Vuelve la diva del pop Publica nuevos disco, libro y película Cher: «He luchado toda mi vida para no ser controlada por nadie»
Nada la detiene. A sus 77 años, la única artista con números uno en seis décadas distintas quiere más. Tras cinco años de silencio, Cher lanza un nuevo disco y se dispone a contarnos su vida en un libro y una película. Habla de ello y de numerosos recuerdos en esta cercana y reveladora entrevista.
Viernes, 03 de Noviembre 2023, 13:25h
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Una suite con vistas al Arco del Triunfo en un lujoso hotel de París. Sentada en una silla de estilo clásico francés, Cher nos recibe con peluca pelirroja brillante, blusa y pantalón negros de encaje, el maquillaje justo, los labios rojo intenso... Tiene 77 años y hay evidencia quirúrgica en su rostro, pero su expresión mantiene una magnética naturalidad. Los ojos de la diva se expanden cuando algo la hace reír, se encienden al mencionar a Trump y su posible regreso a la Casa Blanca y, sobre todo, brillan al hablar de su pareja, Alexander Edwards, un ejecutivo y productor musical 40 años más joven que ella.
Edwards es parte de su vida desde hace un año y también de su primer disco en un lustro y el primero con canciones originales en una década. Se titula Christmas y, según explica en esta entrevista, «no es el típico disco navideño». Habla Cher con cercanía y lucidez de una vida que le ha proporcionado una de las trayectorias más deslumbrantes de la historia de la música popular. Sus cifras pueden no ser suficientes para resumir su carrera –más de 100 singles, 27 álbumes, cerca de 150 millones de copias vendidas, más de 300 premios, incluidos un Oscar y un Globo de Oro–, pero permiten definir la dimensión de su leyenda.
XLSemanal. Lleva 60 años de carrera y ha logrado 16 números uno, pero ¿alguna vez la industria le ha hecho sentir que su valor como artista se reducía a las ventas de su último trabajo?
Cher. Oh, Dios, muchas veces. He sido despedida de dos discográficas, he sufrido periodos de sequía laboral... De hecho, empecé como actriz porque parecía que ya no podía hacer música. Tuve que buscar otra manera de ganarme la vida. Fue un poco por accidente, pero salió bien.
XL. En su primer gran papel (Silkwood, 1983) hizo de lesbiana. ¿Quería específicamente un papel así?
C. No, no, fue solo el primer personaje que me ofrecieron, y me pareció maravilloso.
XL. ¿En qué momento se convirtió en icono gay?
C. No lo sé, la verdad. Yo conozco a personas homosexuales desde niña, amigos de mi madre. Pero yo no pensaba en ellos en esos términos, claro, eran simplemente amigos, seres queridos. Mi madre me explicó que mucha gente podía reaccionar de forma negativa ante aquellos amigos, pero que yo debía estar orgullosa de lo que sentía por ellos, que no había nada malo ni diabólico, como muchos decían.
XL. Por si algún lector no se ha dado cuenta, ¡está usted hablando de los años cincuenta!
C. Sí, sí, imagínate. Es que yo soy quien soy por mi madre. Fue la influencia definitiva en mi vida.
XL. De todos modos, una cosa es ser abierta de mente y otra convertirse en icono gay…
C. Sí, pero de ahí me viene la afinidad, de la infancia. Yo crecí con esa mentalidad y, más tarde, ya como parte del Sonny and Cher Show, a los homosexuales les encantaba mi forma de vestir porque era muy libre.
XL. ¿La afinidad vino quizá de que usted sentía también que no encajaba, que se salía de lo establecido?
C. Sí, yo siempre me sentí una extraña. Creo que de ahí deriva esa conexión, de que ellos y yo somos extraños para la mayoría de la sociedad. Siento una camaradería muy particular con la gente gay.
XL. ¿Qué gran convicción ha guiado su vida?
C. Ser una buena persona y una gran artista. Es lo que siempre quise ser. No soy una gran artista, pero sí que he conseguido ser una buena artista. Por algo me habré mantenido tanto tiempo arriba, ¿no? Ah, y soy mejor actriz que cantante. Estoy muy orgullosa de la música que he creado, pero he hecho mejores películas.
XL. Ha sido elogiada por su uso de Twitter. ¿Cómo logra evitar la negatividad en sus redes sociales?
C. Fácil. No la evito. Simplemente, no me sale. De todos modos, me alejé un poco desde que se la vendieron a Elon Musk. Solía tener un servidor específico en el que me relacionaba directamente con mis fans, pero ahora le dedico menos tiempo. Aprovecho para decirles que voy a recuperar eso porque sé que muchos me necesitan.
