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JOSÉ LUIS PÉREZ
Santander
Viernes, 15 de abril 2022
Hasta hace unos años uno de los principales impulsos para hacer turismo eran, básicamente, un lugar para descansar, la búsqueda del sol y la playa, el deseo de conocer monumentos o visitar museos, las ganas de disfrutar en parques temáticos, de perderse por una ciudad ... o un pueblo... El turismo ha evolucionado -y lo seguirá haciendo especialmente tras el covid- y hoy priman más las experiencias de todo tipo, la aventura, las escapadas rurales... y, en este cóctel de resortes, está cogiendo mucha fuerza la gastronomía. Hay personas que son capaces de programar viajes 'interiores' -dentro de la propia región- o nacionales con el objetivo de comer en un determinado restaurante 'de culto'; otras muchas deciden su itinerario en función de lo que quieren comer.
En este contexto, Cantabria está muy bien posicionada, ya que son la gastronomía y sus productos agroalimentarios uno de los aspectos mejor valorados por los turistas.
En plena Semana Santa, con hoteles y otro tipo de alojamientos prácticamente llenos de turistas y con los cántabros que no han salido de la región deseosos de salir de casa para compartir mesa y mantel con familiares y amigos, desde Cantabria en la Mesa ofrecemos una decena de claves para disfrutar de pleno con la gastronomía de esta región durante estos días.
Dentro del panorama nacional Cantabria se ha hecho un hueco como destino gastronómico. En primer lugar, en relación con otras comunidades con núcleos urbanos mayores, aquí la relación calidad-precio es un aspecto que se tiene en cuenta en positivo. Además, la oferta es variada y plural, hay tanto restaurantes con estrellas Michelin (seis en total) y con soles Repsol, como negocio de cocina tradicional con muy buenos argumentos y diferentes planteamientos.
Antes de almorzar es una sana costumbre tomar el aperitivo. Puede ser un vino blanco de Cantabria, con sello de calidad IGP Tierra de la Costa, también una cerveza artesana como las que se elaboran en Liérganes por Dougall's. O quizá un vermut de aquí, por ejemplo de Igarmi o Siderit, todo ello para acompañar una ración de rabas, mejor de calamar fresco, unas anchoas o unas patatas fritas Vallucas.
Las terrazas, tan recurrentes en los momentos más complicados de la pandemia, han cogido fuerza y se mantienen por lo que si la temperatura acompaña, que parece que sí, es el lugar ideal para compartir también conversación y hacer planes de dónde comer.
Quizá antes hay que preguntarse dónde comer. Las zonas rurales tienen ahora quizá más tirón a la hora de elegir restaurante, sin minusvalorar a la capital que sigue representando uno de los principales imanes para el turismo. Luego, hay múltiples opciones, desde los restaurantes gastronómicos tipo El Cenador de Amós, Solana, El Serbal, La Bicicleta o la Casona del Judío (todos con estrellas Michelin -El Nuevo Molino está cerrado aún por obras pero tiene operativo su bistró, el Hórreo-), hasta los más tradicionales, en los que se basan en una cocina de temporada. Aquí la lista sería infinita a la hora de dar recomendaciones.
Respecto al qué comer, no se falla cuando se recurre a productos tan de temporada como el bocarte o el verdel, o de proximidad, como el pescado del Cantábrico o la carne de vaca tudanca o frisona con una maduración adecuada.
Además, siempre hay que tener presentes en Cantabria los guisos de cuchara, tres especialmente emblemáticos, el cocido montañés, el cocido lebaniego y los caricos. Luego están los citados pescados, preparados como las mejores carnes a la parrilla, y los arroces que, aunque Cantabria no se productora, sí que tiene una tradición en esta materia, añadiendo al guiso tanto productos de mar como de tierra: un buen arroz con bogavante, calamar o marisco en general no falla.
