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En Cantabria se come muy bien. No es un juicio de valor de quienes firman este artículo, es la opinión de las dos principales guías gastronómicas del país. Al menos, a tenor de los 137 galardones con los que reconocen a un total 109 ... restaurantes diferentes. Tanto la guía de Michelin, con sus famosas estrellas, como la de Repsol, con sus soles, reconocen el buen momento por el que pasa la cocina cántabra, que por número de habitantes y extensión es una de las más pequeñas del país. «Somos las cabezas visibles pero es el resultado de una región entera», sentencia el chef Nacho Solana, del restaurante Solana. «Esto augura un futuro prometedor», añade Jesús Sánchez, del Cenador de Amós.
La Guía Michelin sigue siendo el sueño y el desvelo también de muchos cocineros. Cantabria no salió mal parada en la última edición de estos premios. El Cenador de Amós, del citado Jesús Sánchez, consiguió mantener sus tres estrellas -solo hay quince restaurantes con esta distinción en España-. El Serbal, de Rafael Prieto; La Casona del Judío, de Sergio Bastard; Solana, del también mencionado Nacho Solana, y La Bicicleta, de Eduardo Quintana, hicieron lo propio con la única que ya tenían.
Además, el Cenador de Amós y La Casona del Judío lucen una estrella verde que distingue a los establecimientos más punteros en prácticas ecosostenibles. «Hay mucho talento en las cocinas de toda la comunidad. El reconocimiento de las guías así lo atestigua. Lo mejor de todo es que esto augura un futuro prometedor», afirma Sánchez.
El mensaje de los cocineros con 'estrella' no suena a corporativismo. «Lo que al final tenemos que conseguir entre todos es que comer al azar en Cantabria sea siempre un acierto», sostiene Solana, que el lunes se llevó el primer Sol con otro de sus proyectos, la cocina que desarrolla en el hotel Pico Velasco, en Carasa. «Todos los premios y reconocimientos que recibimos determinados restaurantes hacen ruido y ayudan a dar visibilidad a la región», añade antes de concluir: «Por fin nos hemos quitado el complejo con Asturias y País Vasco, porque tenemos el mismo mar, la misma tierra y las mismas ganas de hacer las cosas bien».
En la parte negativa, explica Sánchez, aparece la «presión» por mantener el listón tan alto. «Es un esfuerzo máximo diario. Trabajamos con las expectativas de las clientela que quiere comprobar en primera persona ese reconocimiento que te avala y por el que has sido agraciado. Cada visitante es para nosotros un inspector en potencia, y eso es una gran presión y, a la vez, una gran motivación».
No todos los restaurantes consiguen la ansiada estrella. El mayor varapalo se lo llevó en la última edición El Nuevo Molino, en Puente Arce, que no pudo revalidar la que atesoraba. También hay muchos otros que, aunque no la tengan porque no todo puede ser alta cocina, hacen una importante labor de base. La Guía Michelin incluye a ocho de ellos en la categoría 'Bib Gourmand' -buena comida a buen precio- y recomienda otros dieciocho.
La otra guía para los amantes de la cocina elaborada es la de Repsol, que premia con sus esferas a doce restaurantes diferentes de Cantabria. El Cenador de Amós es el único que repite en esta con el máximo: tres Soles. Dos tienen Cañadío, Solana, Casona del Judío y El Nuevo Molino; y uno, El Serbal, Ronquillo, Bodega del Riojano, La Bicicleta, Emma, La Cartería y Pico Velasco, que se estrena este año.
«Solo intentamos hacer bien nuestro trabajo. Aquí, en Cantabria, se ha tardado en reconocer el esfuerzo, pero poco a poco ha ido llegando», explica Pedro José Román, del restaurante Cañadío (un Sol). «La hostelería, de un tiempo a esta parte, cada vez está mejor considerada. Es fruto del esfuerzo de los profesionales y del reconocimiento de los clientes, de los medios de comunicación... La gente se preocupa ahora de comer bien y de que se les trate mejor, y eso no hace más que empujarnos. Es bueno», concluye.
La Guía Repsol incluye dos categorías más dentro de sus reconocimientos. La primera alberga a los restaurantes 'recomendados', que ascienden a un total 22 en Cantabria, cuatro más que los señalados por Michelin. Además establece otros 80 'soletes' que salpican la región con la intención de reconocer a los locales que se diferencian por tener una esencia propia. No son alta cocina, sino lugares que sorprenden por el buen tracto del producto, por su servicio o por su profesionalidad. En definitiva, como explica la publicación, «una dirección para sugerir a amigos y guardar como punto de referencia».
Pero la gastronomía no termina aquí. Los establecimientos galardonados son solo la punta de lanza, los más visibles, de un sector que trata de hacer las cosas cada vez mejor.
La gastronomía regional no solo está impulsada por los logros y reconocimientos de los restaurantes agraciados con las Estrellas Michelin y los Soles de Repsol. Hay otros hitos que ponen a Cantabria en el mapa. Sin salir de la comunidad, se puede comer la mejor croqueta del mundo, degustar la tortilla de patatas actual campeona de España y probar una de las más amplias y alabadas cartas de vino.
«A mí me puso el apellido, y eso es muy importante», explica Nacho Solana, del restaurante Solana, que en 2017 consiguió que su croqueta se proclamara campeona del mundo. Desde entonces, no ha parado de servirlas en los negocios que regenta. «Fue un auténtico boom porque es un bocado popular que a todo el mundo le gusta. Yo sólo traté de hacer excelencia con lo cotidiano», relata.
Hasta Santander se acerca mucha gente también para comer la mejor tortilla española del país. Así lo reconocen los dos títulos que atesora el restaurante Cañadío –2021 y 2023–. «Lo de la tortilla nos ha convertido en un establecimiento muy mediático, porque ha tenido mucho reconocimiento», explica su creador, el chef Pedro Román. «Pero es algo que no solo es bueno para nosotros, creo que lo es para el resto de establecimientos de la ciudad. Hay mucha gente que viene aquí para probar la nuestra y de paso prueba otras excelentes que hacen el resto de colegas. En Santander se hacen muy buenas tortilllas de patatas», sentencia.
Cañadío también se distingue por su famosa tarta de queso que, al igual que la tortilla, tiene premio: ganó en 2021 la primera edición del Concurso Nacional de tartas de queso elaboradas con queso fresco de Burgos.
La mejor carta de vinos de España también está en Santander. Los hermanos Conde Laya, propietarios de Bodega La Cigaleña, recibieron el galardón en 2022 en el certamen organizado por IWC Merchant Awards Spain. «Para nosotros siempre ha sido algo muy importante, que hemos mimado. Hay gente que viene aquí por eso y, de paso, puede disfrutar de una cocina fantástica», afirma Andrés Conde Laya.
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