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Vergüenza, prejuicios, miedo a ser juzgados... ¿Por qué los hombres se niegan a ir a terapia de pareja?

Alrededor de la cincuentena, los divorcios se disparan. Discusiones, infidelidades, falta de comunicación, sexo bajo mínimos… La terapia de pareja puede ser una solución para resolver estos conflictos. Pero ¿por qué a los hombres les cuesta tanto aceptar este tipo de terapias? ¿Son realmente eficaces? ¿Para qué casos? Resolvemos las dudas.

Viernes, 31 de Marzo 2023

Tiempo de lectura: 8 min

Sí, hombre. Ahí voy a ir yo a contarle a alguien lo que hago mal en la cama. Además, si todas las psicólogas son mujeres y seguro que se ponen de tu parte. Esto lo resolvemos en casa», dice él mientras ella pone los ojos en blanco. Estar rondando los 50 años en pleno bombardeo de consejos pseudoexistenciales como «sal de tu zona de confort» o «encuentra la mejor versión de ti mismo» no es fácil.

Y si encima es tu mujer la que dice que vuestra relación es «supertóxica», que quiere «volver a sentirse viva» y que lo mejor es acudir a un experto, apaga y vámonos. Pero admitamos que, frasecitas de autoayuda aparte, lo cierto es que en los últimos años el número de divorcios no deja de crecer. El año pasado hubo más de 95.000 demandas de disolución, y la edad media de los cónyuges en el momento de la ruptura fue de 46 años para las mujeres y 48 para los hombres. Y es que cuando las parejas rondan la barrera de la cincuentena, si no han resuelto sus conflictos previos, pueden entrar en una dinámica complicada.

El porcentaje de éxito de las terapias es del 70 por ciento, pero eso no significa que siempre sigan juntos. A veces, las parejas necesitan entender que la relación está agotada

«En ocasiones llegan a la consulta matrimonios empujados por sus hijos ya mayores porque ven que o sus padres arreglan la situación o acaban matándose», explica José Bustamante, especialista en terapia de pareja y presidente de la Asociación de Especialistas en Sexología (AES).

Infidelidades, años de distanciamiento, sexo bajo mínimos, desgaste, rutina… Las razones para acudir a una terapia de pareja son muchas, pero también las excusas que llevan a algunos hombres a querer seguir formando parte de la resistencia. «Son más las mujeres que dan el primer paso porque entre los hombres de más de 50 no hay mucha cultura de terapia para solucionar una relación –cuenta Jordi Panyella, terapeuta de pareja–. Pensemos que crecieron en un entorno donde se formaban parejas monógamas y había dos opciones: aguantar hasta el final o, en último caso, romper y punto». Sin medias tintas. «A los hombres de esta generación no se les enseñó ningún tipo de gestión emocional y se los educó en solucionar los problemas por sí mismos. A las mujeres, sin embargo, se las ha animado desde pequeñas a expresar y a compartir mucho más lo que sienten».

Explica Panyella que muchos hombres prefieren hablar de estos temas con sus amigos o directamente no contárselos a nadie, por lo que plantearles que su mujer y él expongan los problemas de su relación delante de un desconocido lo viven como lo más parecido a un juicio sumario. Pero ¿cómo funciona una terapia de pareja? ¿Y qué podemos esperar de ella? Vayamos por partes.


DUDA 1. ¿VOY A SER JUZGADO?

En cuanto a las reticencias masculinas a arreglar los problemas de pareja en casa ajena, Silvia Sanz –psicóloga clínica y sexóloga– puntualiza: «Algunos hombres pueden percibir la búsqueda de ayuda como una señal de debilidad, como una amenaza a su identidad masculina, pero en una terapia nunca se juzga. Es un espacio seguro donde poder hablar y, al final, muchos están deseando que llegue la sesión para poder sacar algún tema y solventarlo mejor».

Porque, además, lo que dejan claro todos los expertos es que su papel no es darle la razón a nadie y menos aún encontrar culpables. «Un psicólogo nunca te dice lo que tienes que hacer. Lo importante es abrir perspectivas. Hago preguntas para que ellos mismos verbalicen o descubran hasta dónde quieren llegar como pareja», afirma Panyella.

