Martín Íñiguez de Onzoño: «Debemos apostar más por el I+D+i para ser un país más prós»
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El joven castreño está cursando un máster en Neurociencia Computacional BCCN en la Universidad Técnica de BerlínMartín Íñiguez de Onzoño (Castro Urdiales, 1998) pasó su adolescencia soñando en ser uno de los ingenieros de las películas de Iron Man. Ese interés le llevó a graduarse en Ingeniería Biomédica por la Universidad Carlos III, de Madrid, en 2020. Hoy cursa el máster en Neurociencia Computacional BCCN en la Universidad Técnica de Berlín. Da las gracias a su familia por «su esfuerzo económico» y a la beca de 'la Caixa': «Te cambian la vida completamente», dice.
-¿Qué te llevó a querer estudiar Ingeniería Biomédica?
-En el instituto, me empecé a interesar por los brazos y los esqueletos robóticos. He de confesar que gran parte de ese interés creció gracias a las películas de Iron Man. Pero no existen sólo en las películas, sino que ya están aquí. Este Grado era el mejor camino para llegar a hacer algo así, teniendo un gran margen de desarrollo, además de por lo nuevo que es, y por las diferentes áreas que suenan casi a ciencia ficción en las que utilizarse.
-¿A qué campos se puede aplicar?
-Cada vez la medicina está más interconectada con la tecnología, y eso se puede ver simplemente paseando por un hospital o viendo un quirófano. La Ingeniería Biomédica es necesaria para el funcionamiento y la creación de nuevas máquinas utilizadas para la medicina, como unos rayos X, un respirador automático o un electrocardiograma. También se puede centrar en la creación de prótesis, órganos en un chip o la detección temprana de enfermedades, por nombrar unos cuántos ejemplos.
-La investigación es una de sus debilidades. Su primer contacto con esta disciplina fue en EEUU, durante el tercer curso de su grado, en el Instituto de Tecnología de Georgia (Universidad de Atlanta). ¿Cómo fue esta experiencia?
-Georgia Tech es una de las mejores universidades del mundo para esta carrera y así se ve en sus instalaciones, con un presupuesto anual en investigación de más de mil millones de dólares. Eso hace las cosas más fáciles, aunque el dinero no lo es todo. También hay mucho trabajo duro, horas de dedicación y noches de café analizando resultados. Recuerdo mi experiencia allí con mucho cariño, gracias también a un entorno con personas de muchas culturas distintas de las que aprender y de las que nutrirse.
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-Ya de vuelta a España, en junio de 2019, sigue con la investigación, en un área muy interesante: la interacción entre corazón y cerebro en la enfermedad de Parkinson. ¿Alguna conclusión relevante que pueda contar?
-Un equipo humano con grandes profesionales me recibió con los brazos abiertos en Biocruces, institución de la que deberíamos estar muy orgullosos en el norte de España. Gracias al equipo del doctor. Jesús Cortés, pude aprender muchísimo. Sobre ese estudio, que salió de mi TFG (Trabajo Fin de Grado), me enorgullece decir que estamos en el proceso de revisión de ese artículo y que probablemente pueda ser publicado pronto. Habrá que esperar a ello para poder hablar abiertamente, pero puedo decir que observamos que esa interacción corazón-cerebro podría ser más notable de lo que se pensaba.
- Ahora disfruta de una beca de 'la Caixa' para cursar el máster en Neurociencia Computacional BCCN en la Universidad Técnica de Berlín. ¿Por qué eligió esta temática?
-A medida que avanzaban mis estudios de Grado, me daba cuenta de lo fascinante que es el cerebro y lo poco que conocemos todavía de él. Creo que una de las próximas grandes revoluciones tecnológicas y sociales pasará por crear tecnologías que se aprovechen de ese nuevo conocimiento, como las interfaces que permiten controlar un dispositivo únicamente utilizando nuestras ondas cerebrales.
-La investigación no está bien tratada en España. Las críticas por parte de grandes investigadores, que no tienen más opción que irse fuera, ante la falta de medios, es constante. Si optase por la investigación en un futuro, ¿su primera opción sería España? ¿Confía en que la situación mejore?
-Es una dura realidad que veo todos los días. Mis compañeros del Grado, brillantísimos estudiantes con capacidades increíbles, están repartidos por toda Europa y EE UU. A mí me encantaría poder volver en algún momento, puede sonar a cliché, pero la calidad de vida en España es difícil de igualar en cualquier otro país. Debemos apostar más por el I+D+i para ser un país más próspero. No nos pueden seguir obligando a marcharnos para poder sobrevivir como investigadores.
-En este tiempo que ha estudiado fuera, ¿cómo percibe el nivel académico de los estudiantes españoles?
-Estamos muy bien preparados. Más de lo que la gente piensa. En España, el aprobado es mucho más caro que en países como Alemania y Estados Unidos, haciendo que destaquemos cuando salimos fuera. Tenemos un nivel muy alto de enseñanza pública, y ello es gracias a los miles de profesores y docentes que se esfuerzan en ofrecer una educación de calidad. En mi opinión, si no estamos más alto en los ránkings internacionales, es por esa baja inversión en la investigación. Una vez la enseñanza superior es completada, los alumnos salen muy preparados, pero no pueden utilizar ese conocimiento.
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