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J. Arrieta
Lunes, 4 de marzo 2024, 00:09
En un mundo interconectado, en el que nos hemos acostumbrado a acumular cientos de 'amistades' en las redes sociales, que nos acompañan las 24 horas desde el móvil que llevamos en el bolsillo, la soledad se ha convertido en un problema. Hasta el punto de ... que hay una cantidad asombrosa de estudios sobre sus diferentes variantes, entre las que la soledad crónica es la más preocupante. El remedio es conocido desde el mundo antiguo: hacer amistades, a poder ser, de las buenas. En un artículo reciente, la psicoterapeuta estadounidense Emma Nadler, autora de 'The Unlikely Village of Eden: A Memoir', va un paso más allá y plantea que, si nos sentimos solos, podemos marcarnos el objetivo de forjar una buena amistad al año.
Los seres humanos somos animales sociales y necesitamos el contacto mutuo para sentirnos bien. En su tratado 'De la amistad', Marco Tulio Cicerón ya escribió hace algo más de dos mil años que la soledad es una desgracia. Si «algún dios nos apartara de esta multitud de hombres –planteaba– y nos colocara en alguna parte en soledad y allí, procurándonos abundancia y acopio de todas las cosas que la naturaleza desea, nos quitara totalmente la posibilidad de ver una persona, ¿quién sería tan férreo que pudiera soportar esta vida, y a quien la soledad no quitaría el fruto de todos los placeres?». La amistad, sin embargo, «contiene muy grandes cosas; adonde quiera que te vuelvas, está al alcance de la mano, de ningún lugar se excluye, nunca es intempestiva, nunca molesta». La «amistad hace no sólo más espléndidas las cosas favorables, sino también más ligeras las adversas, compartiéndolas y poniéndolas en común».
No todos los amigos son iguales. De hecho, el asunto ha sido también objeto de estudio científico. La hipótesis del cerebro social del psicólogo y biólogo evolucionista Robin Dunbar (1998) «afirma que, de forma natural, podemos formar sólo un pequeño número de amistades muy íntimas (el grupo de apoyo, de unas 5 personas), otro grupo de buenos amigos (o grupo de simpatía, formado por unas ∼12-15) y uno amplio de unos 150 en nuestra red social activa de amigos y conocidos», entendidos como tales aquellos con los que se mantiene una frecuencia de contacto de más de una vez al año.
«Sin embargo, lo que importa no es el número de relaciones, sino la calidad de la conexión», plantea Emma Nadler. Por ello, esta psicoterapeuta anima a sus pacientes que se sienten solos a plantearse el objetivo de hacer una buena amistad al año. Que puede ser nueva pero también la renovación de otra que se haya dejado enfriar sin motivo concreto. La especialista ofrece cinco consejos para lanzarse a buscar ese amigo del año.
1. Recuperar el contacto con amistades con las que hemos desconectado casi sin darnos cuenta por azares de la vida: cargas familiares, el trabajo absorbente, las «restricciones pandémicas»... «Llama, envía un mensaje de texto, escribe una carta, envía una postal» a estas personas, plantea Nadler.
2. Hacer una petición específica para conectar. El «a ver si quedamos un día de estos», la fórmula de compromiso de la que tiramos cuando nos encontramos con un viejo conocido por la calle, no vale. «Un día de estos» significa nunca. Si nos interesa reforzar el contacto con una persona, es mejor «oye, ¿estás libre algún domingo de este mes para tomar un café?». «Ser más explícito sobre los planes funciona», segura la psicoterapeuta.
3. Para no perder el tiempo, identificar a quien este dispuesto de verdad a entablar una buena amistad. «Al igual que en una relación sentimental, dedicar energía a una persona que no está disponible emocionalmente conduce a la desconexión». Básicamente, se trata de fijarse en quien acepta los planes que uno plantea sin poner demasiadas pegas ni dar largas por sistema. «Intenta no tomártelo como algo personal, pero tampoco te esfuerces demasiado con alguien que no puede cumplir».
4. Establecer un momento fijo para quedar con una amistad. Puede ser una rutina semanal, como ir al gimnasio, o alguna actividad creativa. Ir al monte o dar un paseo semanal. La clave es que sea ineludible, según Nadler. Las reuniones periódicas «aportan una sensación de bienestar, estructura y pertenencia».
+5. Disfrutar del presente y ofrecer aprecio. «Siente curiosidad por la vida y las experiencias de tu compañero», plantea la terapeuta. «No seas tímido a la hora de expresar el cariño que sientes por tu amigo y por qué la relación es importante para ti».También es bueno dar las gracias cuando la otra persona ha escuchado nuestros problemas y nos ha ofrecido sus consejos. «Esta gratitud refuerza vuestro vínculo y se ha demostrado que profundiza la conexión y despierta un mayor interés en la relación.
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