Amparo Salmón: «Me alegro mucho de la decisión que tomé»

-¿Quién es Malavita?

-Malavita es un regalo que le hice a mi marido.

-Pues es un gran regalo.

-Le gustan mucho los perros. Y él siempre quiso tener uno. Así que, por su cumpleaños, decidí complacerle.

-Ya. Y como usted trabaja en el sector de la alimentación, pues le complació a su modo. Con un 'salchicha'.

-¡Anda! ¡No había caído en eso! No, no. Jajaja. Escogí el teckel porque a él le gusta esa raza. Es un perro muy bravo y resistente en el monte. Y, además, cuida bien de la casa.

-¿Nunca se ha preguntado si hubiera sido mejor comprarle una corbata?

-No. Siempre tuve claro que lo que más ilusión iba a hacerle era tener un perro.

-O sea que...

-...Estoy segura de que acerté con el regalo.

-En un matrimonio sin hijos, ¿Malavita es la 'cosita nostra'?

-Yo diría que, independientemente del número de miembros que tenga una familia, si decides tener un perro es para quererle y para cuidarle. Así lo entiendo.

-¿Usted participa de sus rutinas o con regalárselo a su marido ya cumplió?

-De los cuidados de Malavita se ocupa mi marido...

-...Que para eso se lo regaló...

-...Exactamente.... Pero sí, en la medida en que me permite el trabajo participo de sus rutinas y, desde luego, forma parte de mi vida.

-¿Pero a usted le gustan los animales?

-¿Honestamente? De no ser por mi marido, yo nunca habría tenido un animal en casa. Aunque me alegro mucho de la decisión que tomé.

-No se le dan bien.

-Bueno. Tampoco mal del todo. A quien se le dan muy bien es a mi marido.

-La vi participar en el programa 'El jefe infiltrado'.

-Una bonita experiencia.

-Y, qué quiere que le diga, su manejo de las vacas dejó mucho que desear.

-Jajaja. Le aseguro que se maneja mucho mejor a Malavita en el sofá de casa que a un rebaño de vacas en un establo. Soy descendiente de ganaderos y me consta que no es un trabajo fácil.

-¿Es de gustos exquisitos?

-¿Quién de los tres?

-El perro, el perro.

-Hombre. El perro tonto no es. Estoy segura de que si le pusiéramos un buen jamón ibérico lo disfrutaría mucho, pero, como la mayoría de los perros, sólo come pienso.

-¿Qué cree que diría si supiera que en su casa se atesoran premios a la excelencia alimenticia?

-Supongo que me daría la enhorabuena y luego me preguntaría: «¿Por qué me dais pienso en vez de ese cocido montañés tan rico que elaboráis?».