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Ha pasado una semana desde que Manuel Macavi se fue, pero su huella sigue viva en el recuerdo de su familia, su equipo y sus compañeros de profesión. Quienes le conocieron coinciden en que era «muy exigente» pero afirman que su profesionalidad era directamente proporcional ... a su humanidad. Fue maestro de todo aquel que llamó a su puerta y su audaz decisión de desterrar los rulos y los secadores de casco marcó a las generaciones que le precedieron. Los peluqueros Chema Santos, Montse Núñez, Pily Escallada y Katya de Pablo han sentido mucho su muerte y sólo tienen palabras de agradecimiento por todo lo que les enseñó y el trato que les dispensó. Los más jóvenes, los que no tuvieron la oportunidad de conocerle, como Diego Lainz, crecieron teniéndole como referente, como el maestro al que todos querían parecerse.
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Chema Santos, de Chesan, recuerda que «cuando salí de la academia me fichó para trabajar con su hijo y me hizo ver la peluquería que yo quería». Le recuerda estricto porque sabía lo que quería, «marcaba muy bien las pautas y era muy buen director de salón». Para Chema, Manuel era todo un referente y no sólo por ser su maestro sino por su humildad. «En este sector hay mucho divo, y él que podía haberlo sido nunca jamás miró a ningún compañero por encima del hombro.
Montse Núñez también le tenía mucho cariño y en cuanto supo que había fallecido fue rápidamente a dar un abrazo a su hijo y transmitir su cariño a su equipo. Recuerda que «cuando trabajaba en la peluquería Guadix me cogía los martes por la tarde para ir a peinarme a su salón. A él le gustaba la idea que fuéramos a ver cómo trabajaba». «Cuando abrí mi peluquería en 1984 fui a peinarme a Macavi y cuando se enteró vino a mi salón para desearme muchos éxitos. Fue un gran detalle. Núñez también valora que cuando se quedó viuda (1989) también fue a verla: «'¿Qué tal vas niñuca? Si ves que no tienes fuerzas, mi casa la tienes abierta'. Así era Manuel», recuerda Núñez con nostalgia.
Pilar 'Pily' Escallada asegura que «fui una de sus alumnas más aventajadas». Empezó a trabajar con Macavi cuando ella tenía 14 años y él venía con un montón de ideas de Madrid y París. «Tenía el don de enseñar y yo siempre puse en práctica todo lo que aprendí con él. Empezó a hacer las mechas con papel de plata, a peinar con cepillo... Ahora también te digo que la sociedad de entonces no estaba acostumbrada y en Meruelo, mi pueblo, no querían que les peinara si no les ponía rulos». Así que Pily tuvo que aprender a ponerlos hasta que un día el veterinario fue a verla: «Estaba hasta el gorro de llevar a su mujer a peinarse a Noja y me preguntó que si podía peinarla sin cardar para poder tocarla el pelo por la noche. ¡Claro!, le dije, como me ha enseñado Macavi». Al día siguiente todo el pueblo empezó a ir a su salón.
«Cuando me quedé viuda vino a verme. '¿Qué tal vas niñuca?' –me dijo–. Si ves que no tienes fuerzas, mi casa la tienes abierta'. Así era Manuel».
«Tenía el don de enseñar y yo siempre puse en práctica todo lo que aprendí con él. Empezó a hacer las mechas con papel de plata, a peinar con cepillo... Fue un innovador».
«Trajo un aspirador para el pelo y con un secador le daba forma. También sus mechas eran diferentes y a todos los que nos gustaba aprender teníamos en Macavi un maestro».
«Era muy buen director de salón. En este sector hay mucho divo y él, que podía haberlo sido, nunca jamás miró a ningún compañeropor encima del hombro».
«Todos los que nos dedicamos a la belleza sabemos que impulsó una peluquería fresca, de secado rápido con los dedos y que puso a Cantabria en el mapa».
Katya le conoció mientras estudiaba. «Trajo un aspirador para el pelo y con un secador le daba forma. Eran los años noventa y en aquella época se llevaban las crestas y el pelo alborotado y veíamos su forma de trabajar muy innovadora. También sus mechas eran diferentes a las del resto y a todos los que nos gustaba aprender teníamos en Macavi todo un referente lleno de inspiración».
Diego Lainz tiene 23 años y, aunque no le conoció personalmente, «desde que tengo uso de razón he crecido observando y escuchando el fenómeno Macavi». Las nuevas generaciones saben que el cántabro marcó un antes y un después: «Todos los que nos dedicamos a la belleza sabemos que impulsó una peluquería fresca, de secado rápido con los dedos para conseguir efectos vaporosos y que fue un gran impulsor de la marca Cantabria en el mundo». Lainz alaba que «supo diferenciarse hasta tal punto de conseguir que una mecha fuera reconocida por la ejecución, y eso sólo lo consigue un genio».
Macavi fue, es y será un referente de la peluquería y su nombre siempre estará siempre ligado a la innovación y al estilo en Cantabria.
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