Quedarse en Cantabria en verano, una opción llena de rincones por descubrir

¡Hola lectores de Cantabria DModa!

Este verano no tengo plan. Bueno, los veranos anteriores tampoco. Desde que, hace unos años al abuelo (mi marido) le diagnosticaron cáncer, en mi casa no tenemos 'planning' de vacaciones, ni ninguna escapada programada. Cuando dependes de una llamada telefónica para una prueba, una consulta o un tratamiento -es nuestro caso este verano-, la costa levantina o las islas Canarias nos pillan muy a desmano. Olvidémonos del Algarve o Cancún, que para nosotros en esta situación es como si estuvieran en la Luna o más allá.

Así que nos quedamos por la tierruca. Y no es un sacrificio, para nada. Normalmente, casi todos nosotros elegimos un destino alejado de nuestro lugar de residencia para desconectar y recargar fuerzas, pero cuando no se puede, se cambian los planes, sin más.

Y así estamos, inmersos en la rutina diaria sin perder de vista el teléfono (literalmente) disfrutando de lugares cercanos, redescubriendo nuestra tierra con calma. Viajar por Cantabria puede ser un muy buen plan, si no quieres o no puedes, alejarte demasiado. Torrelavega, Santander, Suances, Santillana del Mar, Potes, Comillas, San Vicente de la Barquera, Somo, Castro Urdiales, Riocorvo, Noja, Liencres, Isla, Cabárceno, Barcena Mayor, Puente Viesgo, Vega de Pas, Villacarriedo... Éstas, entre otras muchas localidades, son fantásticas opciones para visitar y pasar un verano tranquilo y ocuparnos de lo que ahora es prioritario en mi hogar, la salud.

Es curioso que en casi todos esos lugares ya he estado antes pero siempre busco y encuentro algo nuevo, diferente, que me hace reorganizar los paisajes y las emociones de mi memoria.

Una puesta de sol increíble, la inmensidad de una de las bahías más bonitas del mundo, una terraza junto al mar o en el centro de la ciudad, el lugar donde naciste o el de alguno de tus abuelos, ese pueblo, iglesia o monumento que nunca visitaste o la fiesta veraniega a la que siempre quisiste ir.

No por estar cerca debe perder nuestro interés, nuestra curiosidad. Los que vivimos en esta tierra somos unos privilegiados. Disfrutamos de kilómetros de playas, costa abrupta y salvaje, bosques mágicos y montañas majestuosas, pueblos de cuento y villas marineras, clima suave, gastronomía de calidad y ofertas culturales para todos los gustos y edades. ¿Alguien da más?

¿Quizás amaneceres contemplando las mareas, puestas de sol con una cervecita bien fría junto a tu gente, cenas a la luz de la luna que se alargan hasta la madrugada y barbacoas bulliciosas con familia y amigos?

No siempre (casi nunca) se puede tener el control sobre lo que va a ocurrir en el futuro, simplemente, la vida se encarga de planear por ti. Se trata de aceptar la realidad y lo que no puedes cambiar, y sacar el mejor partido a lo que sí tienes. No sirve de nada rebelarse contra los planes del destino. Es mejor unirse a ellos, sin prisas ni agobios, disfrutando del presente, sin planear lo que sucederá mañana o la semana próxima.

Si algo he aprendido a lo largo de mi vida es a valorar el aquí y ahora. El futuro aún no está escrito, ni el mío ni el de los demás. Por eso, mi verano no tiene fecha de comienzo ni puerta de embarque, pero de lo que si tiene, y mucho, es de disfrute con las cosas cotidianas, esas que tenemos a nuestro alrededor y no damos importancia pero que llenan nuestra vida de recuerdos, vivencias y emociones.

Y tú, ¿qué planes tienes para éste verano? Cuéntamelo en los comentarios

«Las dificultades preparan a menudo a una persona común para un destino extraordinario». C.S.Lewis

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