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Algunos destacados productores agroalimentarios de Cantabria continúan innovando y abriendo nuevos nichos de mercado, tratando de crecer a partir de materias primas locales y de su experiencia. Este es el caso de Ángel Moreno y su destilería Sierra del Oso, en Liébana, ... donde han aprovechado sus instalaciones y sus conocimientos en el manejo de las alquitaras para elaborar un whisky, el primero que llega al mercado. Lo ha hecho precisamente esta semana con el objetivo de llegar a la campaña navideña en la que este tipo de bebidas tienen, si cabe, una mayor presencia.
El nuevo whisky se denomina Curavacas y se posiciona en el mercado premium, por su exclusividad y modo de elaboración. Así, su precio oscilará entre los 30 y 35 euros.
La carrera hasta aquí no ha sido rápida, ya que este tipo de bebidas necesitan del paso del tiempo para que el destilado coja el cuerpo y esté en condiciones óptimas para ser degustado. En el caso de Sierra del Oso, Ángel Moreno comenzó 'envinando' varias cubas con su bebida 'Divino', al tiempo que adquirió obras barricas ya envinadas con vino de Jerez.
«Me decido a elaborar whisky para aprovechar las posibilidades que ofrecen las veinte alquitaras para destilada cualquier producto a baja temperatura. Además, otro aspecto que contemplé es la red de clientes y puntos de ventas que ya tenemos consolidada para nuestros orujos, cremas, licores, vinos y otros destilados», comenta Ángel, que no esconde su ilusión con este nuevo proyecto y con el que amplia su ya amplio catálogo de productos que le posicionan como la destilería con más volumen de la comarca de Liébana.
En 2017, comenzó la destilación, pero en esta caso en Sierra del Oso cambiaron los ollejos de las uvas con las que elaboran orujo para emplear cereal, en concreto centeno y cebada procedente de Castilla y León, seleccionada a partir de su limpieza y del groso del grano, cuanto mayor, mejor. El otro ingrediente fundamental en esta bebida es el agua natural de los Picos de Europa.
Como relata Ángel Moreno, en este caso la destilación se prolonga durante ocho o nueve horas en las alquitaras, con lo que se consigue un aguardiente de cereal incoloro, como el orujo. Con una graduación de 65º, se traslada a las barricas de roble, donde ha permanecido durante tres años.
En ese proceso, el alcohol se volatiliza mínimamente, por lo que se van rellenando las barricas con más aguardiente de la misma partida, con el fin de que las cubas siempre estén llenas. Es lo que denominan 'engorda con la madera'. Las cubas, de roble limousín francés, son muy porosas y el aguardiente, con el paso del tiempo coge los matices de los taninos de la propia madera. Así coge más cuerpo y por tanto también sabor.
A los tres años el aguardiente llega con 61º, pierde uno por año aproximadamente. Para llevarle a 40º, graduación con la que se comercializa el whisky, se rebaja con agua de Yebas, sin cloro, manantial de Picos de Europa.
El tiempo mínimo para que un whisky salga al mercado es de tres años, pero en algunos casos hay destilados que llegan hasta ochenta. En el caso de Sierra del Oso ahora se comienza la distribución de un whisky con tres años, pero hay aguardiente que permanece en las barricas con la idea de ser embotellado cuando alcance cinco o diez años. Sin duda, este es un proyecto a largo plazo que requiere paciencia.
Ángel Moreno, por tradición familiar, lleva «toda la vida» destilando en alquitara. Aunque enamorado del orujo, también sabe valorar perfectamente si un whisky está bien destilado, por sus aromas. Cuando huele raro, hay ingredientes añadidos. Y eso al experto y al amante de un buen whisky no le pasa desapercibido.
En este caso, el whisky Curavacas tiene a su favor la destilación en alquitaras, que se realiza muy lenta. Eso es un hándicap para el rendimiento, la producción es pequeña en cantidad, pero, por contra gana mucho en calidad. Algo que tendrá que certificar el consumidor; no obstante, en las primeras catas realizadas tanto por el equipo de Sierra del Oso como por otras personas entendidas en este producto, las valoraciones han sido muy altas incluso cuando se ha comparado Curavacas con otros whiskys ya consolidados en el mercado.
En la nota de cata, Curavacas destaca por su color bronce metálico brillante, y por sus aromas a madera y frutas secas. Suave y ligero en su paso en boca, cuenta con un final largo y suave con recuerdos a vainilla.
«Hemos tenido mucho tiempo para elegir el nombre y el tipo de botella», comenta el propio Ángel. «Curavacas es un pico muy emblemático, situado entre Cantabria y Castilla y León, un enclave muy bonito y muy querido. Además suena bien».
Y respecto a la botella, cuenta con un diseño y una serigrafía de elaboración propia, entre todo el equipo, y cuenta en la parte trasera con un medidos por centilitros, «para que se sepa siempre lo que queda».
Para Sierra del Oso este whisky permite consolidar a la empresa su posición en un mercado premium, donde ya están posicionados sus orujos añejos, por ejemplo. Además, se trata de un producto con un mayor valor añadido y que da prestigio a la marca lebaniega.
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