En estos momentos ponderan dos calificaciones sobre los productos de nuestro consumo diario. Uno de ellos es el producto de kilometro cero, refiriéndose al ser un alimento de producción y consumo dentro de un radio cercano, no superándose los 100 km, logrando con ello ... la protección del medio ambiente, entre otros motivos porque su transporte se realiza a escasa distancia, y colaborando con nuestros vecinos, que en muchas ocasiones realizan un cultivo ecológico. Y la segunda calificaciones es la de producto de temporada, definiéndose así a aquellos alimentos que de manera natural se cultivan y se disfrutan en una época determinada, sin necesidad de utilizar medios artificiales de conservación.
Es más, durante el último año, en el cual hemos estado confinados y mediatizados por el dichoso virus, las estadísticas muestran que nuestra sociedad está muy mentalizada en el consumo de los productos que cumplen ambas condiciones.
Y admitiendo que los refranes o frases populares son sabios respecto a producto de temporada, esta semana he recordado el siguiente respecto a los espárragos: «Los de abril para mí, los de mayo para el amo y los de junio para ninguno», pues en tan pequeño periodo de tiempo es cuando los mismos alcanzan su mejor momento de consumo en fresco.
El espárrago es nativo del Mediterráneo situándose su origen cerca de dos famosos ríos Tigris y Éufrates, siendo consumido ya por los griegos que los usaban como ofrenda para sus dioses. Introducido en España por los romanos, en el siglo XIV volvieron a adquirir popularidad atribuyéndoles propiedades medicinales, alcanzando mayor auge en el siglo XVIII, y al final del siglo XIX empezó a ponderar el tipo blanco, tras descubrir su cultivo bajo tierra.
En nuestro mercado, podemos distinguir varios tipos de espárragos, el verde cultivado, el triguero más pequeño y silvestre, el espárrago morado muy apreciado en Italia y el espárrago blanco, el cual está destinado tanto a ser envasado, congelado, o a consumir en fresco. Y a este último me referiré en el día de hoy.
En cuanto a sus propiedades nutricionales, es de destacar que están compuestos principalmente por agua y su contenido de grasas e hidratos de carbono es francamente bajo, por tanto, están indicados en regímenes de adelgazamiento. Otro detalle a tener en cuenta es que alguno de sus componentes químicos tras metabolizarse se excretan por orina, originando un olor ligeramente desagradable tras haber sido ingeridos, recordando a los compuestos de azufre.
Al igual que el perejil, los espárragos tiene un aspecto muy agradable, pero su sabor puede resultar potente y típicamente se ha puesto como ejemplo lo difícil que es maridar su consumo con cualquier vino.
Los blancos
El consumo mayoritario de este tipo de espárragos suele ser en conserva, alcanzando un nivel notorio a unos precios considerables, y si en los lineales de los hipermercados encontráis algunos a precios muy ajustados, buscar y rebuscar en el texto de la etiqueta su origen, pues posiblemente se trate de espárragos foráneos, que no alcanzan el nivel de los de nuestro país.
La referencia a Tudela se ha relacionado siempre con los espárragos de calidad, y cuando se ha pronunciado el nombre de tal localidad, una gran mayoría de nuestras mentes se han ido a Tudela de Navarra, y en los últimos tiempos a Tudela de Duero, de la provincia de Valladolid, que ha alcanzado un nivel de producción, nivel y comercialización tan digno como los de la localidad navarra.
Pero si hemos de hablar de kilometro cero, os puedo comentar que en los últimos tres años he podido degustar en el restaurante del hotel Olimpo de la localidad de Isla, unos espárragos allí cocinados y procedentes de la huerta del mismo hotel, que no tienen nada que envidiar a los tudelanos, bien sean navarros o castellanos. Os invito a participar en su degustación en el restaurante del hotel en estas fechas, de hecho, yo lo he hecho ya esta pasada semana.
Recordad que un espárrago de cercanía, pues con los días pierde mucha calidad, recién cocido y servido ligeramente templado, acompañado simplemente con sal y aceite, resulta un bocado pocas veces igualable. ¡Ah!, y qué bien se acompañan posteriormente con marisco.
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