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La Feria de las Artes Fijas de Santoña arrancó el martes con una batería de actividades didácticas dirigidas a los escolares del municipio. Hasta ayer, más de 700 alumnos de los colegios de Infantil y Primaria Juan de la Cosa, Macías Picavea y Sagrado Corazón de Jesús han disfrutado de visitas guiadas dramatizadas a la Cofradía de Pescadores de Santoña para conocer los secretos de la pesca y vivir en primera persona subastas simuladas en la lonja de pescado.
El día inaugural de la Feria fue el turno de los alumnos del colegio Sagrado Corazón de Jesús, que participaron en las actividades a razón de una clase por hora, desde las diez de la mañana hasta las dos de la tarde.
Durante hoy y mañana, las personas que previamente se inscriban en la página web del evento feriadelasartesfijasdesantoña.es, podrán recorrer las instalaciones de la cofradía santoñesa, asistir a subastas simuladas, visitar un barco pesquero y aprender sobre el camino del pescado desde el mar hasta el restaurante, la pescadería o la fábrica de conservas.
La Feria de las Artes Fijas ofrecerá hasta el 30 de mayo una combinación de actividades divulgativas, culturales y gastronómicas. Con su programación, el encuentro quiere poner en valor la cultura pesquera, despertar una vocación entre los más jóvenes que facilite el relevo generacional en el oficio, y acercar a la sociedad un sector que genera más de 3.500 empleos directos en la región.
Una dimensión básica en un barco es la cocina. Para dar visibilidad a su trabajo a bordo, esta feria ha programado para el próximo sábado un concurso de recetas con jibia y jibión. Entre los participantes estarán Agustín Martínez y Miguel Rosales que nos relatan sus vivencias 'gastro' en alta mar.
Agustín Martínez Povedano, cocinero del Ermita Pilar
Agus Martínez (44 años) lleva 29 años embarcado y cocinando para la tripulación desde que tenía 16. Cumple la doble función de marinero y cocinero y eso le reporta una cuarto más de sueldo aunque es a costa de dormir poco y de estar entre los fogones cuando otros descansan. En su caso, lo habitual es faenar de lunes a viernes, por lo que tiene que preparar a diario desayuno, comida y cena para los 15 tripulantes del Ermita Pilar. «Es gratificante cuando los compañeros te dicen que les gusta lo que les preparas, reconozco que es más trabajo, porque además los fines de semana tienes que hacer la compra para abastecer el barco, pero me gusta».
Se mueve en apenas dos metros cuadrados y emplea el comedor del barco para hacer algunas tareas cuando está libre, como picar o preparar algún ingrediente. Y cuando termina la faena, le toca limpiar todos los cacharros, porque el resto de marineros solo se lavan cada plato.
Respecto al menú que suele preparar, señala que hace de todo, «pero siempre tradicional, lentejas, estofados, ensaladilla, arroces, paella, chuleta y pescado al menos dos veces a la semana. Siempre dos cenas llevan pescado y otras dos carne».
Cuando tiene algo más de tiempo elabora una arroz con bogavante que es la especialidad preferida de sus compañeros. También gustan los calamares encebollados. «De lo que no hay duda es que el pescado en el barco lo comemos bien fresco –dice sonriendo–. Tomamos lo bueno, lo que entra, por ejemplo ahora el bocarte. En más de una ocasión desayunamos un par de sartenes de bocartes, pero preparo también lubina o jargo».
El próximo sábado será la primera vez que participe en un concurso de cocina, pero no tiene reparo. Experiencia no falta.
Miguel Rosales, cocinero del Salvador Padre
Miguel Rosales es natural de El Salvador, tiene 40 años y desde hace 15 vive en España donde ha ejercido durante 13 años en la hostelería. «Hace dos años toqué la mar y me gusta ser marinero con función de cocina». En su embarcación actual son cuatro tripulantes y «me gusta esmerarme porque la gente trabaja mucho y necesita alimentarse bien. El problema es que a veces el trabajo no te permite preparar bien las cosas y tienes que hacer algo para salir del paso. No me gusta abusar de los bocadillos o de las conservas. Me gusta currármelo un poco más», comenta.
Aunque las campañas pueden durar incluso quince días, Miguel Rosales tiene un recurso para poder ofrecer «un poco de todo» a sus compañeros de embarcación. «En el barco tienes que ser rápido, estamos de maniobras y no hay tiempo para preparar con mucho tiempo. Por ello, lo que hago es preparar en casa y luego terminó a bordo los platos. Esto te permite comer caliente y evitar en lo posible los bocadillos».
En el barco Salvador Padre lo que más le gusta a los compañeros de Miguel es el arroz caldoso, «que hago con un ligamento de langostinos, merluza y lo que tenemos a bordo. Se puede decir que queda meloso».
Pescado comen fresco, «muy fresco», lo que haya en el barco, pero las protestas de sus compañeros llegan cuando toca comer hamburguesas.«Tenemos un senegalés que no come cerdo y tengo que hacerlas de pollo. A otros no les gustan las verduras...».
De cara al concurso de guisos marineros con jibia y jibión entre cocineros de barcos y que tendrá lugar el sábado, día 29, a las 11.00 horas en la Cofradía de Pescadores de Santoña, Miguel quiere dar la talla y avisa que «me lo estoy currando».
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