¿Qué se come en Navidad?
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Lunes
La pre-navideña fue disfrutada por todo lo alto y el lunes aprovechamos para cenar en Recreo, ese local informal que ya lleva cuatro años abierto y que ha sabido llenar un hueco en la oferta madrileña: buena comida, sugerentes ideas, un formato desenfadado y precios de lo más agradables.
En la cocina, únicamente acompañado por un buen escudero, a Alejandro Díaz cada vez se le ve más suelto tras la marcha de Pablo Montero a su Asturias natal donde junto a su mujer Begoña triunfa con Gunea, y en la sala un equipo simpático y cercano hacen de buenos anfitriones.
Tras unas patatas chips que se bañaban en una deliciosa salsa brava, probamos un mejorable en su fritura cangrejo de concha blanda y una buena aunque desequilibrada volandeira XXL ya que la crema donde se posaba podía con el sabor del bivalvo. Pero a partir de ahí todo serían aciertos.
La ensaladilla de perdiz escabechada resultó deliciosa, sobre la mezcla de la patata con mayonesa reposaba una buenísima perdiz con el punto ácido del vinagre controlado consiguiendo un conjunto tremendamente elegante acompañado de unas buenas corujas con aliño de trufa negra y el guiso de pochas con níscalos es uno de los platos de cuchara más deliciosos que he probado en los últimos tiempos gracias a una legumbre mantequillosa de perfecta cocción y un fondo meloso repleto de sabor en el que el níscalo aporta sobretodo su textura.
Soberbio es el arroz que terminan con un carpaccio de gamba y papada ibérica tanto por su punto como por la melosidad de un fondo riquísimo en sabor y también la pastela de una carrillera que se deshace que llegó acompañada de unos sugarsnap, unas vainas de otra variedad de guisante al que normalmente estamos acostumbrados que se comen enteras simplemente cocinadas y que resultan un atractivo pica pica.
De postre yo no podía renunciar a ese brócoli frito que por algo les ha hecho famosos mientras mi acompañante disfrutaba de una torta de Inés Rosales terminada por encima con crema de limón, crema agria y naranja confitada.
Martes
Hubo dos grandes aciertos en la mesa de Nochebuena. El primero fue el marisco de O Percebeiro que nos llegó vivo desde Galicia el mismo martes 24 por la mañana: varias cajas contenían un centollo de carnes prietas y sabrosas, y cabeza deliciosa; seis kilos de mejillones de un tamaño que hacía mucho que no veía, y un dulzor en la carne excepcional; navajas carnosas que hicimos únicamente a la plancha, y delicados camarones repletos de huevas que, únicamente, fueron escaldados para conservar todo su sabor, aunque probados en crudo aún nos parecieron mejores.
Y el segundo fue el cochinillo de Coque que encargado previamente recibimos en casa a las 14.00 h. recién asado para sólo tener que darle un golpe fuerte de horno durante 15 minutos y en la mesa encontrar un animal sedoso, perfecto de punto, tiernísimo y con la piel híper crujiente.
Un acierto para todos aquellos que no quieran trabajar en fechas señaladas pues me parece que por 142 euros (130 euros más 12 del envío a Madrid capital) para unas 8 personas no podría haber mejor opción.
Miércoles
Para Navidad, en cambio, limpié con pericia el bogavante y la langosta que llegaron desde el Hotel Astuy (Isla, Cantabria) entre los que elijo sin duda la segunda por una mayor elegancia en sus carnes que fui combinando con mis espárragos enlatados favoritos, los de Conservas Perón, y también con unos huevos rellenos de atún que hizo mi madrastra para la ocasión, igual que unos cortes de cordero asado y las clásicas patatas panadera para acompañar.
La parte dulce la pusieron unos turrones que reconozco que este año han ganado especialmente mi atención y todas mis tentaciones, los de Torrons Vicens.
¿Puede haber un turrón de tiramisú? ¿Y de fresas con nata? En realidad lo único que mantienen con el turrón es la forma pero la confección de los mismos es tan maravillosa que se convierten en un postre en sí y la locura de cualquiera.
El de tiramisú –junto a otro muy bien logrado de cerveza Inedit– son creación de Albert Adrià que lleva ya unos años colaborando con la casa mientras que el de fresas con nata y el de pistacho a la sal los ha elaborado su maestro turronero como especiales del año.
Lo mejor de todo no es que estas versiones lejanas del turrón de verdad sean deliciosas sino que los turrones clásicos de Vicens también lo son, y su nueva tienda del Paseo del Prado: un paraíso para los golosos.
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