XL. ¿A qué se refiere?
C. Es que para mí ese es un lugar donde luchar contra esa negatividad, esa hostilidad; el odio, la ira y la violencia que se extienden por el mundo. En Estados Unidos, en mis 77 años de vida, nunca vi nada igual. Jamás imaginé que vería a mi país llegar a estos extremos. Y es global, mira lo que pasó en Brasil. Por suerte, echaron a Bolsonaro. Ojalá nosotros hagamos lo mismo con Trump y no dejemos que regrese porque, esta vez, matará nuestro país y lo que representa. Será el fin de nuestra democracia. Un desastre. En fin, mejor hablemos de otra cosa.
XL. Hace cinco años anunció en Twitter que trabajaba en cuatro proyectos: un disco navideño, su segundo álbum con canciones de ABBA, una autobiografía y un biopic. ¿Qué ha sido de los otros tres?
C. Del disco de ABBA solo te puedo decir que he estado ocupada con este que acabo de lanzar, pero el libro ya está casi terminado. Lo de la película, sin embargo, va a tardar. Se hizo un primer guion, pero no me acabó de convencer. El propio guionista me dijo: «Madre mía, Cher, mostrar tu vida en cine va a ser muy difícil. Has vivido demasiado como para contarlo en dos horas» [se ríe].
XL. Entonces, ¿habrá quizá una serie sobre Cher?
C. Es una posibilidad. De momento, hemos vuelto a empezar con un escritor diferente. A ver si avanzamos…
XL. Al hacer memoria, ¿le cuesta recordar los episodios tristes, difíciles, traumáticos?
C. Desde luego, pero esos momentos, con el tiempo, han perdido la mierda emocional que los envolvió en su día y hoy soy capaz de recordarlos de modo más saludable. Con el tiempo, ya no revives las mismas emociones; menos mal, sería demasiado duro.
XL. Usted siempre dice que no escucha sus discos ni ve sus películas. ¿Lo ha tenido que hacer ahora para escribir su libro?
C. No exactamente. Escucharme o verme no me divierte, pero lo he hecho ahora cuando determinadas canciones aparecían en mis conversaciones con la persona que está escribiendo el libro, porque había una historia detrás. Hablamos mucho, por ejemplo, de Believe, porque es un tema que cambió la música.
«Hoy soy capaz de recordar los momentos difíciles sin la mierda emocional que los envolvía en su día. Menos mal. Sería demasiado duro»
XL. ¿Por el uso del autotune?
C. Sí, bueno, entonces lo llamábamos pitch machine ('máquina de tono'), porque servía para ajustar la voz si alguien estaba desafinando; lo girabas un poco y lo ponías en tono. Fue una canción que estuvo dando vueltas mucho tiempo y, cuando la cogimos y me puse a trabajar con mi productor, Mark Taylor, en ella había algo que no acababa de funcionar. El estribillo era genial, pero el resto no nos convencía. Yo cantaba y cantaba, pero Mark no paraba de decirme: «Cher, tienes que cantarla mejor, cántala mejor». Y así estuvimos hasta que me cabreé y le dije: «Si quieres algo mejor, búscate otra cantante que yo me voy». Y eso hice. No fue mi mejor momento, pero tengo mi temperamento y estaba enfadada y muy molesta conmigo misma.
XL. ¿Se sentía culpable?
C. Sí, porque no conseguía hacerlo bien. Pero no era culpa mía, era de la letra. Así que me fui a casa y, por la mañana, vi a un chico en la televisión cantando con un vocoder y me gustó cómo quedaba. Así que llamé a Mark y le dije: «¿Y si utilizamos el vocoder?». Y él dijo: «No creo que funcione».
XL. El vocoder, de hecho, no hubiera sido tanta novedad; ya lo habían usado Kraftwerk, Beastie Boys e incluso Neil Young…
C. Es verdad y me hubiera quedado una voz muy robótica. Por eso Mark no lo quiso. En su lugar, me dijo que acababa de recibir una cosa llamada pitch machine. «He estado jugando un poco con ella y creo que hay algo ahí que podríamos utilizar. Dame un par de horas y pásate por el estudio». Y eso hice. Llegué, comenzamos a usarla y le dije: «Esto es perfecto». Estaba alucinada, emocionada. Grabamos la canción y, al acabar, ambos sabíamos que algo muy especial acababa de pasar. «Es lo más genial que he hecho nunca», eso dije.
XL. ¿Y qué les dijo la compañía?
C. Uy, esa fue otra, porque me dijeron que no se reconocía mi voz. «No hay manera de saber que eres tú la que canta». Y yo les respondí que eso no importaba en absoluto; que, para mí, incluso esa era la parte más hermosa de todo; y que la canción había quedado simplemente perfecta.
