![Las diez leyes de la psicología que te ayudarán a encontrar el amor este San Valentín](https://s1.ppllstatics.com/rc/www/multimedia/2025/02/12/amor-san-valentin-kr6B-U230836430224EjD-1200x840@RC.jpg)
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Cada San Valentín, millones de parejas se sienten obligadas a demostrar su amor con obsequios y cenas a la luz de las velas (sin importar ... que estos detalles escaseen el resto del año). También son muchos quienes se sienten víctimas de una presión social acuciante: encontrar a su media naranja como sea.
Pensando en estos últimos, la psicología social ha investigado diversos principios que contribuyen a establecer una conexión significativa con otra persona; 'leyes' que según Sofía Rademaker, directora del Centro Psicológico SMC, «no se aplican a todo el mundo por mucho que estén estudiados y respaldados por evidencia científica». Aún así, ahí va una ayudita de Cupido...
Determina que las personas tienden a formar relaciones sólidas con quienes interactúan más frecuentemente y tienen físicamente cerca. «Esto viene representado por el dicho de 'el roce hace el cariño', y es cierto que, a más oportunidades de conocer y conectar con alguien, más oportunidades también de acercamiento. Por supuesto, también puede significar mayor probabilidad de conflicto, ya que la proximidad en sí misma no garantiza que se establezca una relación significativa, pero sí puede facilitarlo», explica Rademaker.
Por su parte, Laura Requena, psicóloga del centro Well Being Majadahonda, señala la excepción que confirma la regla: «Ciertos individuos colocan su atracción en el plano de lo inaccesible. Siempre se enamoran de quien vive en la otra punta del mundo o de alguien famoso, perteneciente a una clase social alta, descartando sistemáticamente a todos los demás».
Asevera la psicología que solemos sentirnos atraídos por personas con las que compartimos intereses, valores o actitudes similares ante la vida. Esto, en opinión de Requena, «obedece a un intento por reafirmar nuestra identidad a través de un tercero, en quien buscamos aquellas partes que nos gustan (o queremos perfeccionar) de nosotros mismos».
«Sin embargo -matiza Rademaker-, también conocemos el dicho de que 'los polos opuestos de atraen': la variedad también puede aportar a la dinamización de una relación. Aunque la similitud puede fomentar la atracción, es muchas veces una cuestión de equilibrio en el que se puedan integrar algunas similitudes y algunas diferencias».
Ciertos individuos (especialmente los que presentan una autoestima inestable) se sienten más atraídos por quienes les muestran un mínimo de interés o afecto. Un fenómeno que Rademaker ejemplifica con «la puerta de una casa a la que te apetecería entrar: si está abierta es más probable que intentes pasar a que si está cerrada. [...] Hay personas para las que esto tiene tanto poder que incluso relatan que 'no se fijan en si les gusta verdaderamente la otra persona o no' y que 'solo con que el otro/la otra persona se fije en él/ella, ya les es suficiente para mostrarse interesadas/os».
En el otro lado de la balanza, Requena recuerda que nuestro amante potencial podría obedecer al supuesto contrario: «Muchas personas tienden a buscar a quien les rechazó o les ignoró porque esto les motiva a perseguir su validación».
Un clásico: «Las experiencias que acumulamos de niños junto a nuestros padres influyen en la manera que tenemos de relacionarnos con los demás a lo largo de la vida adulta», describe la psicóloga del Centro SMC.
¿Cómo impacta esto en la búsqueda de pareja? Para Requena, si de niños «vimos cómo nuestros padres manifestaban sus emociones y se mostraban comprensivos el uno con el otro, de adultos entenderemos el amor de esa manera y buscaremos a alguien que nos ofrezca lo mismo. Por contra, otras personas pudieron haber entendido que los vínculos se basan en lo material, lo que les llevará a conceder más importancia a este tipo de detalles».
Nos gustan las personas auténticas y sin fachadas, sostiene este principio. De ahí que los 'expertos' del amor tiendan a mostrarse vulnerables o cometan pequeños errores para atraer al otro: «Al inicio de cualquier relación -prosigue Rademaker- intentamos mostrar lo mejor de nosotros mismos a nivel de cualidades, comportamientos, pensamientos y emociones (esto significa que, en el fondo, estamos mostrando una imagen distorsionada de nosotros mismos). Por eso, cuando dejamos que se muestre un poco de nuestra parte 'menos bonita', suele ser bien acogida por el otro. Estamos pudiendo mostrar una parte de nosotros menos actuada».
La profesional de Well Being Majadahonda añade que, «de alguna manera, el que el otro tenga 'carencias' nos quita presión al sentir que nosotros también podemos tenerlas y fallar en determinadas circunstancias, lo que insufla seguridad a la relación».
La última de las leyes aborda los prejuicios sociales; cómo tendemos a juzgar a una persona basándonos únicamente en características positivas o negativas (como el atractivo físico). Requena pone un ejemplo muy clarificador con los dibujos animados: «Nos han acostumbrado a que las brujas (malvadas) tienen la nariz grande y a que las princesas (benévolas) la tienen pequeña. Eso hace que terminemos asociando rasgos con cualidades, lo que conlleva desilusiones cuando idealizamos a alguien por redes sociales y al conocerlo descubrimos que es una persona completamente distinta». Dicho de otra manera: juzgar a un libro por su portada nunca es una buena estrategia si pretendemos esa conexión significativa de la que hablábamos.
Rademaker arroja un apunte final, y es que los principios se entrelazan y refuerzan mutuamente en la construcción de las relaciones: «Si te comportas de manera auténtica, es más probable que atraigas a personas que también aprecien esa autenticidad (efecto espejo). Tu lenguaje corporal puede ayudar a transmitirla y que la percepción de las pequeñas imperfecciones que surgen cuando cometes errores (efecto Pratfall) se vea acolchada por una aparente confianza en uno mismo, lo que seguramente refuerce el interés del otro y derive en una relación estable».
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Ana del Castillo
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