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ÓSCAR DEL AMO
Crece el 'ghosting': cuando el amor se esfuma de las redes

Crece el 'ghosting': cuando el amor se esfuma de las redes

Abandonos virtuales ·

Es una forma cruel de romper con alguien, ¿por qué se recurre tanto a ella?

Viernes, 26 de marzo 2021, 00:15

El amor es para valientes. Es así. Y el desamor todavía más. A veces no nos queda otra que tomar decisiones difíciles a sabiendas de que vamos a romper un corazón, o tenemos que escuchar de boca de alguien que amamos cosas que nunca querríamos oír, o nos llega la hora de aceptar que ya no somos una prioridad en la vida del otro (o que quizá nunca lo fuimos, que es peor). El caso es que tenemos que dar la cara y no podemos escondernos y desaparecer sin más... ¿o sí? Si seguimos la ortodoxia tradicional, es difícil cortar una relación amorosa sin dar explicaciones. Pero, cuando los vínculos románticos o afectivos tienen su sustento en las redes sociales o las plataformas de mensajería como WhatsApp, 'desaparecer' puede volverse bien fácil: basta con dejar de enviar y contestar mensajes a la persona que supuestamente nos interesaba. Nos podemos desvanecer de repente y dejar al otro sin previo aviso ni ninguna explicación, sin recurrir siquiera a las manidas fórmulas de 'te quiero como amigo' o 'vamos a darnos un tiempo'. Silencio total y ya está. Como si se nos hubiese tragado la tierra, igual que si ese nexo que existía sólo hubiese sido un sueño. Este fenómeno cada vez más al alza, hasta el punto de que incluso la MTV le dedica un programa propio, se conoce con el termino anglosajón 'ghosting' (que viene a significar esfumarse, convertirse en un fantasma). Es una versión de lo que antaño, en la era preinternet y en plan más castizo, se conocía como 'se fue a por tabaco y nunca volvió'.

Y esto, se mire por donde se mire, es una práctica despiadada. La persona abandonada se queda sin saber qué ha pasado, a veces hasta preocupada por el destino del otro (¿y si le ha ocurrido algo?, ¿y si no está bien?). «Quien utiliza el 'ghosting' muestra su falta de empatía e inteligencia emocional», sentencia el psicólogo y escritor Sergio Bero, que en su último libro, 'La calma luchada', abordaba el universo de las relaciones amorosas en tiempos de las redes sociales. Casi todos hemos sido 'ghosteados' alguna vez en mayor o menor medida. Quizá no desde el punto de vista sentimental, que es la modalidad más frecuente y dolorosa, pero sí desde el amistoso o incluso el profesional. Sea como sea, es una forma de maltrato 'fino'.

Del cobarde al pasota

El propio Bero afirma que él ha sufrido 'ghosting'. «El sentimiento del abandonado es principalmente de incertidumbre y, dependiendo de la persona, atacará en cierta medida a su autoestima. Personalmente, desaparecer sin respuesta no es el modo en el que me manejo en mis relaciones. He cerrado historias de forma más o menos afortunada o donde mis argumentos para ese final no han sido aceptados, pero desaparecer sin contestar... no. Todas las personas nos merecemos responsabilidad emocional por parte de quien esté enfrente», reclama el psicólogo.

Los motivos del 'ghosteador' pueden ser muy distintos: desde la cobardía (no tiene valor para zanjar una relación), la intención de hacer daño (sí, hay quien lo plantea en plan venganza), el pasotismo (pierden el interés y no tienen ganas de pensar en cómo 'bajarse del tren')... Pero eso a la víctima le importa poco. El caso es que la han dejado de lado de la noche a la mañana sin motivo aparente. ¿Cómo salir a flote cuando nos infligen este daño? «La clave es el amor propio, la autoestima. No hay que dejar que la culpa nos invada ni responsabilizarnos de esa huida. Que una persona no tenga los recursos (o no quiera tenerlos) para expresar los motivos de un cierre no significa que nuestra valía se deba ver afectada», recalca Bero, quien aconseja que, si nos vemos en esa situación y sentimos rabia, debemos soltarla hablando de ello con nuestros amigos. ¿Y pedirle cuentas al 'ghosteador'? «No es necesario el confrontamiento con la otra persona porque, posiblemente, la respuesta que recibamos, si es que la hay, sería de reproche o de burla. Así que mejor pasar página dejando esta historia atrás», aconseja.