«Los terapeutas intentamos ayudarlos a comunicarse mejor, llevando a cabo diálogos emocionales. No se trata de que se cuenten lo que les pasa, sino de que expliquen cómo les hace sentir. También les enseñamos a escuchar que, aunque parezca de cajón, la gente sigue sin saber hacerlo. Escuchar con la suficiente atención para entender lo que le pasa al otro», añade Bustamante.


DUDA 2. ¿EL OBJETIVO ES QUE NOS RECONCILIEMOS?

El presidente de la AES asegura que «el porcentaje de éxito entre las parejas que acuden a terapia estaría en torno al 70 por ciento». Pero aclara: «Éxito no siempre es sinónimo de seguir juntos. Hay parejas que necesitan ser capaces de entender que la relación ya está agotada».

O, como explica Panyella, también puede ayudar para no repetir errores en el futuro con nuevas parejas: «Cuando se concluye que lo mejor es la ruptura, si no aprendemos algo de lo que hemos hecho mal, ese error lo podemos trasladar a todas las relaciones posteriores».


DUDA 3. ¿CÓMO FUNCIONA UNA TERAPIA Y CUÁNTO DURA?

En ocasiones, los miembros de la pareja empiezan a ir por separado y luego se juntan «porque muchas veces nos cuesta horrores ser totalmente sinceros delante del otro», especifica Panyella. «En las sesiones individuales se relajan y sueltan mucho lastre».

Silvia Sanz, sin embargo, comienza por sentar a los dos juntos y les pregunta por las razones que los han llevado a consulta. Luego los cita de manera independiente por si quieren añadir algo que no han explicado anteriormente. «Imagínate que uno de los dos ha sido infiel, pero no se lo quiere contar al otro; o se quiere separar, pero todavía no se lo ha dicho. Y, a veces, todo lo que sale de modo individual, aunque es confidencial, acaba saliendo luego cuando se juntan».

El precio de las sesiones suele rondar los setenta euros y la duración depende de cada caso: «Yo siempre les digo que la fase de evaluación lleva como mínimo tres sesiones: una en pareja y dos individuales», cuenta José Bustamante. Luego se van añadiendo más, pero, según explica el psicólogo, «en diez sesiones se debería ver la luz para averiguar si han conseguido el nivel de confort que necesita la relación o se han dado cuenta de que lo mejor es separarse». La frecuencia es semanal o quincenal y se pide a los dos miembros que se impliquen de manera igualitaria.


DUDA 4. ¿DEBO PRESIONAR A MI PAREJA PARA IR A CONSULTA?

«No se puede forzar a nadie porque no va a servir de nada. Si veo que uno de los dos no quiere ir, siempre le digo que no pierda el tiempo ni el dinero», sostiene Bustamante. Pero ¿qué hacer entonces? «Nos podemos quedar con uno de los dos porque la terapia con un único miembro también puede ser efectiva. Cuando lo hacemos de manera individual, de alguna forma también estamos haciendo terapia de pareja porque somos un sistema: un cambio va a provocar otro cambio». Si una persona modifica su forma de actuar o de comunicarse, eso puede incidir en su relación y animar al otro a acudir a la consulta.

Además, en caso de ruptura, estas sesiones permiten afrontar mejor la separación y reducir el sufrimiento: «Me he encontrado con personas que me dicen que se quieren separar, pero que su pareja no lo quiere aceptar. En esos casos y, si no se puede resolver de ninguna otra forma, los terapeutas podemos ayudar a gestionar la separación lo mejor posible», argumenta Silvia Sanz.


DUDA 5. ¿CUÁNDO ES EL MEJOR MOMENTO PARA BUSCAR AYUDA?

Una infidelidad puede ser un punto clave, pero lo ideal sería no esperar hasta el último minuto para resolver los conflictos. «El factor tiempo es importante. Yo recomiendo acudir cuando aparezcan problemas recurrentes, es decir, cuando nos veamos inmersos en discusiones que se repiten una y otra vez sin resolverse. Ese punto de bloqueo en el que ninguno de los dos quiere bajarse del burro», explica Jordi Panyella.


