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La madrileña Vanessa Tinar vino a vivir a la ciudad castreña el pasado verano junto a su familia, porque se enamoraron de la ciudad. Ella y su marido dejaron sus trabajos para venir al municipio, pudiendo dedicarse la protagonista de esta semana a lo ... que más le apasiona: el mundo del yoga unido al de los niños.
Cuenta que fue mamá hace cuatro años y que anteriormente ya era monitora de yoga, lo que hizo que indagase sobre esta disciplina aplicada a los niños, logrando trabajo como monitora de yoga en el mismo centro castreño en el que realizó el curso.
Tinar recuerda que comenzó a practicar yoga hace «muchos años» y que cada vez fue «profundizando más», hasta que llegó el momento en el que se dijo a sí misma que podía hacer de su pasión su profesión y así fue como se formó como profesora de yoga.
Después, al ser madre vio claro que quería orientarse por el yoga para niños, ya que, de una manera «muy natural», cuando realizaba sus rutinas de yoga, Asier, su hijo, la imitaba e interactuaba con ella. Por eso, dice, lo tuvo claro, porque le encantan los niños y le hacen disfrutar como si fuera una más. Así, se especializó y ha podido constatar los «valiosos beneficios» que el yoga aporta a los niños y a sus familias.
A este respecto, Tinar asegura que a nivel emocional, el yoga en los niños puede aumentar la autoestima y la concentración, además de ayudar a la relajación, ayuda a calmar la ansiedad y el estés y a equilibrar las emociones. Sin olvidar que también hace que los niños desarrollen la imaginación y la creatividad y fomenten los valores de compañerismo, respeto y empatía.
Por otro lado, según al monitora, a nivel físico, el yoga mejora en los niños el estado de salud general, mejorando los hábitos posturales, el sueño, los hábitos de respiración, aumenta la flexibilidad, la elasticidad, la fuerza y el equilibrio. Para ello, Tinar sigue una metodología concreta en el que el yoga actúa como hilo conductor de una enseñanza integradora entre cuerpo, mente y espíritu. Así, en las sesiones, la monitora y los alumnos llevan a cabo técnicas de relajación y respiración, además de asanas y posturas, baile y expresión corporal, música y cantos, juegos y cuentos, ejercicios con los cinco sentidos y expresión artística.
Por ello, dice, es una sesión «muy completa» y, aunque siempre lleva un guión preparado, Tinar se amolda a las necesidades y demandas de los pequeños y de sus edad. Improvisa en las clases teniendo presentes los ejercicios de posturas y estiramientos, fomentando la empatía y el trabajo en equipo.
La monitora cuenta que lo que más le gusta de su oficio es que saca la niña que lleva dentro, siendo una más, regresando a su infancia.
Por otro lado, lo que menos le agrada de su profesión, cuenta, es ver a los niños tan estresados, ya que al inicio de la clase realiza una ronda para ver qué tal se encuentran a nivel emocional y «es duro» ver a niños pequeños estresados , de seis y siete años, «porque les meten mucha caña en el colegio, con exámenes y demás» y eso le da «pena». A través de esta actividad «recomendable para todas las edades», la monitora y una compañera pondrán en marcha para el próximo curso la extraescolar 'Artescuela', en la que se el arte y el yoga cobrarán protagonismo.
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