Recordando aquellas bodas
LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ ·
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LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ ·
Recordamos las diferencias de los enlaces del ayer con los de hoy en día¡Lo que han cambiado las bodas! Antaño, entre los invitados lo normal era vestirse ad hoc pero sin pasarse. O sea, no como determinadas personas en la actualidad. Algunas y algunos aplican hoy aquello de «antes muert@ que sencill@». Abundan los casos.
También ... han variado los menús. En las bodas a las que asistí de joven una comida/tipo solía estar integrada por «entremeses fríos y calientes» (lonchas y rodajas de jamón-jamón, york, chorizo, salchichón e incluso mortadela; rabas, gambas enfundadas y las siempre exitosas croquetas); «langostinos en dos salsas» (vinagreta y mayonesa) y después, a elegir, carne (lechazo asado) o pescado («merluza rellena»). De postre, trozo de la tarta de los novios y helado, café, copichuelas y como regalo para los caballeros un «Farias».
El asunto se remataba con el baile a los acordes de la orquesta contratada por el restaurante, sin que faltaran en su repertorio pasodobles y el afamado «Paquito el chocolatero», de brillante interpretación colectiva a medida que aumentaba la ingesta de líquido (no agua, obviamente), se aflojaban los nudos de las corbatas y el personal, de mayoría masculina, caía en brazos de la marcha y del correspondiente «¡e!, ¡e!, ¡e!».
Qué decir sobre las bodas si nos ponemos a hablar de los regalos para los novios. En otros tiempos consistían en una batidora o una yogurtera, un juego de sábanas, una mantelería, una batería de cazuelas, un marco de plata para poner cualquier foto, una cubertería… Todo así de sencillo. Dinero, dinero, lo que se dice dinero en metálico, se daba poco. Y cuando se hacía era en cantidad pequeña, que no estaban las economías domésticas para tirar demasiados cohetes.
Tras haber leído lo anterior, recuerde ahora el lector cualquier boda reciente a la que haya acudido y establezca las correspondientes comparaciones. Seguro que el resultado es asombroso.
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