Rosa Fombellida, en el exterior del Hospital Santa Clotilde, en Santander. Antonio 'Sane'
Rosa Fombellida: «Hay más miedo al sufrimiento que a la muerte»
COMPROMETIDOS ·
El programa que coordina ayuda a los enfermos en el tránsito hacia el final de su vida, a sus familias y a los equipos de cuidados paliativos y voluntarios que los atienden
Rosa Fombellida (Potes, 1966) lleva casi dos años al frente del Equipo de Atención Psicosocial del Hospital Santa Clotilde de Santander, impulsado y financiado por la Fundación 'la Caixa', aunque lleva vinculada a la institución desde 2008, donde llegó como trabajadora social, ocupándose, principalmente, de los voluntarios. Inicia el nuevo curso con la ilusión de ir retomando la actividad de la época precovid. Su responsabilidad es alta, ya que el programa que coordina ayuda a los enfermos en el tránsito hacia el final de su vida.
-¿Cómo funciona el Equipo de Atención Psicosocial (EAPS), enmarcado dentro de la Estrategia de Cuidados Paliativos del Sistema Nacional de Salud?
-Ofrecemos una intervención psicológica, social y espiritual que complementa la asistencia sanitaria para conseguir una atención integral. Junto a los equipos asistenciales, se ha creado e implementado un modelo de atención que tiene como objetivo mejorar los cuidados paliativos a los pacientes y ayudar su familia a afrontar la enfermedad y duelo posterior, así como el dar soporte a los propios profesionales de los equipos de cuidados paliativos que los atienden, al igual que a los voluntarios.
«La pandemia ha puesto de relieve la necesidad de mejorar la calidad de vida de las personas con enfermedades avanzadas»
-En Cantabria, ¿desde cuándo y en dónde se aplica?
-Desde el año 2009, el Hospital Santa Clotilde desarrolla este programa, impulsado por la Fundación 'la Caixa', implementándose en las Unidades de Recuperación Funcional y Cuidados Paliativos del Hospital Santa Clotilde, las Unidades de Oncología Médica, Oncología Radioterápica, Hematología, Psiquiatría y Medicina Interna del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla y Equipos de Atención Paliativa a Domicilio, a través de un equipo formado por un médico, tres psicólogos, una trabajadora social, una coordinadora de voluntariado y un profesional de espiritualidad.
-Con la llegada de la pandemia, la Fundación 'la Caixa' decidió ampliar esta atención a los enfermos de covid. ¿Cómo ha sido la experiencia hasta ahora?
-Durante la pandemia, aunque no hemos intervenido directamente con personas afectadas por el covid, hemos conseguido mantener la atención psicosocial, atendiendo a lo largo de 2020 a 851 personas en procesos de final de vida y duelo, de los cuales 416 eran pacientes y 435 familiares. Ante la situación de emergencia sanitaria, se puso en marcha un plan de apoyo psicológico para pacientes, familiares y profesionales, siendo una prioridad el minimizar el impacto del aislamiento de los pacientes debido a las restricciones provocadas por esta situación, fomentando la comunicación, tanto con su red natural de apoyo como con el grupo de voluntarios, a través de la comunicación online, con la utilización de tablets.
-¿En qué se diferencia la atención que se presta a una persona o familia afectada por e covid de otra patología?
-La necesidad de evitar nuevos contagios ha dificultado el acompañamiento a personas enfermas, provocando una de las peores consecuencias de la pandemia: la soledad. La diferencia puede estar en tener que trabajar sobre esa separación de la familia con el enfermo y el aislamiento y la soledad del paciente. También en la atención al duelo hay que tener en cuenta que aquellas personas que no han podido despedirse de sus seres queridos tienen más riesgo de desarrollar un duelo patológico.
-Con la normalización de los ingresos en los hospitales y la menor incidencia de contagios por el covid, ¿cómo afrontan el nuevo curso?
-Con prudencia y responsabilidad, para poder seguir ofreciendo una atención de calidad, porque si algo ha puesto en relieve esta pandemia es nuestra vulnerabilidad, y de ahí la necesidad de una atención holística, para mejorar la calidad de vida de las personas con enfermedades avanzadas y evitar el sufrimiento. También afrontamos esta temporada con ilusión, retomando uno de los aspectos que se ha visto muy afectado por la pandemia, la participación de los voluntarios, que consideramos un principio básico en nuestro modelo de atención y que esperamos poder normalizar lo antes posible. Además, estamos inmersos en el desarrollo de un nuevo proyecto, que es la ampliación del programa a residencias.
-¿Ya están observando problemas psicológicos como consecuencia de la pandemia?
-En un principio, el confinamiento nos hizo más vulnerables a padecer dificultades psicológicas. Ahora mismo, las dificultades que observamos con más frecuencia son, en el caso de los pacientes, algunos de ellos inmunodeprimidos, el miedo importante que tienen al contagio, que puede llegar a bloquear actividades de la vida diaria y dificultar la intervención. Y por otro lado, está la población general, cuyos principales temores son el volver a estar aislados, a sentirse solos, a separarse de sus seres queridos y, también, el que se contagien miembros vulnerables de la familia y no poder despedirse en caso de fallecimiento.
-¿Qué es lo que más les cuesta afrontar o cuál es el mayor temor de sus pacientes?
-El mayor temor de los pacientes en cuidados paliativos, al final de la vida, en contra de lo que pueda parecer, no es el temor a la muerte, sino el temor al sufrimiento. No solamente el sufrimiento físico, también el sufrimiento psicológico y espiritual.
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