Cómo ayudar a sobrellevar la pérdida de un hijo, la herida más dura del alma
PSICOLOGÍA ·
Las emociones que se van a entremezclar, llevan a esos padres y familiares a transitar por las diferentes etapas de la vivencia del duelo, sintiendo que el mundo deja de seguir su curso
El ciclo vital de los seres humanos viene marcado por la apertura a la vida, como es el nacimiento y el fin del proceso vital, como es la muerte. Experimentar la felicidad que viven unos padres ante el nacimiento de un hijo o una hija, ... que les llena de ilusiones y les inunda de la mayor muestra de amor y ternura a través de una nueva personita venida al mundo, es una de las grandezas que nos brinda el milagro de la vida.
Ver pasar el tiempo a lo largo del desarrollo vital de nuestros hijos, es lo que tenemos entendido como ley de vida. Sin embargo, la vida y la muerte se escapan a las leyes.
El dolor que los seres humanos sentimos cuando un ser querido se nos va, abre una herida en el alma que cuesta aprender a sobrellevar. Si hablamos de la pérdida de un hijo o una hija, el dolor es incompresible, se convierte en una vivencia desgarradora para la que ningunos padres están preparados. Como es muy común decir: «no es ley de vida».
Cuando en una familia se vive la pérdida de un hijo, se rompe una forma de sentir y vivir, se apaga una luz en el alma y se produce un vacío vital tan profundo que es muy complejo explicarlo con palabras.
Cuando muere un hijo, comienza un duelo que va a conllevar unas vivencias, en función del tipo de pérdida, ya sea por una enfermedad o un suceso inesperado, que implican atravesar diferentes reacciones dependiendo de la persona. Cada duelo va a ser diferente, al igual que cada persona somos diferentes.
Las emociones que se van a entremezclar, llevan a esos padres y familiares a transitar por las diferentes etapas de la vivencia del duelo, sintiendo que el mundo deja de seguir su curso. Experiencia que mezcla tiempos de incredulidad, bloqueo total de emociones, alteración de conciencia, pérdida del sentido de la realidad, percepción temporal distorsionada, negación, rabia, soledad, agotamiento físico y emocional, sentimiento de culpa, deseos de desaparecer… Todo ello, puede llegar a verse reflejado en el día a día de esos padres viéndose sumidos en la depresión, el aislamiento social, problemas de salud mental y física, abandono de la vida laboral…, entre muchas otras complicaciones que les bloquea el poder aprender a sobrellevar su realidad.
Poder ayudarnos ante la pérdida de un hijo o hija implica altas dosis de fuerza, aceptación y aprendizaje para continuar caminando y para entender que la muerte forma parte de la vida, siendo la mayor muestra de amor por nuestros hijos el encontrar un camino para continuar.
Para ello, hoy os quiero dejar algunos de los puntos principales que abren luz y son de ayuda a la hora de encaminar el duelo de perder a un hijo o hija.
• Permitirse y permitir que cada persona viva y afronte el duelo de la forma más acorde a su naturaleza. No todos tienen que llorar o expresarlo de la misma manera ni en el mismo tiempo. Dependiendo de las circunstancias, los duelos se presentan de formas muy diferentes, no es lo mismo sobrellevar la falta de un hijo tras una larga enfermedad, donde se comienza a vivir el duelo desde las etapas más duras del proceso, que el duelo ante una pérdida inesperada desencadenando un impacto emocional en shock.
• Aprender a entender que el proceso del duelo ayuda a que las personas se adapten y acepten la pérdida, manteniendo en su interior la permanencia de ese vínculo afectivo con el ser querido que se ha ido y que tienda un puente con la vida.
• Abrirse a hacer que este proceso pueda ser compartido con la familia y los seres queridos. Dejarse ayudar por los familiares y amigos, ya sea para hacernos compañía, preparar diligencias o facilitar que puedan ser un punto de apoyo para los hermanos. Si hay más hijos, darles su espacio y hacer que se sientan incluidos en los momentos de homenaje. Dedicarse tiempos en familia para arroparse, hablar y jugar con los más pequeños.
• Fomentar la comunicación en pareja y en familia para favorecer la expresión de las emociones. No evadir o mentir a los más pequeños sobre lo sucedido buscando un lenguaje apropiado a sus edades.
• Hablar siempre que lo desee de su hijo o hija, nombrar su nombre sin reprimirse.
• Darse el tiempo que sea necesario para reorganizar el hogar y las pertenencias sin presionarse.
• Darse espacio para marcar tiempos, preparar las actividades del día a día o plantearse la vuelta a la actividad laboral.
• Permitirse vivir las fechas señaladas y los días significativos de la forma que se desea, como puede ser visitando los lugares que más frecuentaban en familia o viviendo las imágenes y recuerdos.
• Fomentar el encontrar un sentido por el que encaminar la vida. Proponerse dar el mejor homenaje que todo hijo o hija pudiera recibir, encontrando un sentido para seguir abriendo el corazón a mantener ilusiones y razones por las que sentir que todo hijo o hija estarían orgullosos de tener unos padres, hermanos y familiares que vuelven a respirar en el camino con un propósito vital.
• No dudar en pedir ayuda de un profesional. En estos casos, el poder contar con un espacio en el que tener un acompañamiento de la mano de un profesional, facilita la apertura a vivir la aceptación y la adaptación pudiendo encaminar el duelo de forma más funcional.
Estos son algunos de los puntos que espero sean de ayuda. ¡Un cálido abrazo amigos de Cantabria DModa!
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