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Estabulación de ganado frisón. sane
La carne de raza frisona, pendiente de tener su propio sello de calidad

La carne de raza frisona, pendiente de tener su propio sello de calidad

Cantabria en la Mesa ·

La Asociación Frisona de Cantabria (AFCA) quiere impulsar esta iniciativa para la carne de esta raza a la raza y así dar un valor añadido a los ejemplares que dejan de ordeñarse y proporcionan canales de interés gastronómico

José Luis Pérez

Santander

Miércoles, 27 de enero 2021, 15:19

Cuando pedimos a nuestro carnicero de confianza unos filetes, o elegimos una chuleta en un restaurante, pocas veces nos preguntamos a qué raza corresponde la pieza en cuestión, cuál es su procedencia, qué alimentación ha recibido y qué controles ha superado. En los últimos años, a medida que hay más cultura gastronómica y un mayor interés por una alimentación saludable, esta situación se está revirtiendo y a ello han contribuido en gran medida los diferentes sellos de calidad existentes y la promoción, apoyada en éstos, de determinados tipos de carne. Y un buen ejemplo, por cercanía, puede ser la Carne de Cantabria con el sello IGP (Indicación Geográfica Protegida) y, específicamente, la carne de raza tudanca que también está adscrita a este certificado.

Conscientes de que esta tendencia es creciente e irreversible, desde la Asociación Frisona de Cantabria (AFCA), entidad con sede en el Mercado Nacional de Ganados de Torrelavega y formada por criadores de ganado vacuno de esta raza en la región, la principal productora de leche, quieren dar valor a la carne de estos ejemplares cuando dejan de ser productivos desde un punto de vista lácteo. Al respecto, el gerente de AFCA, Fernando Ruiz, señala que el objetivo es que la carne de raza frisona, de animales certificados, pueda ser comercializada con un sello de calidad propio, que sea una herramienta útil tanto para el ganadero a la hora de comercializar este tipo de animales, como para el restaurador a la hora de ofrecer a su cliente una carne de garantías y calidad contrastadas.

Este sello, además, deberá contribuir a dar un valor añadido a estos ejemplares que dejan de dar leche después de dos o tres lactaciones, y que ahora llegan al mercado con unos precios muy inferiores al que pueden tener por la calidad de la carne si el animal se 'remata' bien en el último ciclo vital.

Para comenzar el proceso y la tramitación administrativa que conlleva un sello de calidad, AFCA ya se ha interesado sobre cuáles pueden ser los pasos que hay que dar ante la Oficina de Calidad Alimentaria de Cantabria (Odeca), institución que depende de la Consejería de Desarrollo Rural. Su director, Fernando Mier, cree que es positivo explorar las posibilidades porque, además de las cualidades que tienen los animales de esta raza, también hay que tener en cuenta el manejo que tradicionalmente se realiza con este vacuno mayor en la región. Al respecto, cree que una figura donde podría encajar la frisona es en la figura CC, Calidad Controlada, que no asocia la producción a una zona geográfica concreta.

Unos 70.000 ejemplares

La vaca frisona es un animal que se distingue por sus extraordinarias aptitudes lácteas. Su origen se localiza en la región holandesa de Frisia, desde donde llegaron los primeros ejemplares en la segunda mitad del siglo XIX (hay una cita con fecha de 1868) con el fin de mejorar la cabaña ganadera de la región, hacer más rentables las explotaciones y tener mejor capacidad de respuesta ante las demandas de leche en las grandes ciudades.

Que el consumidor sepa que come una chuleta de frisona y que lo valore en su justa medida es la meta que se persigue

Fueron los ganaderos pasiegos quienes más apostaron por esta vaca pinta de origen holandés, porque dar entre cuatro y cinco veces más leche que la raza autóctona. En pocas décadas, su demostrada capacidad para producir leche fue desplazando a otras razas.

Cambio de paradigma

Pero la frisona también es apta para carne, como está contrastado por la experiencia y como nos ha destacado en reiteradas ocasiones Jesús Pérez del Río, cronista del sector en este periódico durante más de cuatro décadas y una institución en el sector: «Nunca olvidaré las palabras del insigne veterinario de Torrelavega Manuel Gutiérrez Aragón, que repetía que la mejor carne de vacuno era la de las frisonas, pero en concreto de las denominadas 'machorras'. Son vacas o novillas que no son reproductoras, porque no han desarrollado sus órganos sexuales o porque han perdido una cría. Cuando a estos ejemplares se les engorda para carne dan unos resultados excelentes».

Vacas frisonas en el Mercado de Ganados de Torrelavega.

El ciclo de una frisona

Un ejemplar de raza frisona tarda dos años en comenzar a dar leche . Esto se produce con el primer parto, a los dos años de nacer (entre 24 y 28 meses). A partir de ahí, lo habitual, como señala Fernando Ruiz, es que haga dos o tres lactancias, en este caso con seis meses está en condiciones de ser preparada para ser un animal de carne. Incluso hay quien maneja estos animales y optan por tan solo dos lactancias.

Como señala Emma Serrano, investigadora del CIFA , en un artículo científico en la revista ITEA, «la finalidad del acabado de vacas de desecho de los rebaños lecheros es incrementar el peso de la canal y el engrasamiento. El incremento de peso debido al músculo es relativamente constante y la mayoría del incremento de peso conseguido a partir de los 30 días de acabado se debe a la deposición de grasa... Entre los factores que condicionan los resultados productivos y la calidad de la canal y de la carne se encuentran la dieta, la edad, la duración del acabado y la condición corporal en el momento del sacrificio, la aplicación de periodos de restricción de la alimentación, la velocidad de ganancia de peso y el manejo de las canales. Durante el acabado es posible incrementar el contenido de la carne en ácidos grasos con efectos favorables para la salud, como los omega-3...».

De este modo, con un manejo adecuado de las denominadas 'vacas viejas' se consiguen incluso animales de hasta 800 kilos con una buena infiltración de grasa, que pueden llegar al mercado con el referido sello de calidad, la garantía genética que certifica AFCA a través de los libros genealógicos y el visado del matadero.

Ahora muchas vacas que no cumplen este ciclo son infravaloradas con lo que eso conlleva en menos ingresos para el ganadero. Y como destaca Fernando Ruiz, no se pretende que todas las vacas frisonas formen parte de este selecto grupo, sino solo aquellas que tengan condiciones óptimas para poder ofrecer al cliente y a la restauración una deseada regularidad.

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