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Cuando logras que los niños se acuesten pronto (y cada uno en su cama ¡oh milagro!), eres tú quien se duerme esperando a que el otro salga del baño; si te vienes arriba y lías a la abuela para que haga de canguro, reservas mesa (y hasta hotel) y planificas un 'tiempo de calidad' con tu pareja, es el enésimo dolor de cabeza el que te chafa el planazo. Pero, ¡ánimo!, tú puedes. Siempre llegará ese día en el que te levantes con brío y pensando: «Hoy sí que sí». Otra cosa es que la visita al pediatra olvidada, los piojos sin revisar, la excursión del cole sin autorizar o el último aviso del jefe te ponga de tan mal café que, al final, no compartas más que una bronca. ¡¡¿Pero tan difícil es encontrar el momento perfecto para tener un encuentro sexual feliz con la pareja?!!
Esta es la pregunta que se hace Paz, la protagonista de estas peripecias, que no son más que los escenarios cotidianos de una madre trabajadora con tres niños y un marido, deseado y querido, con el que comparte la gestión de un hogar. Su 'aventura' es recogida por Jessica Gómez en su libro 'Mamá en busca del 'polvo' perdido' (Editorial Harper Collins Ibérica), un diverto relato en el que mezcla su experiencia personal con la de otras muchas familias con las que trata gracias a su trabajo.
Con mucho humor, y con el único objetivo de «aligerar la vida» y «quitarle gravedad y peso a nuestro día a día», trata con su relato uno de los grandes tabúes de la convivencia adulta en la sociedad actual. «El tema sí está en las conversaciones; pero no está incorporado a la información diaria presente en los foros públicos; no es algo de lo que se hable con naturalidad», reconoce la autora asturiana, cuya obra llega el próximo 10 de febrero a las librerías.
Lo que ella percibe en su entorno se esconde en las confesiones de cafetería con los amigos, pero también llega a las consultas de los especialistas en relaciones de pareja. Raquel Tulleuda (@rtulleuda), sexóloga y conocedora de esta realidad, confirma: «Sin duda, es así. El motivo más frecuente por el que una pareja pide ayuda profesional es este: la dificultad para encontrar tiempo de calidad para intimar, lo que a la larga acaba pasando factura».
¿Pero cómo evitar que cuando los hijos entren por la puerta la vida sexual salte por la ventana?
«Paz tiene un ritmo de vida tan trepidante que es incompatible con las expectativas que se pone», reflexiona la escritora asturiana como primer punto a abordar. Busca un momento perfecto en el que todo le cuadre y todo lo que considera importante tiene que estar perfecto: su cuerpo, su ánimo y hasta el ambiente del lugar le condicionan. «Pero quizá sea más fácil y se trate de disfrutar del aquí y el ahora. Hay que quitarse la carga de tanta autoexigencia», bromea Domínguez.
jessica gómez | autora de 'mamá en busca del 'polvo' perdido'
Lo importante es que cada uno se sienta bien, cómodo consigo mismo. Obsesionarse con el estado físico es obviamente contraproducente en estas lides y «la experiencia nos dice que una pareja no tiene en cuenta este tipo de cuestiones», señala Tulleuda, pero «hay que ser coherentes; si no te encuentras bien de una determinada manera, sí que se debe buscar una solución para estar a gusto». Esto no es más que encontrar espacios para el autocuidado, con el fin de sentirse luego bien en una relación. Tanto hombres como mujeres. La escritora puntualiza: «Estos momentos pueden ser de cuidado físico, pero también de tener un rato para ti, para leer o ver una película, lo que sea que te guste y que te haga sentir bien».
Y si no es algo propio lo que te impide estar cómodo sino del otro, hay que decirlo. Paz, en el citado libro, es el paradigma de lo que nunca se debe hacer para que las cosas funcionen entre dos: mantener un lenguaje mental que casi nunca coincide con el real. Ese rumiar incesante de frases que querría decir pero que calla por miedo a la confrontación es una constante muy bien reflejada a través de la escritura de Domínguez. «Pecamos de callarnos demasiado y eso se suma a la carga que nos bloquea», cree la autora. Para la terapeuta de pareja, que coincide con este diagnóstico, tenemos un problema, no ya de comunicación, sino de educación. «No hemos sido educados para hablar ni de sexo ni de afectos, pero como parejas deberíamos ser capaces de verbalizar nuestras necesidades con normalidad, incluyendo desde las cuestiones técnicas (no me gusta que me toques allí) hasta las meramente afectivas, pero no es la práctica común», lamenta.
