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La santanderina África Álvarez, mucho más que una deportista

La santanderina África Álvarez, mucho más que una deportista

CÓDIGO MUJER ·

Compartimos un retrato humano y cercano de la presidenta de la Federación Cántabra de Gimnasia y Directora del Instituto de Excelencia Deportiva

Miércoles, 27 de marzo 2019

¡Nos ha costado! ¡Vaya si nos ha costado! Hablar con África Álvarez López (Santander, 1978) y quedar con ella no es nada sencillo. Si hay alguien ocupado, con cientos de tareas y mucho trabajo todos los días, esa es África.

Llegué a nuestra cita como si hubiera tenido que subir el Annapurna y con la misma responsabilidad. Nos conocemos desde hace tiempo. Las dos compartimos nuestra condición de rotarias y proyectos comunes, tanto solidarios como laborales. Y, por qué no decirlo, nos tenemos un cariño especial... De ahí, mis temores y mis dudas. ¿Podré hacer una semblanza personal y profesional objetiva y desapasionada? Pero cuando llegué a donde habíamos quedado, mis dudas se quedaron en el coche. Nunca podría hacer un retrato desapasionado de África, porque las mujeres como ella me apasionan y por contar cómo son, qué hacen, cómo son sus vidas, estoy aquí y escribo sobre ellas.

Empezamos hablando de la familia, de su familia. Es inevitable al convivir con ella. Su concepto de familia es muy especial, su familia es muy especial. Una familia grande, muy unida y un reconocido matriarcado (su bisabuela que llegó a los 102 años, su abuela, su madre, ella misma). Todas tuvieron, tienen un papel fundamental en recoger, proteger, guiar y cuidar a sus más cercanos. Mujeres fuertes y poderosas, protagonistas de la vida de su gente, como África. «Somos herederas de la cultura vasca y cántabra, recias mujeres del norte», cuenta ella con orgullo en la voz. Es menuda y muy bella, trabajadora inagotable y mente ágil. De respuesta rápida y palabra fácil. «Con mis hermanos pequeños soy muy controladora», dice, y me guiña un ojo. Eso sí, con todo mi cariño «¿Tan pronto empezamos con las confesiones?», le digo y nos reímos.

Su familia gestionó el Restaurante 'Altamira', enfrente del Palacio de Festivales y otros en Puerto chico y Nueva Montaña. Toda una vida familiar en la hostelería y toda una vida, su vida, entre San Vicente, Santander y Madrid. Su abuelo fue una figura de gran influencia en su vida. Me dice que «siempre insistió en que pasáramos por todos los trabajos que hay que hacer en la hostelería, hacer habitaciones, pinche en la cocina, experiencia en gestión». «Si quieres dirigir, ¡tienes que saber hacerlo!» era su máxima.

Foto de familia, ella con traje regional. DM

Su vida gira entre su familia, su marido, sus hijos y el Deporte, con mayúsculas. Ella es básicamente una deportista, pero mucho más, que traslada a todas las facetas de su vida los valores de la práctica deportiva. La fuerza de voluntad, la disciplina... Ha practicado la hípica en doma y salto y el surf y, desde luego, la gimnasia. ¡Ha sido siempre una atleta! «He necesitado hacer deporte siempre y no es que tuviera cualidades especiales que lo favorecieran sino que si me empeñaba en hacer algo, lo terminaba haciendo», confiesa.

Una vida de esfuerzo y entrega

Empezó muy pequeñita con tres o cuatro años a hacer Gimnasia con su madre, iban juntas a clase y luego fue, desde los 6 hasta los 16, a las Escuelas de Gimnasia Rítmica a las Escuelas de Torrelavega. Su formación se fue completando y orientando hacia el área de la gestión deportiva. Primero, un módulo de gestión de empresas, tres años de entrenadora de Gimnasia Rítmica más 3 años de aerobic. Se especializó en planificación deportiva y en gestión empresarial en el ámbito deportivo, y también en formación de alto rendimiento tanto en Valencia como en Madrid y Barcelona, pasando cinco años, desde 1996 hasta el 2001 a caballo entre Madrid y Santander.

En el año 2004, se casó. Había conocido a Omar Gómez y había sido un flechazo. «Me quedé con él para siempre», me dice sonriendo. Abrió una escuela de ballet, con su nombre en Unquera. «Fue una gran experiencia que me enseñó mucho», recuerda de esos dos años. Más tarde trabajó en la Escuela Deportiva Orlando con un gran equipo. «Empezaba a las seis de la mañana y por la tarde, iba a impartir danza a Puente Nansa, San Vicente, Potes, Camaleño». «Mi curiosidad y mi realismo hizo que entrara en contacto con las formaciones, con las clases de formación a los entrenadores y empecé a dedicarme a hacer 'master class', conferencias tutoriales y, de ahí, a impartir conferencias para aplicar las técnicas del deporte a la empresa, utilizando todos los conocimientos que he ido adquiriendo en mi vida personal y profesional», cuenta. Se siguió formando en la International Coach Federation y se dedicó a dar formación en el mundo del coaching.

