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Javier Rosendo

Los efectos del argayo y la intensa lluvia impiden reabrir la A-8 en Caviedes

Lucía Alcolea

Valdáliga

Domingo, 12 de noviembre 2017

Trabajaron contra reloj y ni siquiera pararon para comer, pero los esfuerzos de los operarios para abrir al tráfico la Autovía del Cantábrico a la altura de Caviedes, que se mantiene cerrada desde que el sábado le cayera encima un mastodóntico argayo, fueron en ... vano. «No se abrirá hoy. Y mañana ya veremos», fue la respuesta que dio el encargado de la obra a las cinco de la tarde, el mismo que por la mañana confiaba en que el tercer carril izquierdo de la vía estaría operativo antes de finalizar la jornada. De nada sirvió que trabajasen sin descanso para quitar parte de las 25.000 toneladas de tierra y agua –de las 80.000 en total que movió el argayo– que ocupan todavía la carretera y en limpiar, especialmente, ese carril para el tráfico. La lluvia impidió que el vial se abriese a la circulación bajo condiciones de seguridad y, una vez más, la naturaleza marcó sus propios tiempos.

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