Nombres nuevos, prácticas viejas

«Ghosting, orbiting, zombieing, mooning, zumping, glamboozling, gatsbying, kittenfinishing, snooping, benching… –enumera Laura Cuesta Cano, especialista en Educación Digital y profesora de la profesora de la Universidad Camilo José Cela–. Parece que en la última década, con el boom del móvil, de las aplicaciones y de la conversación social, hubiéramos inventado un nuevo lenguaje para comunicarnos y para expresar todas nuestras emociones y sentimientos. Pero, aunque es verdad que muchas de estas nuevas prácticas las ha traído y potenciado la tecnología, como el hecho de cortar una relación por WhatsApp o Messenger, lo cierto es que antaño... ¿quién no ha dejado plantado a alguien que apenas conocía por teléfono, por vergüenza a hacerlo en persona? ¿Quién no ha dejado sin responder las cartas de un novio para que asumiera que todo había acabado? Es decir, en el comportamiento humano siempre han existido estas situaciones: la inseguridad, el narcisismo, la falta de autoestima, de empatía o asertividad». La experta recalca que las redes sociales o las plataformas digitales, al fin y al cabo, «son un escaparate de lo que cada persona desea mostrar», así que no podemos confiar en que todo lo que vemos en ellas sea la realidad.

Para el psicólogo y profesor universitario José Ramón Ubieto, autor de 'El mundo poscovid. Entre la presencia y lo virtual' (NEDediciones), el 'ghosting' es un producto lógico de nuestros días. «En su último libro, 'El fin del amor', la socióloga israelí Eva Illouz señala que las relaciones sexuales, afectivas y románticas contemporáneas se caracterizan porque las abandonamos rápidamente, entre otras cosas por falta de compromiso. Están marcadas por la libertad de retirarse. Y en este punto el sistema capitalista y consumista tiene mucho que ver, ya que nos 'entrena' para desechar rápidamente objetos, vínculos... Nos anima a la transacción constante, al intercambio. Y esto entronca directamente con el 'ghosting', donde el 'ghosteador' desaparece con facilidad y sustituye a un sujeto por otro».

Tal y como argumenta en su último libro, la pandemia ha disparado las relaciones virtuales y el anonimato, que, claro, han hecho que el 'ghosting' viva una época dorada. «Si ponemos el cuerpo siempre hay más compromiso, pero, con las restricciones, el confinamiento y el auge de las relaciones virtuales, se han creado vínculos poco perdurables, típicos del 'ghosting'», añade Ubieto, que vaticina que esta dinámica de conexión-desconexión entre personas se mantendrá en el mundo postcovid... es decir, saltará a las relaciones presenciales, donde se mantendrán más las distancias y habrá menos palabras que antes.

Es algo que ya se ve. «Hoy decir una palabra de amor a tu pareja es mucho más transgresor que cualquier encuentro sexual, que, además, muchas veces son mudos», afirma. Cada vez cuesta más encontrar amores que den la cara. Así, considera que cada vez habrá más 'ghosteadores', que él define como zombis siempre necesitados de 'carne fresca', pero que nunca ven saciada su hambre. «Buscando una satisfacción, paradójicamente renuevan una insatisfacción», apunta. Porque, normalmente, un 'ghosteador' es un personaje que suele actuar en serie. Le cuesta parar.