En plena competición de Gimnasia Rítimica. DM

¿En qué momento de su vida aparece el Instituto internacional de Excelencia Deportiva? «Yo sigo inmersa en el mundo del Deporte a muchos niveles y me doy cuenta de que no hay posibilidad de demostrar un currículum deportivo si no tenías un palmarés de medallas y eras un deportista de élite». A lo que añade, «era injusto que los deportistas que dedican tanto tiempo a su entrenamiento y a adquirir nuevos niveles no tuvieran ese reconocimiento. Por lo tanto, escribo y desarrollo un proyecto que se basa en la investigación de las disciplinas deportivas y en ver qué estructuras regladas y no regladas existen». En su investigación, le da forma al primer standard de certificación deportiva global como recompensa al deportista y lo registra en patentes en el año 2002 con el nombre de Grados Deportivos. Coincide en la época en que es elegida como Presidenta de la Federación Cántabra de Gimnasia Rítmica y comienza la implantación de los Grados Deportivos en esta Federación.

«Si las cosas se complican, hay que seguir. Si lo piensas, retrocedes».

Posteriormente, reclaman que forme parte de la Junta Directiva de la Federación Española de Gimnasia y comienzan a aplicarlo también en esta Federación. En 2008 asistió a los Juegos de Pekín como miembro de la Junta Directiva y del 2008 al 2012 dirigió el área de marketing de la Federación Nacional. En el año 2012, después de los Juegos Olímpicos de Londres, Alejandro Blanco, Presidente del Comité Olímpico Español, le manifiesta su interés por los Grados de Evolución Deportiva y es en el año 2014 cuando se presenta este proyecto en la sede del COE, por parte de quien era ya la Directora del instituto de Excelencia y Certificaciones Deportivas (IINS) y el mismo Blanco.

Plan Estratégico, Plan de Empresa junto con las Federaciones, estructura del equipo de trabajo, Directora del IINS, una familia con tres hijos, viajes a Madrid, Federación Cántabra. ¿Cómo lo haces, África? Se ríe y contesta que «no hay que pensar, si las cosas se complican, hay que seguir. Si lo piensas, retrocedes». Siempre hacia adelante ese es su lema y el que la ha llevado lejos, muy lejos.

Junto a Alejandro Blanco, Presidente del Comité Olímpico Español. DM

Sé que, aunque tenga un equipo de grandes profesionales detrás de ella, en el Instituto, la santanderina es el alma del IINS, su principal valedora. Se trata de su proyecto personal y vital, apoyada en todo momento por Omar, pilar fundamental en su vida. «Tengo entregada mi vida a este proyecto y he comprobado las dificultades a las que te enfrentas para llevar a la realidad tus sueños», indica. «Las subvenciones que se reciben son a toro pasado y eso obstaculiza su puesta en marcha». El mundo del deporte «es muy gratificante, pero también muy duro y competitivo y el IINS está en medio del deporte federado, del deporte social, del deporte salud y del colectivo de licenciados de educación física y de la industria deportiva», va desgranando África.

Visión de futuro

«En el mundo del deporte, aparte de sus valores, existe un punto de vista muy industrial, empresarial y económico, que muchas veces no llega a los deportistas. El proyecto del IINS es que los deportistas tengan esa recompensa y puedan cuantificarla para utilizarla en su vida laboral y profesional», explica. «Yo quiero que se lleve a cabo, sea como sea. Me han ofrecido dinero por el proyecto, pero yo no quiero dinero, quiero que se implemente de la mejor manera posible». «Una de mis últimas y grandes satisfacciones ha sido certificar a 200 niños en un pabellón en Pontevedra. Verles a ellos y a sus padres participando de los grados deportivos y saber que estamos construyendo el deporte del futuro», concluye África.

Como deportista, como gestora, como persona, África es un animal social y una abridora de puertas. Para ella lo más importante son las personas y sus equipos. Tanto a nivel nacional como internacional se ha entregado a quienes la han arropado y se han implicado en su empresa. Su manera de trabajar, la entrega de su tiempo, su rebeldía, su franqueza y porqué no, su exigencia marcan su vida y la de aquellos que la rodean.

La cántabra en unos juegos olímpicos. DM

Cuando pregunto directa qué no le gusta, me dice «odio a la gente que juzga, que hablan sin saber y no soporto que hablen mal de otros delante de mí». Lo dice con contundencia. Para ella, la religión es importante, se considera católica practicante y siempre aspira a ser mejor persona y a ayudar a los demás. Objetivo que cumple a través del Club Rotario de Torrelavega, organización internacional de profesionales y empresarios aconfesional y apolítica, al que pertenece desde hace años, que se dedica al altruismo y a la solidaridad.

Me ha contado muchas cosas. Algunas están aquí presentes, otras se quedan en el tintero. África es mucho más, pero tenemos que terminar. Y cuando le pregunto cómo quiere hacerlo, se pone soñadora y me habla de una puesta de sol en su querido San Vicente, de una tarde con sus hijos en la playa y un poema que escribió. Me parece un bonito contraste haber empezado nuestra entrevista hablando de su reciedumbre y de las mujeres de su familia y terminar con un precioso y cálido poema que le inspiró ese momento:

La bruma no me deja ver

pero a lo lejos intuyo la iglesia y los picos

Una luz mágica se refleja en la mar

y el sol consigue embellecer su silueta

Jinetes en el agua

y mis tesoros en la orilla

La bruma no me deja ver

Pero a lo lejos intuyo sus vidas y la mía

Una luz mágica nos envuelve

El tiempo se para y es aquí en mi tierra y con los míos

que me quedo...

La bruma no me deja ver...

Pero lo veo...

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