Patricia González Gutiérrez
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Patricia González Gutiérrez
J. Arrieta
Sábado, 26 de agosto 2023, 00:16
«Las mujeres romanas están en las fuentes que se han usado siempre, solo hay que tener ganas de buscarlas», dice Patricia González Gutiérrez mientras habla de la invisibilidad que han sufrido las romanas 'gracias' a la historiografía tradicional. «Que en esto no ha sido ... nada inocente», añade la historiadora, autora de 'Soror: mujeres en Roma' y de 'Cvnnvs: sexo y poder en Roma', que está a punto de publicar Desperta Ferro Ediciones.
– Siempre decimos «voy a ver una película de romanos», nunca «de romanas».
– Sí. Y en realidad si viéramos una película de romanos que reflejase cómo de verdad era la sociedad romana, muchos hablarían de inclusión forzada y se tirarían de los pelos.
– ¿Por qué?
– Imagine una película ambientada en la Roma antigua sobre una empresaria que se lía con una médica y por medio se mete su esclava, que es herrera. Y además negra. ¿Sorprendente? Pues es real, lo tenemos en las fuentes. El por qué hemos creado una imagen de una sociedad que excluye a toda una serie de categorías es algo muy curioso.
– ¿La culpa no es de las fuentes? Los clásicos son todos hombres: Suetonio, Cicerón, Tácito...
– Que eran señores con unos intereses muy particulares, que se han transmitido hasta hoy. Así tenemos relatos como 'Yo, Claudio', que en realidad es Suetonio llevado a una serie sin que nadie se haya cuestionado nada de lo que cuenta.
– ¿Por eso creemos que Livia era malvada o que Mesalina competía con prostitutas a ver quién se acostaba con más hombres?
– Eso es. Y que conste que había señoras que escribían, pero no se ha conservado casi nada de lo que escribieron y lo que nos ha llegado ha sido por pura casualidad. Pero teníamos escritoras, historiadoras, médicas...
– ¿Es verdad que los romanos creían que las mujeres eran hombres incompletos?
– De hecho las veían como hombres a medio cocer con una especie de pececillo dentro, que era el útero, que cuando se cabreaba iba mordiendo cosas. Eso provocaba la histeria y que las mujeres fueran volubles, se pudieran casar y mantener relaciones muy pronto. los romanos estaban convencidos de que las mujeres eran inferiores. Y lo justificaban a través de su ciencia.
– ¿Existía algo parecido a lo que ahora llamamos sororidad?
–A veces sí y a veces no. Es decir, siempre primaba la clase y la familia en las relaciones entre mujeres. Sí que vemos atisbos de colaboración. Tenemos ejemplos de escraches organizados por mujeres. Es probable que hubiera más solidaridad femenina de la que vemos en las fuentes, porque los hombres le tenían pánico. Ellos escribían de la mujer ideal, la amante esposa y madre honesta, que cuidaba de la casa y los hijos. Es algo que se repite mucho en los epígrafes funerarios.
– Su nuevo libro, 'Cvnnvs' ('coño') está dedicado al sexo en Roma, sobre el que hay una imagen popular distorsionada: las orgías, los emperadores perversos...
– Es curioso, porque esto es un ejemplo clásico de que alguien carda la lana y otros se llevan la fama. Eran los griegos, que en los banquetes le echaban de todo al vino, los que hacían de todo, mientras que los romanos eran más discretitos.
– El sexo no era una relación entre iguales. «No es un diálogo, es un monólogo», escribe en la introducción del libro.
– Sí, de hecho, la orientación sexual para los romanos no era una cuestión de heterosexualidad, bisexualidad u homosexualidad. Eso son etiquetas actuales. La cuestión era que quien fuera superior podía hacer lo que quisiera con quien fuera inferior.
– La reciente actuación de Eva Amaral a pecho descubierto le dio pie a explicar en Twitter que tenemos una idea errónea de cómo podían mostrarse las romanas.
– Hay mucha gente que se cree que Roma era como lo que sale en la serie 'Espartaco: Sangre y arena', o sea, tetas y sangre. Y no. La sociedad romana era muy estricta con las normas morales. Había altares a la castidad y al pudor. Las romanas tenían que ser muy castas y muy puras, y no querían jugársela. Lo que pasa es que vemos las esculturas de Venus o de las ninfas o las imágenees de las prostitutas y creemos que aquello era jauja. Parece que allí todo era sexo y no lo era. Las fuentes nos hablan de que las clásicas matronas salían a la calle prácticamente con burka y llevaban siempre manga larga.
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