Finalmente, en relación con el marisco, hay establecimientos especializados, algunos con viveros propios, donde tomar una langosta preparada es una garantía y una experiencia.
El aficionado a la buena mesa se dejará recomendar por un buen jefe de sala y evitará caer en la tentación de pedir platos con productos que estén fuera de temporada, por ejemplo el tomate. En verano hay ensaladas extraordinarias con tomate sembrado en la franja litoral, pero ahora lo que hay es básicamente de invernadero y su sabor carece de matices.
Para ocasiones señalada parece aconsejable, siempre que el bolsillo no dicte lo contrario, olvidarse del menú del día y disfrutar con platos un poco especiales que para eso estamos de vacaciones. Pero hecha esta salvedad, es de justicia resaltar que la mayoría de restaurantes de la región tienen menús del día o de fin de semana muy dignos y a buenos precios. En este caso, hay que decantarse por sitio que tengan mucha rotación, aspecto clave en que están especializados en esta faceta.
Hay quienes en lugar del formalismo de sentarse a comer a la carta prefieren compartir unas raciones. No es una mala opción porque hay establecimientos que cuidan esta línea de negocio. Además de las referidas anteriormente raciones de rabas o anchoas, se pueden encontrar -porque en los últimos años el nivel medio ha mejorado muchísimo- buenas croquetas, ensaladillas o tortillas de patata. Aquí hay menos singularidad regional, porque se trata de platos que se puede calificar de 'nacionales', pero que siempre apetecen. Junto a estas raciones en las cartas figuran otros clásicos como la morcilla, las zamburiñas -que en realidad son volandeiras-, el pulpo, los embutidos, las almejas, los langostinos, las gambas o el foie...
El cliente goloso no perdonará el postre. La tarta de queso ya es universal y su nivel medio, a raíz de los éxitos con ella del Grupo Cañadío, ha crecido de modo sobresaliente. En clave más tradicional está la torrija de sobao pasiego, acompañada en muchas ocasiones por un helado artesanal elaborado en la región con leche de aquí. Por otro lado están las elaboraciones con hojaldre, entre las que destaca la tarta de hojaldre con mantequilla.
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Diego Ruiz
Otra opción recomendable es una tabla de quesos de Cantabria, artesanos, elaborados en diferentes comarcas y con distintas leches. Hay registros para todos los paladares.
Además del vino IGP blanco Tierra de Cantabria, están los tintos de Liébana, también con IGP. Luego, los reseñados vermut, cerveza artesana y la sidra, donde Somarroza es un referente por calidad y variedad. En cafés, Dromedario se lleva la palma y capítulo especial merecen los destilados, desde los orujos, a las ginebras, whiskies o el ron con el que Óscar Solana es pionero.
Hay numerosas iniciativas de granjas e instalaciones de productores agroalimentarios visitables, con la posibilidad de hacer in situ una degustación y de adquirir producto. Muchos de ellos están agrupados en De Granja en Granja (www.degranjaengranja.es). Otros interesantes pueden ser Picos de Cabariezo, Granja Cudaña, Destilería Siderit o Sobaos Joselín. Además, en Vega de Pas, este fin de semana se celebra la Feria del Sobao y la Quesada. Una buena excursión.
Antes se volvía a casa con postales o imanes, ahora se prefiere llevar o que te traigan alguna vianda típica. ¿Qué comprar en Cantabria? Imprescindibles unos sobaos -y una quesada si se va a consumir rápido-, las anchoas -pero si viajan en frío-, los quesos, algo de hojaldre en sus diferentes versiones y alguna bebida de las citadas. Así quedaremos bien...
Para que la experiencia sea plenamente satisfactoria habrá que recurrir previamente a fuentes de información -menos redes sociales e internet sin autores conocidos y más medios de comunicación y personas fiables, con criterio-. Es aconsejable anotar en el móvil las referencias positivas que luego podremos recomendar a nuevos amigos y familiares. Cantabria es tierra para volver... a comer.
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