los ancianos, el alcalde y el cura. Era durísimo», relata. Los pastores regresaban en junio y ahora son los veraneantes los que a partir de esta fecha empiezan a asomar con cuentagotas hasta que se alcanza el máximo de población entre la segunda quincena de agosto y la primera semana de septiembre, cuando la localidad celebra sus fiestas. Después, volverán en el puente de diciembre para la Feria del Acebo, que los vecinos empiezan a preparar en octubre.
Arancón, que acaba de estrenarse como primer edil tras las municipales de mayo, es optimista y confía en conseguir un relevo generacional para la decena de mayores que aún viven de manera permanente en el pueblo y que superan la barrera de los 80 años. «Es muy difícil revertir esta situación, pero creo que se pueden hacer cosas. Aquí no podemos crear industrias pero sí viviendas y que la gente que trabaje en Soria o San Pedro pueda teletrabajar. En eso estamos, aunque es complicado», suspira.
En la parte alta del pueblo tiene su casa Adrián Pérez de Vicente, natural de San Sebastián. Él no tiene raíces en el pueblo, aunque su abuelo era soriano, pero ha encontrado en Oncala «la posiblidad de desconectar de una ciudad cada vez más turística y gentrificada», afirma. Entre sus pequeñas aspiraciones está la de que ningún visitante se marche de Oncala sin visitar sus dos museos: el de los tapices y el de los pastores.
El primero es una colección de diez grandes tapices flamencos –ocho tejidos sobre cartones de Rubens– y otros dos de temática profana que fueron donados por el arzobispo de Valencia Ximénez del Río, hijo ilustre de Oncala, que se encuentra en la iglesia de San Millán, del siglo XVII. Fueron confeccionados en los telares de Frans Van den Hecke y sus bocetos fueron concebidos para acomodar las salas del Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid. «Una joya como esta no puede estar cerrada», afirma el alcalde. Carla Jiménez, de Fuentestrún e ilustradora, acaba de enseñar la muestra a dos turistas de Valencia.
El segundo museo, impulsado por la asociación El Redil, acoge aperos y utensilios que empleaban los pastores de Oncala que trasladaban sus rebaños al sur durante los meses de invierno. Entre otras piezas destacan un carnero a tamaño real, réplicas de una vivienda de la época, un chozo y paneles interactivos sobre temáticas como la Mesta o los diferentes tipos de ovejas en el mundo. El joven Miguel Pérez, estudiante de un grado superior de Imagen para el Diagnóstico y natural de Estella, será el encargado de enseñarlo este verano. Ya han pasado este fin de semana por aquí cinco visitantes. «Mi abuelo hizo la trashumancia de los 9 a los 35 años», explica.
¿Qué pueden hacer los jóvenes de su edad en verano en Oncala? «En agosto viene bastante gente joven, entre 15 y 35 años. Nos reuniremos unos sesenta o así y hay fiestas por todos los pueblos de alrededor». Además, dice, pueden ir a la piscina a Garray o San Pedro Manrique.
«Mis hijos se sienten más oncaleses que navarricos», explica Yolanda Herreros, nacida en Oncala pero residente en Tudela. Ella y su familia lucen orgullosos camisetas de Oncala mientras se resguardan del calor a la sombra tras realizar una ruta por los alrededores. Después se reunirán en el bar La Posada del Puerto para tomar el vermut y comer unos caracoles.
Es el único establecimiento que cuenta, además, con algunas habitaciones para los turistas. A la hora de comer concentra entre la terraza, la barra del bar y el comedor a medio centenar de vecinos. «Y eso que mucha gente ha marchado a Yanguas, donde son las fiestas».
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