Hoy hacemos croquetas de queso, cremosas por dentro y doradas por fuera

Esta semana os propongo hacer unas croquetas diferentes para que también os ayuden en casa los mas pequeños y vean como eso que les gusta tanto no viene en una bolsa o en un paquete listo para freír, y que si la cuidas y la mimas, una simple croqueta se puede convertir en el manjar más exquisito.

Unas de las que gran éxito tienen siempre son las de queso. Cremosas, sabrosas y dependiendo del tipo de queso podemos darle la intensidad de sabor que queramos, siempre teniendo en cuenta que la bechamel va a aportarle un toque más dulce y agradable.

-Comenzamos eligiendo una cazuela en la que vamos a poner 90 gramos de mantequilla a fuego suave, cuando se haya derretido, añadimos otros 90 gramos de harina y removemos bien con una varilla.

-Dejamos que se cocine unos 2 minutos para que la harina se tueste ligeramente y así evitar el desagradable sabor a harina cruda.

-Ponemos 800 ml de leche a hervir y cuando esté caliente, agregamos los primeros 200 ml y removemos con la misma varilla. Veremos que se formará una masa bastante espesa y cuando esté integrado, volvemos a añadir otros 200 ml de la leche, volviendo rápidamente a remover con las varillas para integrarlo, y finalmente añadimos los 400 ml restantes. Nuevamente mezclamos todos los ingredientes hasta que la bechamel esté parcialmente formada.

P-ara terminar nuestra bechamel, añadimos 200ml de nata para darle a nuestras croquetas un toque extra de cremosidad, y el queso desmigado, como os he dicho antes, el que más os guste. Un queso azul de Cantabria es perfecto si os gustan intensas de sabor, pero como siempre os digo cada uno tenemos un gusto diferente, con lo cual aquí podéis jugar un poco con eso. Añadimos también un poquito de nuez moscada rallada y rectificamos de sal y de pimienta teniendo muchísimo cuidado con la sal porque el queso ya tiene bastante. Seguimos mezclando todo bien y dejamos cocinar a fuego suave unos 10 minutos.

-Transcurrido este tiempo, apagamos el fuego y dejamos que la bechamel se temple antes de meterla en la nevera mínimo cuatro horas, aunque yo os recomiendo una noche entera, para que la masa adquiera más consistencia y sea más sencillo bolearlas.

-Para ello cogemos una cucharada de la masa y le damos forma con la mano o con otra cuchara, aunque si vemos que se pega demasiado, podemos humedecer nuestras manos con un poco de aceite para directamente hacerlo a mano. Puede ser un poco tedioso, pero en ese momento os recomiendo pensar en el resultado final y en el disfrute que supondrá comerse esas deliciosas croquetas.

-Una vez terminado el boleo las pasamos por huevo batido y seguidamente por pan rallado. Ahora es el momento de, si no vamos a consumirlas todas, ponerlas en un tuper y meterlas al congelador para otro día.

-Las que vayamos a comer en el momento es mejor que las metamos en la nevera durante unos 30 minutos, para que el empanado se asiente bien.

-Calentamos aceite en una sartén o freidora y cuando esté bien caliente las vamos friendo hasta que estén doradas, en tandas pequeñas para evitar que el aceite se enfríe y se peguen.

-Las sacamos con espumadera y las ponemos sobre papel absorvente. Veréis lo poco que tarda alguno en acercarse, aunque quemen.