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Los agentes de la Policía Nacional y los trabajadores de la empresa funeraria retiran el cuerpo del lugar en el que fue encontrado en una urbanización de Monte el pasado miércoles. Sane
El joven asesinado a balazos en Monte estuvo al menos en tres ocasiones en prisión por tráfico de drogas

El joven asesinado a balazos en Monte estuvo al menos en tres ocasiones en prisión por tráfico de drogas

La Policía Nacional señala que el crimen «no fue casual» y que «está vinculado a la actividad» delictiva del fallecido

DM

SANTANDER.

Viernes, 8 de junio 2018, 07:13

La muerte de Marvin A. H. B. «no fue un suceso casual» y «está vinculada a su actividad» delictiva. Sin llegar a verbalizar que el crimen que rompió en la madrugada del miércoles la tranquilidad de la urbanización Los Armadillos de Monte fue un ajuste de cuentas por un asunto de drogas, el jefe superior de la Policía Nacional en Cantabria dio ayer por hecho que los turbios negocios en los que estaba envuelto este joven colombiano son los que marcaron su final. Una o varias personas -ese detalle aún no se conoce- le acribillaron a tiros delante del portal de la casa donde vivía con su familia. En total, el asesino disparó en cinco ocasiones. Dos de las balas le impactaron de lleno en el pecho y la cabeza y le afectaron a órganos vitales. Cualquiera de ellas pudo provocar el trágico desenlace por el que, hasta ahora, no se ha producido ninguna detención.

El Instituto de Medicina Legal de Cantabria ya ha remitido los resultados de la autopsia al Juzgado de Instrucción Nº 4 de Santander -el que en el momento de los hechos estaba de guardia-, donde «en breve» llegarán también las diligencias policiales, que se incorporarán a un sumario que ha sido declarado secreto. Mientras tanto, la investigación sigue trabajando para descubrir quién está detrás del crimen y qué le impulsó a cometerlo. Pero la labor no es fácil, porque Marvin, de sólo 33 años, dejó multitud de frentes abiertos.

Cárcel, tráfico de estupefacientes, deudas, peleas, robos... En su historial figura todo un compendio de antecedentes que hace mucho más difícil tirar del hilo para llegar a la verdad. En este caso el hilo no es uno, sino un puñado. Cualquiera de sus múltiples tropiezos pudo ser el desencadenante de un asesinato que no ha sorprendido demasiado a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en Cantabria.

«El entramado social en el que se desenvolvía está vinculado con su fatal desenlace y no nos consta que desarrollara ninguna actividad laboral conocida. Eso nos sitúa en un amplio abanico de posibilidades», insistió el máximo responsable de la Policía Nacional en la región, quien asegura que, a pesar de ello, los agentes que se han hecho cargo del asunto no descartan ninguna hipótesis salvo el delito contra la propiedad. O dicho de otra forma, que el autor no es un delincuente al uso que tratara de robarle y acabara con su vida.

Cambios de residencia

Los residentes de su urbanización, situada en la calle Antonio de la Dehesa, justo a la salida de la S-20, apenas sabían nada del pasado de su nuevo vecino, salvo que vivía con su mujer y con tres niños en un tercer piso, que manejaba «coches caros» y que más de una vez le habían multado por dejar su Audi negro de alta gama aparcado en la calle de cualquier manera. Llevaba unos pocos meses viviendo allí. Anteriormente había residido en La Albericia, luego en Maliaño y también en Guarnizo.

«El entramado en el que se desenvolvía guarda relación con el fatal desenlace»

Héctor Moreno | Jefe Superior de la Policía Nacional en Cantabria

Pero en los últimos años hubo en su vida varios 'impases'. En 2008, estando en tercer grado por una condena anterior, le pillaron junto a otros catorce individuos por distribuir la droga de una red que lideraba un preso, también de nacionalidad colombiana, desde el centro penitenciario de Mansilla de las Mulas (León). Por aquel entonces sólo tenía 22 años y ya contaba con un extenso historial. En esa ocasión cumplió condena en la prisión santoñesa de El Dueso.

Más adelante, ya libre, tuvo una temporada en la que alternó sus negocios habituales con trabajos legales, pues estuvo contratado en una empresa de fabricación de puertas metálicas en el municipio de El Astillero. A la vez, cometió otros delitos menores, como el robo de ventanas en un edificio en obras de Mijarojos (Cartes) por el que fue detenido junto a dos compañeros en 2013. Dos años después, en 2015, volvió a ser condenado a prisión por un delito contra la salud pública por tráfico de drogas, esta tercera vez con una pena de tres meses, así que regresó a El Dueso entre los meses de enero y abril.

«Tenemos la dificultad de que el suceso pasó desapercibido, pero aún buscamos testigos»

Héctor Moreno | Jefe Superior de la Policía Nacional en Cantabria

Recuperada su vida y sus actividades en libertad, al poco la Policía Nacional y la Guardia Civil perdieron la pista a Marvin. Literalmente, se esfumó. Las fuentes consultadas coinciden en que podía temer por su integridad en Cantabria y por eso cambió su lugar de residencia. Al sentirse amenazado, decidió desaparecer del mapa una temporada.

Ya de regreso e instalado en su nuevo barrio tuvo otros encontronazos, como la pelea de finales de mayo en la zona, desencadenada por un enfado entre dos grupos en un gimnasio del barrio. Un asunto sin importancia por un conflicto por el uso de las máquinas acabó en un grave enfrentamiento. Tanto que el 21 de mayo, ingresó en urgencias del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla con un importante traumatismo por el que estuvo dos días en la unidad de Neurocirugía.

«Estamos trabajando con la hipótesis más probable, pero no vamos a cerrar ninguna»

Héctor Moreno | Jefe Superior de la Policía Nacional en Cantabria

La Policía Judicial también está investigando estos hechos, pero en principio la hipótesis más probable es que no tengan absolutamente nada que ver con su muerte dos semanas más tarde, alrededor de la medianoche del miércoles pasado en la urbanización en la que vivía con su pareja y tres niños. La investigación todavía está en una fase inicial, pero ya se han completado algunos puntos importantes. Por ejemplo, la inspección del vehículo de la víctima, donde los agentes pensaban que podría haber elementos importantes. Además, se sigue analizando el material encontrado en el lugar del suceso. Moreno reconoce que la no existencia de testigos es una barrera importante. Porque nadie en el vecindario escuchó nada, algo extraño teniendo en cuenta que se produjeron hasta cinco disparos.

Será el estudio que aún está por concluir de los expertos del área de Criminalística el que determine si el asesino utilizó un arma con balas de pequeño calibre -más discreta y menos ruidosa- o si, por el contrario, tenía algún tipo de silenciador. Ambas son posibles. De confirmarse esto último daría cuenta del grado de 'profesionalidad' del responsable de la muerte de Marvin.

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