Álvaro Martínez: «¿Un superpoder para Melmac? ¡La vida eterna!»
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El dibujante Álvaro Martínez vive a caballo entre la realidad y la ficción, mundos por los que suele pasearse con un springer cocker que le sigue allá donde vaya, sea ese lugar real o ficticio. Bautizado como el planeta natal de Gordon Shumway (Alf), dotado ... con los superpoderes de un perro –la lealtad, la fidelidad y el amor sin condición– e inmortalizado en un cómic, a Melmac, 'Mel', ya solo le falta ver en su dueño al mismísimo Tintín.
(Torrelavega, 1981) es dibujante. Graduado en Bellas Artes y empleado en DCComics (Batman, Aquaman o X-Men), ha sido galardonado con el premio Eisner, el Oscar del cómic, a la Mejor Serie Nueva por 'The nice house on the lake'.
Animal:
Perro.
–¿Quién es Melmac?
–Un cocker natural de Madrid pero guipuzcoano de adopción amante de las siestas e incansable receptor de cosquillas. Mi mujer lo adoptó en 2014 y lo bautizó con el nombre del extinto planeta de origen de Alf. Un perro dulcísimo.
–Yo le hacía con un murciélago... o dos.
–Los murciélagos me dan pánico. Hace años fui asediado por uno en casa durante horas y, la verdad, fue angustioso. Los prefiero al otro lado del papel, créame.
–En 1955, cuando los cómics horadaban su época más naíf, su compañía, DC Comics, dio a luz a Krypto, el perro de Supermán, y a Ace, el batisabuedo de Batman.
–Así es, sí.
–A uno le mataron y al otro le jubilaron. ¿No había un final mejor para ellos?
–¡Nada de eso, oiga! Los dos gozan de una excelente salud. En el mundo de los superhéroes y de las supermascotas la muerte y la resurrección están a la orden del día. Yo incluso diría que, en ese sentido, son buenos tiempos. Batman se ha hecho con una vaca.
–La bativaca, sí. Y, dígame, ¿con quien de los dos guarda Melmac más parecido?
–Con Krypto. Pese a ser un perro de caza, no tiene mucho instinto de sabueso. Melmac tiene un perfil más pachanguero.
–¿Qué superpoder le gustaría que tuviera?
–¡La vida eterna! O al menos una vida muy larga.
–¿Alguna vez ha tenido la tentación de colocarlo de rondón en uno de sus trabajos?
–La he tenido y he sucumbido a ella.
–¡Ah!, ¿sí?
–Sí. Mel aparece en un cómic de Batman y tengo planes para que vuelva a hacerlo.
–Milú, Ideafix, Rantamplán... ¿El cómic franco-belga es un ejemplo de cómo ilustrar la simpatía de los animales de compañía a través de papeles casi irrelevantes?
–¡Sin duda! Aunque al menos en el caso de Milú yo no diría que tiene un papel irrelevante. A veces son decisivos en el devenir de las historias.
–¿Y por qué el cómic nacional no les presta tanta atención?
–Porque aquí nos van más los antihéroes. Y los perros no encajan en ese tipo de perfiles. Son más guays.
–Usted ilustró el libro 'El niño que sabía hablar el idioma de los perros'.
–De Joanna Gruda, sí.
–¿Deberíamos aprender de él para poder entender a nuestros animales?
–A veces desearía que Mel me pudiera contar lo que le pasa, aunque, si le digo la verdad, no creo que para entendernos sea necesario un idioma.
–Debidamente entrenado, ¿el hombre podría llegar a ser el mejor amigo del perro?
–Haría falta mucho entrenamiento. Por desgracia, en los humanos persisten actitudes muy poco amistosas con ellos.
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