DUDA 6. ¿SE HABLA DE SEXO?

Casi siempre suelen salir a la luz problemas sexuales «que empiezan a debutar sobre la cincuentena», explica Bustamante. Y es ahí donde encontramos el punto diferencial. Porque, aunque son ellas las que suelen dar el primer paso para buscar ayuda, hay una cuestión en la que ellos ven la intervención de un tercero con mejores ojos: cuando el sexo flojea.

«Aunque parezca un estereotipo, ellas buscan más la terapia cuando hay un problema de comunicación o discusiones; y ellos, cuando sienten que todavía pueden tener una vida sexual activa, pero creen que no lo hacen con la suficiente frecuencia. Muchos hombres me cuentan que, según pasan los años, cada vez sienten que les quedan menos oportunidades y ahora les importa más que antes si su pareja está muy distanciada a ese nivel».

«Para un hombre es mucho más fácil hablar de relaciones sexuales que de relaciones afectivas»

A lo que Jordi Panyella añade: «Además, para un hombre es mucho más fácil hablar de relaciones sexuales que de relaciones afectivas. De hecho, es más normal que hablemos de sexo entre amigos que de sentimientos». Y ahí están ellos, los terapeutas, para normalizar la conversación en pareja y hablar sobre soluciones: «En las sesiones se pueden establecer estrategias para poder encontrarse y buscar de nuevo momentos de intimidad», añade Silvia Sanz.

«O tener otro tipo de sexualidad. Hay que admitir que, por mucho que quieras, no vas a tener esa adrenalina de los dos primeros años y la pasión hay que cultivarla. Se pueden buscar incentivos para estimular y erotizar la mente con cosas nuevas, porque el sexo a veces puede ser muy aburrido. Por eso hablamos de los previos, de posturas que se pueden buscar, de si se pueden añadir accesorios o juguetes o estimularse con algún audiovisual».


Radiografía de una terapia

El desgaste, el alejamiento, la falta de comunicación o la infidelidad son las principales causas de divorcio, según la Asociación Española de Abogados de Familia, y, de media, las parejas suelen durar unos 16 años. Pero ¿qué lleva a las parejas a intentar salvar su relación yendo a terapia? Estos son los datos de la plataforma de psicología on-line Buencoco sobre una muestra de más de 8000 personas que solicitaron terapia en los últimos seis meses:

A. Un 60 por ciento quería  mejorar su relación.

B. En el 25 por ciento de los casos, uno de los miembros había traicionado al otro o había cometido una infidelidad.

C. En el 17 por ciento de las parejas, al menos uno de los miembros quería  separarse.

D. En un 14 por ciento, una de las partes sufría de alguna  enfermedad o diagnóstico psicológico que afectaba a la relación.

E. Un 10 por ciento sufría por las interferencias de alguna de las respectivas familias.


Cómo resolver conflictos

1

Nada de reproches. Debemos tratar de eliminar cualquier tipo de juicio. Si no estás realmente dispuesto a ceder en algo, ni lo intentes.

2

Dejar claros los objetivos de un modo consensuado. Es preciso establecer juntos a dónde queremos llegar: reconciliación, separación, acuerdos...

3

Más soluciones y menos vueltas a los motivos. Es importante poner sobre la mesa las causas, pero, una vez que ha quedado claro, el objetivo es aprender de lo sucedido para que no se repita.

4

Discutir sin llegar a pelear. Es decir, aprender a decirle al otro lo que no te gusta o te incomoda y hacerlo de una manera empática.

5

En el capítulo del sexo, las sugerencias de los expertos pasan por probar cosas nuevas, preguntar y expresar lo que deseas, buscar lo exclusivo de la otra persona, confiar en ti mismo o cuidar todos los sentidos.


Para saber más

  • Sexamor. Todas las respuestas para la vida sexual y amorosa (Aguilar), de Silvia Sánz.
  • No me quieras tanto y ámame mejor. La guía de las relaciones conscientes de pareja (Larousse), de Jordi Panyella.
  • ¿En qué piensan los hombres? Todo lo que has de saber sobre el deseo y la sexualidad masculinos (Paidós), de José Bustamante.