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Está científicamente demostrado que poner orden en nuestros hogares proporciona paz mental: vivimos presos de una sociedad consumista y, con los años, terminamos acumulando más ... de lo que necesitamos. ¿Quién no tiene un trastero lleno de cajas que seguramente nunca vuelva a abrir? Esto nos lleva a desprendernos de los atuendos, utensilios y aparatos que ya no necesitamos, sin reparar en que aquello que tiramos a la basura encierra algo más que valor sentimental: hay coleccionistas dispuestos a pagar cientos, cuando no miles de euros por nuestros dispositivos más añejos.
Resulta común encontrar viejos modelos de televisor junto a los contenedores de basura de media España (sí, los clásicos de trasera abultada y peso considerable). La llegada de la alta definición y las conexiones HDMI los condenaron al ostracismo, pero lo cierto es que están revalorizándose a pasos agigantados. Especialmente entre los entusiastas de los videojuegos, quienes gustan de estos modelos caducos para conectar sus consolas antiguas y así disfrutar de los juegos de su infancia justo como estaban diseñados para verse.
Cuantas más pulgadas tenga el modelo, mayor su precio de reventa: entre los 100 y los 1.000 euros, posicionándose la gama Trinitron de Sony entre las más codiciadas.
Dicen que todo vuelve y los discos de vinilo no han sido una excepción. La industria musical se ha apoyado en ellos para mantener el formato físico a costa de los discos compactos: raro es el artista o grupo vigente que no lanza sus álbumes en vinilo, sabedores de que sus incondicionales buscan un soporte distinto que, al tiempo, les sirva para decorar el salón.
Aunque la mayoría de fabricantes están lanzando tocadiscos provistos de funcionalidades modernas (como la posibilidad de exportar los discos a memorias USB), muchos coleccionistas ansían hacerse con un modelo de los de antaño, para que los vinilos se escuchen 'tal y como deben'. Podemos sacarles entre 100 y 1.000€ dependiendo de la marca (lo mismo que a los discos que tengamos cogiendo polvo, en función a su exclusividad y grado de conservación).
El célebre Walkman también podría reportarnos un extra si contamos con alguno de los modelos fabricados por Sony: el vanguardista TPS-L2 llegó a revenderse por un millar de euros, mientras que ediciones limitadas como el WM-EX808HG de 1993 se cotiza a unos 200€. Menos interés existe por los propios cassettes y otros formatos denostados como el LaserDisc o las cintas VHS/BetaMax, que rondan los 5 a 20 euros. Aún así, si tenemos una colección ingente en el trastero, podríamos sacar una buena suma por el lote completo.
Cualquier primera generación de un producto Apple, a poco que funcione y esté bien conservado, puede venderse a buen precio. Los reyes de la corona son el iPod Classic y el primer iPhone, por los que se piden unos 500 euros en estado funcional (precintados su valor se dispara varias decenas de miles de dólares, según rezan las últimas subastas celebradas).
¿Cuántos padres no se han deshecho de las consolas y videojuegos de sus hijos cuando estos han abandonado el nido? Craso error. Además de asegurarse de que el retoño deje de hablarles una buena temporada (no dejan de ser sus recuerdos), habrán dicho adiós a cientos de euros contantes y sonantes.
La mítica Game Boy puede rebasar los 400€ en el mercado si la conservamos intacta, dentro de su caja original. Y sus predecesoras, unas Game & Watch de las que se despacharon miles de unidades en nuestro país, llegan a rebasar los 600 euros. No hablemos ya de máquinas menos populares como NEO GEO (ya prohibitiva en su época), que hemos llegado a ver listada a 1.500€ en eBay.
Respecto a los juegos en cartucho y CD-ROM, conviene echar un vistazo a la propia página de subastas o a plataformas como Wallapop para asegurarnos de si estamos ante una rareza valiosa; bien porque se distribuyesen pocas copias en su momento, bien porque se trate de una edición limitada. Podríamos embolsamos entre 100 y 500 euros adicionales por cada ejemplar (aunque también abundan los juegos del montón, que podemos colocar a 10 o 20 euros lo sumo).
En plena fiebre por los clásicos teléfonos de teclado, no inteligentes, han llegado a pagarse más de 4.000 euros por modelos como el Motorola 8000X, vendido originalmente en 1983. Lo más común, sin embargo, es que tengamos por casa terminales como el StarTAC 130 (unos 150€ usado), el Ericsson T10s (80€) o el todoterreno Nokia 3310 (50€).
La vieja Polaroid que ya no usas puede ingresarte otros 200 euros en la cuenta (más aún si la acompañamos de su caja y accesorios originales); en torno a 150 si conservamos alguno de los relojes calculadora fabricados por Casio y algo más de cien euros ese Cinexin que nos entusiasmó de niños. ¡Hasta el Tamagotchi original de 1997 tiene salida, alcanzando los 50 euros de media en el mercado de la segunda mano!
Vendamos lo que vendamos, en cualquier caso, mejor huir de las tiendas que compran productos usados: suelen ofrecer hasta una tercera parte de lo que podemos conseguir tratando con particulares.
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Ana del Castillo
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