  1. El perfil del 'ghosteador'

    En busca de satisfacciones efímeras, inmaduros y sin empatía

Cuando sentimos algo hacia alguien y dependemos de sus mensajes, de sus 'likes' y de sus selfis para alegrarnos el día, sufrimos cuando nos cortan el grifo de repente y sin que sepamos la causa. ¿Podíamos prever que esa persona iba a pasar de ser atenta (y hasta fogosa) a la frialdad y el silencio más absoluto? «No hay un perfil nítido del 'ghosteador'», avanza el psicólogo José Ramón Ubieto, pero sí pistas de que la persona con la que mantenemos una relación virtual (o mixta, con una parte presencial) puede llegar a hacernos 'ghosting'. Estos son algunos rasgos que comparten los 'ghosteadores' de manual. Aunque todos podemos llegar a serlo en un momento dado, según los expertos.

Huyen de los problemas

Quieren tener relaciones, pero no responsabilidades. «Buscan una satisfacción efímera y sin apuros», señala Ubieto. Por eso, si notamos que sólo quieren sexo, risas y atención pero nosotros deseamos algo más y, sobre todo, si no responden a ninguna de nuestras necesidades (por ejemplo, no se molestan en intentar animarte si tienes un mal día)... es posible que se 'desvanezcan'. «Evitan el conflicto y no están cómodos expresando sus desagrados», añade Bero.

Son irresponsables

«Se caracterizan por la irresponsabilidad. Y por la falta de claridad y honestidad. Estas personas tienen la aceptación poco presente en su día a día», indica Bero.

Nula capacidad comunicativa

La nula capacidad de comunicarse asertivamente es otro de los rasgos. No les gusta hablar de según qué cosas, ni entrar en profundidades. Por eso, cuando quieren romper o alejarse, en lugar de contar qué les ocurre, cuál es la causa, se van por la vía fácil: esfumarse. Ni tienen capacidades comunicativas ni voluntad de tenerlas.

Falta de empatía

Pueden ser conscientes de que hacen daño, pero, simplemente, les importa un bledo. «Con su actitud muestran su falta de empatía e inteligencia emocional», apunta Bero. Paradójicamente, ellos, que infligen este dolor a los demás, serían muy sensibles si alguien que les importa desapareciese de su vida, porque están muy necesitados de atención constante, se creen muchas veces el ombligo del mundo. «Una persona narcisista no conecta con el dolor emocional de otra. Aquí tendríamos esa falta de empatía», recalca Sergio Bero.

Miedo a la intimidad

«Si sentimos que a esa persona le cuesta preocuparse profundamente por nosotros o si le incomoda que nosotros nos preocupemos profundamente por ella es que tiene miedo a la intimidad emocional», desvela Bero. Este es un rasgo clave de los 'ghosteadores', que también se muestran incómodos a la hora de expresar sus propias respuestas emotivas. Por ello, evitan llorar o mostrarse vulnerables.

'Orbiting', cuando ni comen ni dejan comer

Al 'ghosting' le ha salido una derivación que todavía es, si cabe, más sibilina. Se trata del 'orbiting', que es cuando alguien con quien manteníamos un contacto regular y estrecho en las redes deja de prestarnos atención y de responder a nuestros mensajes directos.Sin embargo, no se desvanece, como ocurre en el 'ghosting', sino que sigue ahí y podemos comprobar que mira nuestras fotos, historias, comentarios e incluso nos deja, a modo de limosna, algún emoticono, un monosílabo... Una migaja, vamos.

Es decir, pasa de ser comunicativo, amoroso, atento y hasta excesivo a un contacto mínimo, haciendo ostentación de ello. Que quede claro el desprecio y el desinterés. ¿Por qué? Si no quieren seguir manteniendo el nexo, ¿no sería mejor romper del todo? Esta actitud está muy estudiada: quieren tener a la otra persona en la 'reserva' por si les fallan otras opciones. Vamos, lo que tradicionalmente se conoce como 'ni contigo ni sin ti' o 'el perro del hortelano, que ni come ni deja comer'. Esta práctica es muy dañina para quien la sufre. Según la estudiosa Anna Lovine, que fue quien bautizó este fenómeno, la persona que practica 'orbiting' mantiene a su víctima «lo suficientemente cerca para que ambos se puedan observar; lo suficientemente alejada para nunca tener que hablar». ¿Qué hacer si te ves en esa situación? Si eres consciente de que te 'usan' y no te gusta, aléjate. No te aporta nada.

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