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24 min.
Cuenta la psicóloga Anaïs Roux en su libro 'Neurosapiens' (Ed. Espasa) que un día tuvo una «acalorada discusión» con una colega... ¡por culpa de la ... actriz Gal Gadot!, nada menos. Cuando vio el trailer de la película 'Wonder Woman 1984' se quedó maravillada con la belleza de la actriz israelí. 'Qué guapa es esta mujer', pensó, a lo que su amiga contestó con un anodino 'pues a mí me parece normalita, la verdad'. Anaïs no daba crédito a las palabras de su compañera de profesión -«me hervía la sangre»-, así que se pasó los siguientes cinco minutos de la conversación tratando de convencerla de que «la belleza de Gal Gadot era absolutamente sublime». No lo consiguió.
¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué una persona que a uno le puede parecer preciosa a otra no le dice nada? ¿Es la belleza subjetiva o existe un tipo de rostro que gusta a todo el mundo? «Las últimas investigaciones han destacado dos aspectos que explican por qué una persona nos parece guapa. En primer lugar, la belleza tiene un carácter universal y eso explica el éxito de algunos modelos a nivel mundial. Y dos, lo que ocurre es que en esa percepción de la belleza también influyen las experiencias personales de cada uno, de ahí que no siempre coincidamos en el veredicto final», explica Anaïs Roux.
En términos generales, se podría decir que es una combinación de ambos factores. «No cabe duda de que la belleza está en los ojos de quien la observa y en esa percepción absolutamente subjetiva intervienen variables como la personalidad, la edad, la religión, la cultura, la raza... incluso los medios de comunicación. Ahora bien, tal y como señalan los estudios, existe un concepto de lo bello que va más allá de nuestras propias experiencias y es compartido por todo el mundo desde etapas muy tempranas de la vida. Por eso hay personas que nos parecen guapas aquí y en Pekín», explica la dermatóloga Ana Molina, quien pone como ejemplo una investigación muy curiosa llevada a cabo con bebés de seis meses.
El estudio demostró que los lactantes ya mostraban preferencia -«miraban más fijamente y durante más tiempo»- por las caras consideradas atractivas en todos los estudios científicos. Y aquí entra en juego otra cuestión, ¿qué características tiene que tener un rostro para ser percibido como bello en cualquier parte del mundo? Uno de los factores que más influyen en la percepción de este tipo de belleza más objetiva, también llamada 'matemática', es la simetría.
«Los adultos suelen encontrar más atractivos los rostros simétricos. Por ejemplo, ojos de igual tamaño y equidistantes de la nariz. Y esto ocurre porque la simetría facial se asocia a una mejor salud», coinciden ambas expertas. De hecho, dermatólogos y médicos estéticos recurren a la antropometría facial -el conjunto de medidas de la cara basado en líneas verticales, horizontales y ángulos- para hacer una evaluación del rostro antes de planificar los tratamientos.
«El segundo factor que determina la belleza universal de una cara es el efecto de las hormonas: los estrógenos (en ellas) y la testosterona (en ellos) juegan un papel fundamental en las características físicas que todos encontramos cautivadoras. A mayor presencia, mayor atractivo», puntualiza la autora de 'Neurosapiens'. Sin embargo, «por muy matemáticamente bella que nos parezca una persona, si no nos parece auténtica no la percibiremos como atractiva. A los seres humanos nos atrae lo verdadero, lo real. Y rechazamos de forma inconsciente aquello de lo que no nos fiamos o que no nos resulta genuino. Por eso, aunque algunos procedimientos estéticos aumentan objetivamente la belleza física, si el resultado final no es natural, provocará el efecto contrario», aclara la doctora Ana Molina, autora de 'Piel sana, piel bonita' (Ed. Paidós).
Con todo, las investigaciones más recientes han demostrado que nos sentimos más atraídos por los rostros... comunes, los que nos resultan más familiares. «Creamos nuestra idea de belleza a partir de todas las caras que nos rodean, haciendo una especie de rostro promedio. Si nos hemos criado en España, por ejemplo, tendremos en el cerebro un tipo promedio de rostro español, que será el que determine qué persona nos parece guapa o no. Sin embargo, si nos mudamos a Estados Unidos y vivimos allí varios años, ese prototipo evolucionará y se adaptará a los rostros de los estadounidenses, de manera que nuestra percepción de la belleza cambiará», argumenta Anaïs Roux.
Los conceptos de belleza y éxito están muy relacionados. «Tanto que algunos estudios han concluido que las personas bellas encuentran trabajo con mayor facilidad, disfrutan de sueldos más elevados, menos dificultades para tener pareja e incluso el médico le dedica más minutos en consulta. Aunque suene injusto, podríamos decir que la gente con esa belleza estándar o matemática tiene una ventaja competitiva en la vida, aunque habría que matizar que esto es aplicable a situaciones en las que una primera impresión es decisiva», aclara la dermatóloga Ana Molina.
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Ana del Castillo
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