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La maniquí posa con uno de los diseños de Moisés Nieto en el Espacio en Blanco, que recientemente abrió sus puertas en Santander. Juanjo Santamaría
A Laura Ponte le quedan muchas Lauras que mostrar

A Laura Ponte le quedan muchas Lauras que mostrar

La que fuera una de las modelos mejor pagadas del mundo visita Santander para apoyar al diseñador Moisés Nieto en su paso por Espacio en Blanco

Héctor Ruiz

Santander

Domingo, 28 de abril 2024, 07:46

«Mi cara ya no da más de sí. No hay más Lauras». Lo dijo Laura Ponte (Vigo 1973) cuando en 1999, tras haber logrado ser una de las top model mejor pagadas del mundo y ser fotografiada hasta la saciedad, anunció que dejaba las pasarelas. Pero terminó siendo «un retiro eterno» como ella misma reconoce. Porque el tiempo le ha quitado la razón y le ha dado más Lauras que explorar. La de estos últimos días es la de la amiga, la que acude a la llamada del compañero de vida en que se ha convertido para ella el diseñador Moisés Nieto, que desde el jueves y hasta este domingo realiza una venta especial en el recién inaugurado Espacio en Blanco de Santander. Pero quedan «millones» de Lauras por contar, y algunas todavía ni ella misma las conoce aún.

Para leer esta entrevista hay que dejar los prejuicios en el recuerdo. No tengan en mente a esa Laura Ponte que la industria de la moda nos vendió con aire duro e incluso puede que distante. Ahí es donde se le «encasilló», y donde hay que reconocer que funciona, porque es posar ante la vieja conocida que es para ella la cámara y aflora esa chica. La que visita estos días Santander es la del día a día. La que se lanza a darte dos besos efusivos al entrar a Espacio en Blanco y charla con cualquiera de los que va a conocer y a probarse el trabajo de Moisés Nieto. «Esto no es trabajo, son unas vacaciones y echar una mano y lo que sea a un amigo», comenta.

«Mi paso por la moda me ayudó a aceptarme más porque conectas con la forma de verte que tiene mucha gente»

De hecho, está emocionada de visitar la capital cántabra. «Al llegar aquí estaba feliz, parecía que nunca hubiese salido de mi pueblo». Y eso lo dice alguien que ha desfilado por medio mundo y que incluso ha vivido en París y Nueva York. Y Santander tampoco es una desconocida. Aunque nació en Galicia y creció también en Asturias, en su infancia todavía había espacio para Cantabria. «Cuando venía de pequeña recuerdo que para mí era como la versión fina y cuidada de Asturias, que estaba dentro de esa especie de cueva montañosa». Y no son pocas las veces que ha pasado por aquí. «Veníamos mucho con mis padres y luego lo he seguido haciendo porque tengo buenos amigos».

Laura Ponte en Espacio en Blanco. Juanjo Santamaría

No obstante, para la maniquí «lo territorial se queda pequeño». Es algo que le inculcó su madre, a la que evoca varias veces cuando habla, y que siempre le decía que «hay que abrir fronteras». No obstante, y pese a esa apertura de miras, el norte ocupa un espacio privilegiado para ella. Incluso llegó a ser nombrada por Galicia como embajadora de la moda, un título al que le quita hierro pero que se convirtió en una buena experiencia. Sobre todo, porque le sirvió para conocer más de cerca una industria de la que ella era, y sigue siendo, imagen. «Me gusta ver el principio y el fin de las cosas. Toda esa cadena que es tan importante y que a veces no se da importancia porque sólo vemos la prenda y el diseñador».

Laura de hecho no sólo ha formado parte de ese proceso como modelo. También como creadora. Ha diseñado joyas, vestidos de novia y le ha dado por pintar, aunque no ha comercializado nada de todo ello. Simplemente se ha dejado llevar. Ese fluir y no cerrarse puertas es lo que precisamente le impulsó a subirse a las pasarelas cuando un fotógrafo se enamoró de su rostro en Londres pese a que su plan estaba en estudiar Ciencias Políticas. Un rumbo que le sorprendió incluso a ella misma porque siempre pensó «que no tenía una belleza al uso».

Laura Ponte junto a su amigo el diseñador Moisés Nieto en Espacio en Blanco. Juanjo Santamaría

Su trabajo como modelo lejos de acrecentar esa mochila de «muchos complejos» hizo que le ayudara a aceptarse. «Conectas con las cabezas de mucha gente, del fotógrafo, del maquillador, del director de arte y de la manera que tienen de verte cada uno de ellos, que es distinta». Aunque también reconoce que le costó luchar contra los que le querían bien peinada y perfecta. Ella prefería el estilo 'grunge'. Lo roto y el no maquillar sus ojeras. Igual que ahora no tiene intención de ocultar sus arrugas. Porque pese a su supuesto retiro, sigue siendo imagen de marcas que le llaman porque no sabe ni quiere decir que no si tiene tiempo y le apetece. «Cuando dije que lo dejaba pensaba que lo había hecho ya todo y parece que todo se lo debemos a la juventud y si no lo haces ahí, se acabó. Pero es mentira, siempre hay tiempo para conocer cosas que no sabes ni de ti mismo».

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