-Está terminando sus estudios de Diseño de Moda en Burgos. ¿Ha encontrado su vocación o mantiene algunas dudas?
-Creo que todavía me queda bastante por investigar, pero me siento muy cómodo en el mundo de la moda. Albergo algunas dudas con respecto a mi aportación a esta industria, y a las personas que la siguen de cerca. Me gustaría conseguir encontrar mi mensaje y transmitirlo mediante todos los códigos que estén a mi alcance.
-¿En qué o quién se inspira para hacer tus trabajos?
-Suelen ser pequeñas cosas y muy concretas las que me ayudan a trabajar en un concepto. Veo, oigo o toco algo que me inspira e indago un poco más en ese sentimiento.
-¿Tiene un estilo definido o le gusta variar?
-Suelo centrarme mucho en encontrar un estilo propio y muy definido, pero creo que eso se lleva intrínseco. Creo que el estilo forma parte de tu forma de pensar, está dentro, en el imaginario que todos tenemos en nuestra cabeza, y que se alimenta de cada imagen que vas capturando en el día a día.
-¿Con qué formas o tejidos le gusta trabajar más?
-Normalmente tiendo a la languidez, a las caídas dramáticas y a los tejidos sin cuerpo. También me gustan las líneas orgánicas pero siempre respetando cierto minimalismo.
-¿A qué aspira en esta profesión?
-Aspiro a exportar al máximo mi arte, de todas las formas posibles y a que la gente lo disfrute.
-¿Cree que está obligado a salir de Cantabria para poder trabajar en la moda o hay suficientes salidas laborales en la región?
-Creo que sí debería de salir de Cantabria para seguir formándome y estar en contacto con otros artistas, pero también pienso que aquí hay un nicho muy marcado. Aunque el éxodo rural es una realidad en gran parte de España, aquí los pueblos parecer estar conectados y nutrirse de la moda de las ciudades más grandes. Además, Santander ha sido y es una de las principales ciudades norteñas con estilo, conectada con San Sebastián, Biarritz y el resto de las ciudades del País Vasco francés. Se respira elegancia y frescura, me inspira mucho.
-¿Qué diseñadores o diseñadoras son sus favoritos?
-De entre los diseñadores que más admiro en el panorama de la moda actual, esta Demna, de Balenciaga, por su recurrente uso de los ready-mades; el increíble trabajo de inclusión de Ludovic, de Saint Sernin; y la limpieza e inteligencia de Sébastien Meyer y Arnaud Vaillant, en Coperni.
-¿Tiene otras pasiones al margen de la moda?
-El cine y la música siempre han sido dos de mis motores primordiales. Recuerdo crecer sabiéndome los diálogos de películas. Géneros musicales como el jazz o la música electrónica me parecen interesantísimos. Me gusta cómo los instrumentos se van fusionando y cómo los músicos se comunican.
-¿Cree que el apoyo de la familia es fundamental para alcanzar cualquier meta en la vida?
-Sí. La familia es un motor muy potente porque su apoyo me llena de fuerza para apuntar más lejos. En mi caso, mi padre fue el primero en empujarme a estudiar fuera de casa. Gracias a eso, salí de mi zona de confort.
-¿Qué necesita para ser feliz?
-Me muevo mucho por energías. Con un ambiente de cariño, respeto y complicidad, estoy satisfecho, pero soy bastante perfeccionista y muy esteta como para sentirlo a menudo.
-¿Qué opina sobre el papel que juegan internet y las redes sociales en la sociedad en general y en la moda en particular?
-Creo que internet es un canal muy bueno de comunicación. Nos hace estar conectados, lo que, para bien o para mal, nos ha llevado a la globalización, y con ello, han surgido nuevos debates. Se ha activado un nuevo pensamiento crítico que ayuda a mejorar el planeta, la cultura, etc... Esto cambia en las redes sociales, donde últimamente todo parece estar en tela de juicio. Estas últimas son un complejo retrato de cómo el ser humano se relación. Esta materialización de las relaciones interpersonales se ha vuelto tan necesaria que todo lo que no está subido a la red, parece nunca haber ocurrido. Yo intento salirme un poco de esta norma, aunque nunca es fácil.
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