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ELENA TRESGALLO
Lunes, 28 de noviembre 2016, 07:17
"Volveremos a levantar la casa". Esa fue la promesa que le hicieron sus vecinos a Ignacio Puente 'Casto' y su familia la misma tarde y noche de horror, en la que las llamas se llevaron toda una vida de esfuerzo, el 30 de ... octubre de 2013. Tres años más tarde, 'Casto' ya no está para verlo pero sí su mujer, Aurora Castillo, de 84 años, y sus hijos Juan Ignacio y Luis Alberto, que han podido regresar a un hogar totalmente reformado gracias a la solidaridad vecinal de Ribamontán al Monte y de otra ayuda venida de fuera de sus fronteras.
La familia de 'Casto' quiso devolver esta semana un poco de lo que la gente les había dado, para lo que organizó una pequeña fiesta y una jornada de puertas abiertas para agradecer la ayuda.
Durante estos tres años la familia se trasladó a una vivienda de emergencia social cedida por el Ayuntamiento de Ribamontán al Mar en Suesa. El problema del matrimonio octogenario que lo perdió todo en el incendio, no eran solo los escasos recursos para reconstruir su vida sino también sus problemas de movilidad, "por lo que Paco Asón (alcalde de Ribamontán al Mar) nos cedió esta casa que estaba adaptada", señala agradecida Mar Puente, la tercera hija de 'Casto' y Aurora. Ella fue quien había llevado a sus padres a un centro comercial el día del incendio. Un hecho que probablemente les salvó la vida ya que el fuego se propagó rápidamente y apenas dio tiempo a que sus hermanos salieran con lo puesto.
Pasados los malos momentos, según explican Mar y su hija Diana Manzanos, su familia está viviendo "un sueño", por lo que aseguran que no tendrán "suficientes vidas" para dar las gracias a todos.
No obstante, Manuel García y Pilar de la Maza, dos de los vecinos que pasaron a ver la vivienda y colaboraron en la reconstrucción tienen claro que en los pueblos muy pequeños como Omoño "la convivencia es así y nos ayudamos todos", explican orgullosos. Ellos también estaban allí por Casto, el padre que no pudo volver a la casa en la que vivió toda una vida, pero que siempre ayudó al pueblo en lo que pudo. "Mi padre era muy solidario con los vecinos, por eso creo que ellos se lo han devuelto", explica su hija Mar, muy emocionada, en una tarde rodeada de amigos de los de verdad.
Prisa por volver
Su madre tenía prisa por volver a casa, por lo que la familia no esperó a terminar todos los remates y le han devuelto la sonrisa. "Soy de Galizano pero hace cincuenta años que vivo aquí, tenía ganas de volver y estar con mis vecinos", explica Aurora Castillo, al calor del hogar. Su casa es, ahora, una vivienda renovada y adaptada a sus problemas de movilidad, con los muebles justos para comenzar de nuevo, pero con la alegría que da saberse querida.
Mientras ella contempla risueña a todo el mundo en silencio, su hija y su nieta hacen de anfitrionas y atienden al alcalde Joaquín Arco y a todos los vecinos que van llegando. Mar no quiere que se le escape nadie sin que sepa que están muy agradecidos. "El anterior alcalde, José Luis Blanco, Paco Asón y Araceli Colina que nos cedieron la casa en Ribamontán al Mar, la juventud del pueblo y los vecinos que pusieron la mano de obra", enumera nerviosa. Pero también el cura de Güemes que mató un chon y realizó una fiesta para recaudar fondos; el grupo Son de Flamenco, que hizo un concierto solidario; los jóvenes que vendieron camisetas, las empresas que donaron material de obra, la pensionista que les daba sus últimos 20 euros del mes y que no aceptaron, además de los que anónimamente hicieron aportaciones en la cuenta bancaria que les ayudó a reconstruir su vida.
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