XL. Su triunfo abrió las puertas al uso masivo del autotune…
C. Lo sé.
XL. Hoy se utiliza mucho, sobre todo para simular carencias vocales en algunos artistas de ritmos urbanos. Y usted es la responsable, su madrina…
C. [Sonríe]. Y asumo encantada esa responsabilidad. Es más, Jay-Z se me acercó una vez y me dijo: «Muchas gracias, Cher, por revelarnos esto y ayudarnos a mantener el trabajo de tanta gente» [se ríe].
XL. Usted ha cambiado muchas cosas en la industria del entretenimiento. ¿Cuál cree que ha sido su papel?
C. Creo que he desempeñado un papel importante en la conquista de un mayor espacio para las mujeres. Cuando empecé, todo el mundo me decía lo que debía hacer. Así era el mundo del espectáculo para nosotras. Hasta que, por fin, aprendí a decir que no y a replicar: «¿Sabes lo que te digo? Que voy a hacerlo a mi manera. Que voy a hacer lo que YO quiero hacer». Desde entonces he luchado para evitar ser controlada por nadie.
XL. ¿Recuerda alguna situación en la que tuviera que dar un puñetazo sobre la mesa?
C. Dar puñetazos no es lo mío [se ríe], pero, mira, un ejemplo es este disco que acabo de lanzar. Nunca he querido hacer el típico álbum navideño. Es un producto que siempre te andan proponiendo, pero te confieso que jamás se me pasó por la cabeza hacer un disco de Navidad. No me apetecía grabar unos villancicos sin más.
XL. ¿Quiere decir que le insistieron mucho para hacer Christmas?
C. Bastante, y desde hace tiempo. Ya sabes, te dicen: «¿No sería genial lanzar un álbum navideño de Cher?». Y yo pensaba: «¿Qué diablos puedo aportar a esto de los álbumes navideños?». Por eso, en realidad, este no es un disco navideño…
XL. ¿Ah, no? Pues va a tener que explicármelo, porque el título y la portada son inequívocos…
C. Está bien, digámoslo así: este no es un disco navideño para tu madre [se ríe].
XL. En su vida, ¿cuántas cosas ha hecho pensando en sorprender o chocar a los demás?
C. La verdad es que he hecho muchas cosas tontas con esa intención, pero, en realidad, nunca sabes cómo reaccionarán los demás ante lo que tú haces.
XL. Bueno, mucha gente no sabe cómo reaccionar ante cualquier cosa que se salga de lo que es 'normal' para ellos, de lo establecido, digamos…
C. Sí, es cierto. Mucha gente vive en mundos muy cerrados y no entiende ni es capaz de empatizar lo más mínimo con lo que no comprende. Pero es que, para entender a los demás no puedes pensar que solo hay una forma correcta de ser o de hacer las cosas. En realidad, yo nunca me he preocupado por lo que la gente piensa de mí.
XL. Sus looks, su marca personal, podrían ser ejemplo de cómo impactar a los demás, ¿no?
C. Es cierto, reconozco que muchas veces he vestido de forma muy impactante. La gente me recuerda mucho por mis vestidos. Es un campo en el que he dejado cierto impacto, sí.
XL. ¿Recuerda alguno en especial?
C. Sin duda, el vestido que llevé a mi primera gala del Met, en 1974. Me lo hizo Bob Mackie, que fue, además, mi acompañante y que me ha confeccionado muchos otros vestidos maravillosos. A aquel lo bautizaron como el vestido desnudo (naked dress) y causó un impacto tremendo. Era transparente, de pedrería y con mangas y una falda de plumas blancas. Yo no llevaba nada debajo, pero tampoco es que lo fuera enseñando todo. Sí, fue genial [sonríe]. Y ha sido muy copiado. Hay unas cuantas mujeres que lo usan mucho…
XL. En aquel entonces, la gala estaba lejos de ser la estrafalaria pasarela que es hoy, ¿no?
C. Totalmente. Aquella noche yo era la única persona que llevaba un vestido que desafiara las convenciones. Era una gran fiesta plagada de celebridades, pero nada que ver con lo de ahora. Todo el mundo vestía de gala, pero sin excentricidades. Y yo aparecí con aquel vestido, inspirado en los años veinte, que me había fascinado desde el momento en que lo vi. Y luego posé con él para una portada de Time en un tiempo en que rara vez se la dedicaban a un músico. Solo líderes políticos, personajes trascendentes, genios… Personajes de ese tipo.
XL. ¿Y cómo fue recibida aquella noche?
C. La gente me miraba, todo el mundo habló de ello y hoy es el vestido desnudo más famoso de la historia. Supongo que animé la fiesta aquel año [se ríe]. Recuerdo a un tipo que se me acercó y me dijo: «¿Pero no le molesta andar desnuda por ahí?». Y le respondí: «En absoluto, ¿acaso le importa a usted?». Lo dejé completamente planchado. Es la respuesta que se merecía, por supuesto.
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