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«Cantabria tiene un sabor muy especial». Así explicaba Caritina Goyanes hace unos días a este periódico lo que suponía para ella veranear en la región, y especialmente en Santander. La empresaria, que murió este lunes a los 46 años en Marbella a causa de un infarto, tenía una fuerte vinculación con la comunidad desde hace años. Correcta, educada, generosa y siempre con una sonrisa, la hija de Cari Lapique y Carlos Goyanes -que falleció el pasado 7 de agosto-, fue una de las primeras que eligió la región como destino de vacaciones durante sus veranos siendo así una de las famosas a la que era habitual ver paseando por la ciudad o por las playas de Cantabria. La última vez que vino a la región fue el 9 de agosto, dos días después de enterrar a su padre, porque tenía un evento al que no quería fallar. Aquella noche cenó en El Tronky con su marido, Antonio Matos, y unos amigos y, aunque estaba muy triste, reconoció que el trabajo la mantenía viva.
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Joaquina Dueñas
La empresaria tenía una conexión con la 'tierruca' que ni ella misma sabía explicar. Hace unas semanas confesó a este periódico que «Cantabria va embaucando poco a poco a la gente, al igual que hizo conmigo». Para ella, «sus gentes, su calma y su naturaleza» eran los puntos fuertes de la región pero, sobre todo, la gastronomía. Caritina era una enamorada de los sabores del Cantábrico. «Los pescados de la bahía de Santander a la brasa, las almejas de Pedreña y la tortilla de Cañadío», eran los platos que no podían faltar en su mesa cada vez que venía.
Durante más de 20 años estuvo a los mandos del catering 'Sixsens', más conocido como 'El Catering de Cati'. Toda una vida entre fogones ha hecho que, para ella, lo más importante de la gastronomía cántabra sea «la excelencia de la materia prima preparada con un cuidado único». Casada desde 2008 con el empresario Antonio Marcos, tuvieron dos hijos, Pedro, de 13 años, y Cari, a quien la familia llama cariñosamente Minicari, de 10. Los cuatro estuvieron en Cantabria recientemente, donde la empresaria se dejó ver cenando con amigos en la zona de Pedreña. Desde hace años venía a Cantabria siempre que podía, aunque no fuera verano, como se aprecia en la imagen que colgó de sus hijos en la playa de Liencres con el texto «Octubre en el norte».
Tras conocer su muerte, sus seres queridos se dieron cita en el tanatorio de Marbella y este martes han celebrado una misa funeral en la capilla de Guadalmina, en Marbella. Sus restos mortales serán trasladados al cementerio madrileño de San Isidro para darle el último adiós. En Cantabria siempre habrá una mesa preparada para ella.
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