La Torre Eiffel, todo un icono de metal con mucho que contar
LA FOTO QUE ME HIZO RECORDAR QUE… ·
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LA FOTO QUE ME HIZO RECORDAR QUE… ·
El incuestionable referente arquitectónico tiene entre sus hierros una gran variedad de anécdotas que seguro desconocíasCon sus 300 metros de altura, era el edificio más alto del mundo, hablamos del 6 de mayo de 1889, fecha exacta cuando las puertas de la Torre Eiffel abrieron oficialmente para el público, convirtiéndose rápidamente en el icono, por ... excelencia, de la ciudad de París. Todo un referente arquitectónico que tiene entre sus hierros una gran variedad de anécdotas que seguro no sabías.
Este gigante de metal se construyó dentro del marco de la «Exposición Universal» y no tenía que ser permanente, la idea inicial estaba planteada para desarmarla pasados unos 20 años, pero la armada francesa instaló una antena de radio en lo más alto, sumado a que el propio Eiffel dio utilidad científica como estación climática y como laboratorio de aerodinámica salvando a la torre de ser destruida.
¿Se imaginaría la Torre de Bönickhause en España? Sí, he formulado correctamente la pregunta, no es un error. Una de las cosas más «curiosas» de la Torre es que el propio arquitecto, Gustave Eiffel, se llamaba Gustave Bönickhause, pero los franceses no sabían pronunciar bien su apellido alemán, con lo que unos años antes de la inauguración, Gustave se le cambió, como también podría haber cambiado de ubicación, ya que varias ciudades rechazaron el proyecto de crear la torre, como Barcelona.
La anécdota más disparatada es la que originó Víctor Lustig, sin lugar a dudas un hombre con mucho ingenio, aunque su verdadera palabra que lo definía era la de «estafador», pero en su ficha policial prefirieron ponerle «vendedor». Con una carrera de timos, idas y venidas entre Europa y Estados Unidos, en el año 1925 se encontraba viviendo en París y una mañana leyó en la prensa local un artículo sobre los problemas del costoso mantenimiento de la Torre Eiffel para las arcas públicas.
Como era costumbre en sus golpes, creó una nueva identidad y se hizo pasar por un funcionario responsable de la gestión de la torre Eiffel, con todo montado buscó a los seis empresarios metalúrgicos más importantes y los citó en una misma reunión. La idea, vender como chatarra y a precio de salgo toda la estructura. Ayudado por los recortes de prensa, realizó una exposición y analizó a cada asistente. André Posisson, empresario distribuidor de chatarra, inseguro y muy ambicioso, fue el elegido por Lustig.
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Las 7.300 toneladas, 60 toneladas de pintura y sus 2,5 millones de remaches de hierro fueron vendidas a Poisson que debía de abonar un primer plazo, más un pequeño soborno para obtener favores oficiales en sus negocios.
Para cuando el empresario se dio cuenta de la estafa, Víctor Lustig se había marchado a Austria. Sin embargo, no llegaron a presentar ninguna denuncia. Quizás la vergüenza pública que supondría la noticia de haber creído que podrían comprar la torre Eiffel era más fuerte que el dinero pedido.
Después de aquel episodio, desapareció entre viajes de un lado para otro y, a finales de la década de los veinte volvió a París y volvió a vender la Torre repitiendo el mismo proceso. La diferencia, el estafado sí presentó una demanda.
Toda una historia para conocer y que descubra en diversos artículos publicados. Con más de 130 años de historia, casi que tiene más anécdotas que metros de altura.
Puedes seguir más historias y anécdotas en mi Instagram personal (@jvr.granda) y profesional (@alteregoediciones).
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