Esta forma de relacionarse, cuando se trata de una pareja de años con hijos y con muchas batallas libradas, no mata la pasión, sino al contrario. Por tradición, pensamos que el de los afectos es un mundo de sutilidad. «Pero este pensamiento mágico es algo adolescente», avisa la sexóloga. Tendemos a pensar que el proyecto de pareja tiene que funcionar porque sí, que lo correcto es que con solo una mirada el otro ya sepa qué quiero. ¡Error! Hay que hablar alto y claro, sin miedos. Y si no hay lugar para el sexo, se dice «y se pide un abrazo, que a veces es lo único que se necesita», avisa la escritora. «Efectivamente –refrenda la sexóloga– la intimidad no solo pasa por el sexo, es mucho más». Y si no tienes espacio ni tiempo para hablar y tiene que ser por WhatsApp, pues se adapta uno a los tiempos.
Así lo hace el marido coprotagonista del libro 'Mamá en busca del 'polvo' perdido' en uno de sus pasajes más desternillantes. Él intenta encender la pasión de su mujer con mensajes muy explícitos mientras ambos trabajan. «Es una de mis partes favoritas porque se mezcla el 'te voy a comer entera' con el '¿te has acordado de recoger el 'tupper' de albóndigas de tu madre?' porque una cosa no está reñida con la otra y es la vida misma. Hay que restarle importancia y dejar de sacralizar el sexo porque creo que es un aspecto más dentro de un todo», reivindica la autora.
raquel tulleuda | sexóloga
Al hilo de los intentos por mantener la pasión, Tulleuda recuerda el término «espontaneidad programada» acuñado por su compañera Francisca Molero, presidenta de las Asociaciones de Sexología. «Hay que tener presente el deseo por la otra persona; hay que encender y cultivar la pasión. Ya sea con ese mensaje íntimo, ese detalle o ese encuentro», aconseja.
Paz solo triunfa cuando deja de planificar e intenta tenerlo todo controlado milimétricamente. Pero esto no quiere decir que no se organice la pareja, la casa, la vida... en pos de un único objetivo claro: el famoso 'tiempo de calidad'. «Y no hace falta que haya cama; puede ser una cena, una charla, una película o un abrazo. Pero que haya espacio para la complicidad es necesario». En su opinión, la sociedad en la que vivimos obliga, más que a la organización, a «priorizar». Si la pareja no está al principio de nuestra lista de cosas importantes a cuidar, el espacio (real y mental) que ocupan los hijos lo puede invadir todo hasta el punto de que «el distanciamiento» sentimental y físico llegue a un punto de no retorno.
También aconseja la especialista antender a las cuestiones de salud y tomarse en serio la falta de deseo. «Lo primero que aconsejaría es buscar a un buen especialista que chequee en todos los aspectos el estado del hombre y la mujer», apunta.
Pero qué sucede cuando pasan las semanas (y los meses) y, como Paz en su historia, uno se estrella una y otra vez con el mismo muro, en un bucle del que es difícil salir y donde la carga mental es más fuerte que la física. ¿Qué hacemos con esa tormenta que nubla nuestro ánimo al final del día? «Hay que aprender a compartimentar. Los problemas del trabajo no entran a casa. Y al contrario. Esto es un aprendizaje de vida no solo útil para las relaciones íntimas», explica la sexóloga catalana, quien al tiempo reconoce que el malestar que se acumula por las cuestiones ajenas a la pareja es lo que más afecta a una relación sexual plena.
Librarse de ellas es una tarea en sí misma para recuperar la felicidad conyugal. Jessica Gómez prefiere resumirlo de otra forma: «Reconócelo, ¡¡la culpa no es de los niños!! Ni son los demás. Paz no ve que su forma de afrontar el mundo es el problema. Si les das la vuelta, relativizas y le pones humor, todo llega».
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