Consejo de una abuela cántabra: «Cuidarse debería ser obligatorio»

Cuando cumplimos años empezamos a oír más a menudo palabras como hipertensión, colesterol, elasticidad, osteoporosis, sérum antiedad o lentes progresivas. Todas nos alertan de algo... de que tenemos que prestar atención a las señales que nos envía nuestro cuerpo. No únicamente a lo visible, lo que es más evidente: arrugas, canas o gafas que nos facilitan la visión, sino a lo que tenemos dentro: corazón, aparato locomotor, digestivo, reproductor, etcétera… Todo aquello que no vemos, pero que es de vital importancia.

A las pruebas me remito. El Montes (léase marido) ha pasado por un proceso de cáncer (última revisión, todo controlado) que comenzó con pequeñas molestias al orinar y ambos, en nuestra infinita sabiduría (modo ironía) diagnosticamos un 'frío', que resultó ser un tumor grave que requirió de radioterapia y braquiterapia. Estas terapias son al tumor lo que el sérum al rostro, más producto concentrado más cerca de la zona a tratar (pero pasando por quirófano), con unos estupendos resultados y una recuperación envidiable.

Pero… podría no haber sido así. Por eso es tan importante revisarse cada cierto tiempo. Una simple analítica puede marcar la diferencia entre algo leve o totalmente descontrolado y muy grave.

El deporte, en cualquiera de sus versiones, ayuda a mejorar la calidad de vida y se ha convertido en una motivación extra para mejorar no sólo el cuerpo, sino también la mente. En procesos como el que ha tenido el abuelo ha sido clave la motivación y el impulso para superar un periodo difícil.

En mi caso, es el pilates el que me ayuda con mis problemas de espalda y mi maltrecha pierna. No necesitamos ser expertos en ninguna disciplina deportiva ni ganar competiciones: ropa cómoda y un calzado adecuado serán suficientes para comenzar a movernos si no tenemos hábitos deportivos adquiridos desde antes.

Igualmente, no debemos olvidarnos de la otra parte, la estética, la que nos llama la atención de alguien. La primera impresión. Y no, no es frivolidad mostrar la mejor versión de sí mismo a cualquier edad, siendo fieles a nuestro estilo, sea el que sea.

Elegir esas gafas que mejor armonicen con nuestro rostro o teñirnos el pelo con el color que más nos favorezca son detalles que les dirán a los demás quiénes somos y lo que queremos expresar. Mimar y cuidar nuestro aspecto forma parte de ese binomio salud-estética que va, o debería ir, de la mano. Si te cuidas para estar sano también cuidas tu aspecto y quieres verte bien, ¿no?

Si nos adentramos en el mundo del cuidado personal, descubriremos todo un universo de posibilidades: desde una simple crema hidratante, pasando por los tratamientos más avanzados con grandes concentraciones de principios activos de alta calidad que mejorarán nuestra piel y nuestro aspecto en general, e, incluso, recurrir a la cirugía.

Sea cual sea nuestra elección, el resultado que queremos es el mismo: sentirnos a gusto con nuestro aspecto, con nuestra forma de vivir, con lo que queremos proyectar y envejecer en las mejores circunstancias posibles. Y sí, a veces, también me puede la pereza, la desgana y resuena en mi cabeza eso de: «consejos vendo que para mí no tengo», pero siempre vuelvo al punto de partida... Cuidarme para poder cuidar a los demás.

Y a ti, ¿cómo te gustaría llegar a la madurez?

«No sólo las plumas bonitas hacen bello a un pájaro», Esopo.

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